viernes, 8 de julio de 2011

Viaje a un pasado que (a veces) extraño

Ayer fui al periódico.  Era jueves de revisión de mi página y habían pasado tres semanas que me había ahorrado la vuelta revisándola a larga distancia.

Tenía ya unas horas trabajando, pues mi empleo de tiempo completo y el curso de verano de Juan Pablo requieren que ande de pie desde primera hora del día.  Así que cuando es jueves de periódico, voy un poco arrastrando los pies.

Resulta que ayer se jugó en Torreón la Semifinal del Mundial Sub-17 (hay muchas Subs, muchas selecciones y dos ramas… y todos tienen torneos ahora, así que me hago bolas y ya no sé quién está jugando), así que para las 19:00 horas, hora a la que llegué al periódico, se estaba disputando el segundo tiempo, lo que significaba que Polo, mi editor, me ignoraría.

Con esa información, y contrario a mi actitud antisocial que he mantenido el último año de visitas al periódico, subí al sexto piso de la redacción con toda la calma del mundo y permitiéndome hacer escala para saludar a mis ex compañeros y todavía amigos.

Fui miembro de ese staff de reporteros deportivos durante cinco años increíbles.  De 2000 a 2005.  Y ahora somos medio-compañeros, pues siendo colaborador externo desde hace casi cuatro años como titular de una página semanal de mecánica automotriz, no tengo el gusto de convivir con ellos como en años pasados.

Me tocó mi despido justo regresando de estrenarme como mamá.  Fue un golpe durísimo, pues cuando supe que Juan Pablo venía en camino soñé que él estaría orgulloso de tener una mamá que vivía rodeada de pilotos, atletas, futbolistas.  Además, quedarme sin ese empleo fue equivalente al sentimiento que seguramente vivió Sansón cuando le cortaron su melena poderosa.

Primero, saludé a Guada, mi maestro de automovilismo deportivo.  Con él platiqué cerca de 10 minutos.  Se sumó Jorge a la plática y bromeamos con Eliud.  Pasé por el lugar de mi querida amiga Martha y luego me quedé platicando largo rato con Susy, quien tiene un hijo de la misma edad que mi retoño.

Juntas, fuimos al baño.  Hacía exactamente seis años que no iba a ese lugar y está sumamente cambiado.

Habían transcurrido unos 25 minutos que Polo había sido informado que había llegado, así que cuando entré a su oficina no dejo de decirme el clásico: “a ver a qué horas terminas de hacer socialitos”, claro, sin despegar la vista de la pantalla.  Y yo le dije:  “solo paso a saludar y dejar mi bolsa, seguiré en socialitos hasta que termine tu partido”.

Me dirigí al “pasillo del terror”, al mismo en el que me senté durante cinco años rodeada de hombres increíbles, grandes amigos (no todos, claro).  Estaba casi vacío.  Solo Fortus estaba ahí, así que fue quien me hizo compañía el resto del tiempo.

Platicamos de sus nuevas funciones, de los hijos, de S, luego, nos perdimos en los últimos y cardiacos instantes del partido (estuvo bueno)… pasaron poco a poco los minutos y yo cada vez más me acostaba, literalmente, en esas sillas cómodas, las mismas que existían cuando yo trabajé ahí.

Por un momento me sentí como hace un sexenio.  Me sentí parte de ese lugar al 100 por ciento.

Se acabó el juego y Polo me llamó  a su oficina y me llamó la atención por estar acostada en una silla.  Estuvimos largos minutos bromeando, trabajando, viendo las fotos que se publicarían al día siguiente, definimos temas para mis próximas páginas, revisé mi página de mañana y yo tenía un sueño avasallador.

Sin embargo, aún me quedó pila de sobra, así que me fui con mis cuates del staff de fotografía con quienes me quedé platicando media hora más.  Ahí estaban Sosa, Zapata y Zamarripa, puro artículo para dama.

A veces no extraño el periódico, pues se que si trabajara ahí aún no tendría el tiempo para ser mamá como lo tengo ahora pese a que tengo tres empleos.  Pero por un momento recordé lo bien que la pasé con ellos.  Pues además de ser compañeros son personas entrañables, grandes personas que dejaron una huella profunda en mi vida y siempre me han tratado excepcionalmente.

Así que ayer, sin proponérmelo, viví un viaje al pasado que tanto añoro (a veces).

1 comentario:

  1. Creo que espero algún día ser colaborador externo que vaya de vez en cuando a la redacción. Estar tanto tiempo aquí adentro se convierte en un sueño con escabrosos tintes de pesadilla

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