viernes, 28 de octubre de 2011

¿Cuál es el colmo de...?

Tengo cuatro años, casi cinco, empapándome de información sobre mecánica automotriz por cuestiones laborales. 

Hasta ahora puedo mantener una conversación de muy buen nivel con mecánicos.  De hecho, le he tomado un poco de cariño al tema, es sumamente interesante (otra cosa más para que amigas como Vanah, piensen y me externen su idea de que soy “un vato” atrapado en el cuerpo –cuerpazo, -ajá-,- de una mujer, pues me gusta el automovilismo deportivo, el futbol y otro tipo de deportes masculinos que aprendí a tomarles cariño cuando era periodista de ese giro).

Soy propietaria de un auto que no recomiendo en lo absoluto en ninguno de sus modelos, los Platina, pues aunque son muy ahorradores de combustible, lo cierto es que tienen dolencias muy marcadas que tarde o temprano dan un tipo de guerra que te deja no solo a pie frecuentemente, sino que para volver a tenerlo debes hacer gastos estratosféricos.

De hecho, por esta razón, mi auto blanco ha sido mi principal fuente de inspiración para los temas que toco en la página de mecánica automotriz.

Hoy en la mañana llegué a una gasolinera que queda muy cerca de mi nuevo trabajo, solo iba a cargar algo de gasolina (una nada), cuando el despachador me pidió abriera el cofre para checar toooodos los niveles habidos y por haber pues “es parte de su servicio”.

Regularmente me niego a ese tipo de verificaciones por que siempre tengo prisa, casi nunca me sobra para la propina y por que no quiero perder la costumbre de ser cliente de las reparaciones inesperadas, pues me gustan las emociones fuertes.

En fin, creo que me agarró de buenas y acepté su ofrecimiento, más que nada porque me pareció muy atento.

¡Oh sorpresa!, donde debería haber anticongelante había agua color café que salía como loca tan solo abrió el recipiente.  Osea que Luis, quien me reparó el motor por la banda del tiempo, compostura que incluye de cajón un reemplazo de bomba de agua, lo rellenó de H2O y no de anticongelante como debe ser y como me lo cobró.

Pero eso no es todo, se acercó otro despachador y destapó el contenedor de líquido para la dirección hidráulica y le faltaba un bote de este aditivo.  Luego checaron el líquido de los frenos, que debe ser cristalino como el agua y resulta que estaba gris, casi negro.

Así que me quitaron todo lo malo y pusieron todo lo nuevo que necesitaba.

Yo solo iba por 70 pesitos de gasolina y terminé dejándole al dueño de la gasolinera casi 500 pesotes.

Mi carro se ha llevado casi el 35 por ciento de mi liquidación.

Moraleja: En casa del herrero, cuchillo de palo.

jueves, 27 de octubre de 2011

Día crucial

Estamos por recibir unos resultados médicos importantes sobre la salud del pilar de mi familia: mi mamá.

Solo he tenido cabeza para trabajar y estar en casa, por eso he estado desconectada del mundo fuera de horarios de oficina.  Esto realmente me preocupa.

Hace días mi amiga Cristy me dijo que si las cosas no salían tan bien como deseamos, debemos verlo como otra oportunidad de vida, pese a que no es lo que queremos con todas nuestras ganas.

Me gustó su filosofía.

Buscaremos otras opiniones y quizá lo hagamos hasta Corpus Christi.  Así que, Cuty, ahí te vamos pronto.

Agradeceré oraciones, buenas vibras y deseos de ustedes.

Gracias…

martes, 25 de octubre de 2011

No existen los votos perpetuos


Cuando trabajaba en la sección deportiva del periódico, me tocó “especializarme” en varios deportes, como el fútbol americano.  Aunque, debo reconocer, no me considero absolutamente una experta en el tema, pero lo cubrí durante los cinco años que trabajé ahí.  Lo mismo escribía una nota de un entrenamiento que una crónica de un partido.

Pero hablo del fútbol americano local, es decir amateur.  Mi fuente era la desaparecida AFAIM, ahora MFL, en la que vi momentos patéticos en los que se involucraba el mal comportamiento de la gente adulta.

Pero hoy no vengo hablar de la MFL, sino que también apoyaba a un compañero, quien sí cubría juegos importantes de la ONEFA y de la NFL cuando se le empalmaban partidos o entrenamientos.

No puedo olvidar esta editorial publicada en el periódico EL NORTE, el pasado 13 de noviembre 2001 sobre la primera final que disputaron los Borregos Salvajes ante los Auténticos Tigres, partido que fue una locura y que me tocó cubrir a nivel de cancha en el Estadio Tecnológico.

Ahí también se vivió un momento patético que Rosaura Barahona abordó magistralmente.  Pondré en negritas la parte que me gusta y que creo que viene a colación en estos momentos de mi vida.

Como quien dice: “al que le quede el saco, que se lo ponga”.



Una mala lección

Por  Rosaura Barahona

 (13-Nov-2001).-

Quienes damos o hemos dado clases debemos ser muy cuidadosos con nuestra manera de ser, entre otras cosas, porque ante los ojos de los alumnos somos un ejemplo a seguir o a rechazar. Como los hijos, los alumnos distinguen, perfectamente, entre lo que decimos y hacemos.

Aprenden más de nuestra manera de ser y de hacer, que de nuestras palabras. Por eso la actitud del coach Frank González, al finalizar el juego entre Borregos Salvajes y Auténticos Tigres, me sorprendió.

El viernes pasado se jugó el campeonato de la ONEFA en el Tec. Era la primera vez que, en una final, se enfrentaban los clásicos rivales. Los Borregos llegaron invictos y los Tigres con las garras a todo lo que daban, de manera que la afición tenía mucho interés por verlos

Los boletos se vendieron en unas horas. Yo ni siquiera asomé la nariz a la taquilla porque estaba en Chihuahua, dando un taller y una conferencia y ansiosa por conocer el resultado. Por cierto, lo supe hasta la mañana del sábado; la tele dio marcadores finales de cuanto juego pueda usted imaginar, excepto ése.

Ya el sábado, en el avión, leí EL NORTE. Ahí me enteré de los detalles del juego y de que el coach de los Tigres, Edmundo Reyes, se quedó esperando a que, como se hace tradicionalmente, el coach del equipo contrincante fuera al centro del campo para darse la mano.

Desconozco las razones por las cuales Frank González, coach de los Borregos Salvajes, mostró una actitud tan poco deportiva. Lo cortés no quita ni lo valiente, ni lo educado.

¿Que el coach Reyes trabajó para Borregos y después se fue a los Tigres? ¿Y? Ni que contratarse con un equipo equivaliera a hacer votos perpetuos. Trabajar como coach profesional equivale a tener un empleo. Y ese empleo puede dejar de ser satisfactorio por diversas razones.

Cambiar de equipo, es decir, de empleo, no es ni una traición, ni una actitud desleal. Si alguien lo hace, no por eso merece ser menospreciado. ¿Que la conducta del coach Mundo, al cambiarse, no fue del todo correcta? Muy reprobable, pero ni eso justifica el desaire público.

Me extraña que siendo araña, el coach Frank no sepa comer mosquitos. Las razones básicas para fomentar el deporte en centros educativos son, precisamente, formativas: que los estudiantes crezcan más sanos física y mentalmente.

Para los adultos que comparten juegos de mesa con niños, una de las cosas más difíciles de lograr es que los chicos aprendan a disfrutar el juego, independientemente de que ganen o pierdan. No es sencillo porque, al perder, se sienten frustrados y desorientados; pero se logra.

Entre los libros más útiles que he leído en mi vida está uno de "Health" (Salud), de secundaria, del Colegio Panamericano. No conozco los actuales, pero aquél enseñaba, con claridad, cosas sensatas e importantes para la edad que teníamos.

Ahí venía una lección que jamás he olvidado. Se llamaba "How to be a good sport". Y aunque la palabra "sport" se traduce literalmente como deporte o, por extensión, deportista, "a good sport", es mucho más que eso; es alguien que sabe reconocer los méritos de los demás, que es generoso y limpio con el contrincante, que no lleva la rivalidad afuera del terreno deportivo, que acepta la propia derrota y/o la superioridad del otro sin dolor y que admite sus errores, carencias o equivocaciones, sin culpar a los demás por ellos.

A nadie le gusta ser derrotado, pero cuando aceptamos la derrota con el espíritu claro y la controlamos, sin dejar que ella nos controle a nosotros, el aprendizaje es enorme.

Nadie niega el talento, la capacidad de mando, los conocimientos, ni el rigor de Frank González. Me consta que sus pupilos y sus ex pupilos lo admiran, quieren y respetan. Por eso me provocó inquietud saber que (literalmente), dejó al coach Mundo con la mano extendida.

Los deportes son juegos que involucran el espíritu de los jugadores, por eso jamás se debe permitir ningún acto que denigre a los contrincantes, dentro o fuera de la cancha. Por eso, también, los jugadores deben saber que en el triunfo o en la derrota siempre debe conservarse la dignidad.

La tele nos mostró a un coach Frank, después de la oración final, dando un último discurso a sus pupilos. Entre otras cosas, dijo: "Sí, somos campeones, pero debemos ser campeones humildes; no debemos sentirnos engreídos. Debemos ser campeones con los pies bien puestos en la tierra". Excelente, pero eso resulta incongruente con su propia actitud.

Aunque el coach Frank tenga razones para estar molesto con su colega, debió mostrar más clase y saludarlo como si nada hubiera sucedido. Eso no es hipocresía; es respeto: al rival, al juego, a la UANL, al Tec, al público y a los propios jugadores.

Me parece que alguien debería decirle al coach triunfador: "C'mon, Frank, you've got to be a good sport". Si lo entiende, su figura crecerá y, el año próximo, será mucho mejor ejemplo a seguir que éste.

Mientras tanto, felicidades a los dos equipos, a ambos coaches, a la Uni, al Tec y al público.

lunes, 24 de octubre de 2011

Bitácora No. 1 de mi nuevo trabajo

(Escribo esta entrada con unas ganas enormes de tomarme un té helado de hojas de aguacate).

Sí, hoy fue mi primer día de trabajo después de disfrutar de un mes sabático completito, el cual me hacía mucha falta.

Casi siempre me tomo estos respiros justamente después de tres años laborados en una empresa.  Creo que mi organismo, mi mente y mi todo están autoprogramados de esa forma, de tal manera que hasta los reajustes llegan a ese tiempo y me tocan a mí, en algunos casos.

Yo he aprendido a saborearlos al máximo.

Y bueno, siendo ya un hecho que ya me subí al barco de esta nueva empresa, ya puedo platicarles abiertamente de qué se trata.

En realidad, mi labor no ha cambiado mucho con respecto a la que hacía en Bodissima, pues vuelvo a ser Coordinador Editorial, pero nada más y nada menos que en, digamos, algo así como su competencia.

Es una empresa pequeña y familiar.  Mis jefes, otra vez, son mujeres y me han tratado de maravilla, sumamente profesionales.

La parte recreativa está de a peso, aunque ni tiempo tengo de disfrutarlo: tengo acceso a internet ilimitado.

Justo ahora estoy creando nuevas propuestas y temas para un proyecto ambicioso y requiero concentración 100 por ciento.

El horario me parece mejor que en la otra revista, aunque es lo mismo pues mi hora de comida disminuyo a 60 minutos, cuando antes gozaba de 90.  Y, por la tarde, salgo media hora antes que con el otro patrón.

El único inconveniente es justamente la hora de la comida, pues, además de que debo salir antes que todos, solo tengo el tiempo justo para recoger a Manotas y llevarlo a casa.  Mi Platina se ha convertido en un restaurante rodante en el que desayuno y como mientras manejo (¡hola, agentes de tránsito!).

Quizá me causa algo de bronca que debo abordar ahí y generar temas que vi durante tres años, y que es relativo a la vida de la mujer y las novias, aunque, bueno, el mes de vacaciones hizo que se me refrescaran un poco las ideas.

No puedo platicar mucho del ambiente de trabajo porque no creo poder conocerlo a fondo porque nadie platica en horario de trabajo y no creo quedarme jamás a comer ahí (nunca lo hice en Bodissima), pero siento que he sido bien recibida.

A diferencia de en Bodissima, en que la encargada de sistemas era una tipa amargada, amarra-navajas y mal  vibrosa, acá, el jefe de esa área, es la neta del planeta.  Un tipo sumamente agradable y dicharachero.

En fin, creo que no está nada mal y, lo mejor, debo estar agradecidísima con Dios en que cada vez que necesito su manita para encontrar nuevo trabajo, cada vez requiero de menos tiempo para ello.

Desde este lado de la compu reportó: ¡yo mera!

domingo, 23 de octubre de 2011

La Cebolla

Resulta que mi papá, q e p d, era muy bueno para bautizar con apelativos a la gente, conocidos y desconocidos.

Se dio vuelo con esa habilidad justamente en los bailes de la Banda de Música de la Ciudad de Monterrey, a los cuales acudíamos juntos en familia y que yo sigo haciendo domingo a domingo desde hace 16 años.

Hay una pareja de adultos mayores a los que les puso de apodo “Los Fideos” simplemente porque ambos son sumamente delgados.

A otro le puso “Frankestein” porque está igualito al personaje, pero hoy vengo a hablar de una tipa que le puso La Cebolla y que según ella se llama Karla, lo cual dudo mucho al tratarse de una persona mayor.  No creo que persona que pase de los 60 años se llame de esa forma, creo que más bien se ha de llamar Petra, Juanita, María, pero ¿Karla? No lo creo.

Papá le puso La Cebolla porque lleva el cabello corto, un corte moderno para su edad y lo tiñe de rubio casi blanco.  Es dueña de unos ojos feos, bien chiquitos y oculta ese defecto bajo un par de gafas de sol.

Ella ahora está “disfrutando” de sus 15 minutos de fama, pues forma parte de los extras de un programa local espantoso, que no he visto y teniendo la presencia de ese espécimen dudo mucho que me aviente un día a verlo en su totalidad, que se llama Pura Gente Bien, de Multimiedos, y que es conducido por una incipiente estrella llamada Poncho de Nigris.

No sé cómo se llame el personaje de esta mujer, pero ella aparece vestida con un intento de disfraz alusivo a la historia de Batman y hacen bien en ponerle un tipo antifaz (por aquello de los ojos feos) y un vestido corto que tapa lo que vengo a criticar hoy.

Al salir en ese programa nefasto, gente sin cultura se acerca a pedirle la foto del recuerdo, lo que alimenta su ego y, como “nadie la merece”, no les da beso en la mejilla como normalmente lo hace la gente, sino que “les da” beso en ambas mejillas, pero sin tocar a la gente cachete con cachete, osea, ¡se los da al aire!

Resulta que ella es todo lo que una mujer no debe ser.  Ella es lo que todo mundo critica de una mujer joven, como por ejemplo, que use ropa sexosa para atrapar alguna víctima a como dé lugar… de esas mujeres que enseñan de más como método de desesperación por encontrar el amor o lo-que-sea que la haga vibrar.

Es sumamente desagradable verla tan temprano los domingos en un lugar que, se supone, es 100 por ciento ambiente familiar, en donde hay mucho adulto mayor y familias completas que se pasan de misa de Catedral a los bajos del Palacio Municipal atraído por las notas perfectas de la audición.

Ella tiene poco estrenando bubis, sí, a sus más de 60 años de edad. Eligió un silicón bastante grande, para mi gusto, porque la ñora es delgada, muy delgada.  Y pues, el paso de los años ha hecho mella en ella al arrugársele la piel del cuello al pecho (arribita de las bubis).

Tal vez puede sonar a envidia de mi parte, pero no.  Una mujer puede operarse y presumir ése nuevo dote con elegancia y finura.

Ella no.

Ella lleva escotes vulgares y encima, para acomodarse el chicharrón, mueve sus escotes sin cuidado y se le ha visto el pezón varias veces.

Hasta hace unas semanas, la banda tenía la costumbre de cerrar la audición con tres rolas que, gracias a Dios, al tener cambio de director de orquesta, éstas fueron suprimidas y se le dio variedad al asunto.

Pero, cuando estaban vivas esas tres rolas, había una pieza que se llama Pachito E Ché en la que suele subirse a un lado de los trompetistas las mismas cuatro personas de siempre, entre ellas, La Cebolla para bailar al ritmo de la música.

El cantante cubano, Óscar Rojas, implementó una coreografía que esos bailadores siguen al pie de la letra.  Justo del segundo 58 al 1 minuto 03 segundos, los bailadores brincan y ella lo hace con tal fuerza, deliberadamente, que sus bubis se ven asquerosamente, con la piel arrugada del cuello, moverse sin piedad.



En esos instantes y al llevarse de más con los músicos, algunos de ellos dicen al micrófono “toñoñón, toñoñón, toñoñón”… y ella ni se inmuta, es más, brinca con más ganas para que el chicharrón lo haga de la misma forma y se note más su sex-appeal.

Hace rato dije aquí que ella es todo lo que una mujer no debe ser y eso lo digo porque pese a sus esfuerzos de seducción, pese a que enseña chiches en horario familiar: ¡NADIE SE LE ACERCA!, ¡Vaya! Ningún señor se anima a sacarla a bailar.

Así que, niñas, la elegancia va por encima de todo.  No siempre funciona el dicho de que “el que no enseña no vende”.

Por favor, que alguien le diga que se ve mal con esa actitud… a su edad.

jueves, 20 de octubre de 2011

Soy Elena... y soy adicta

Hace 11 años comencé a comprarla y es fecha que no he parado de leerla semana a semana.

Procuro ser yo misma quien la compra, pero a veces mi cuñada me la pasa una vez que ella también la leyó.

No soy afecta a ser seguidora de artistas, más bien la leo porque me gusta el estilo, la veracidad, la investigación y hasta el contexto.

Si hablan sobre la enfermedad o muerte de un integrante del mundo del espectáculo o el deporte, destinan un espacio de esas páginas para explicar con santo y seña el padecimiento respectivo.

Hablo de la revista TV Notas, de la que me declaro fan absoluto, pero no de la que está en línea.  Aunque dicen que las revistas pronto desaparecerán por la facilidad de hoy en día de acceder a internet, para mí leer la prensa escrita que en origen era impresa (perdón por cantinflear) no me sabe igual si la veo en alguna pantalla.

Apenas es martes y ya estoy buscando quién la tiene primero, aunque suelo encontrarla miércoles y jueves.  Más me tardo en encontrarla y comprarla, que en leerla.

Me la echo en media hora y bien leída, a conciencia.

Así que si ustedes tienen muchos ratos de ocio, en verdad, se las recomiendo, tiene un excelente contenido editorial y gráfico.

Cuando trabajaba en Bodissima, las juntaba y se las llevaba a la Sra. Lucy, la persona que nos apoyaba manteniendo las oficinas limpias.

Ahora, mi victima es S, ahora es él quien me las pide para leerlas cómodamente en su casa.

Ahí les dejo la recomendación.


miércoles, 19 de octubre de 2011

¡No me lo permitan!

Parte 2

Una de las actrices bellas de Hollywood, para mi gusto, es Demi Moore, junto con Julia Roberts.

Hoy vi en el periódico una nota en la que dicen que la infidelidad que sufrió por parte de su aún esposo Ashton Kutcher, le ha afectado y trastornado su vida.

Aparece una foto en la que luce delgadísima y me llamó la atención la nota por ello.

Al ir leyendo, me di cuenta que pesa (45 kilos) y mide (1.65 metros) lo que yo registro en báscula.

Tons ¿así me veo?




¡Dios!

No es que me ponga de su lado, pero como he vivido en carne propia el mismo dolor (el de la infidelidad) puedo comprenderla.

Simplemente, no duermes, no comes, no piensas.  El dolor se apodera de ti. La humillación cala en lo más hondo de las entrañas.

En verdad, no entiendo a los hombres, a todos, ¿qué necesidad hay de tener una doble vida?

En fin, ni para qué buscar respuestas que nunca encontraré. Es algo inexplicable y estúpido.

Si me ven así de flaca, díganme, no sean gachos.

100

Hace casi cuatro meses comencé la aventura en este espacio.

Ya había tenido un blog anteriormente, pero no le agarré cariño y lo abandoné a las primeras tres entradas.

No sé si he estado inspirada o qué demonios, pero me apasiona este espacio.

Así que justamente estás leyendo el post número
100 a poquito más de una semana de cumplir cuatro meses al aire.

Gracias por leerlo, por visitarlo, criticarlo y hasta hacerlo garras.

Esto es un medio de escape para mí y me gusta platicarles por este medio lo aburrida que es mi vida.  Ja!

Besos y aquí nos leemos.



martes, 18 de octubre de 2011

Vacaciones llegan a su fin

He de confesar que cuando era una asalariada más en mi último empleo no podía más que envidiar a las señoras mamás de otros niños del colegio porque, según yo, tenían todo el tiempo del mundo para muchas cosas de ellas y de sus niños.  Me refiero a ese tipo de cosas que dan gusto a la vida.  Según yo, cero preocupaciones.

Pero qué equivocada estaba.

Me causaba molestia escuchar a alguna decir que no le rendía el día tan solo con las vueltas propias de una ama de casa de tiempo completo y comparaba esa actividad con la mía que consistía en dejar y recoger a JP e ir y regresar de la oficina.  Llegar a la casa después de un turno de casi nueve horas. o a veces más, para apenas hacer la tarea y luego el ritual cotidiano para que Manotas descansara a hora decente.

Y todavía me daba yo el lujo de dormirme a su hora.

Creo que yo la tenía más liviana que ellas.

Ahora que soy mamá desempleada desde hace casi un mes, simplemente no he podido estar un día en paz en mi casa.

Me la he pasado vuelta y vuelta en la calle, desde que salgo en la mañana, hasta que me digno a sentarme aquí como preámbulo de un sueño reparador.  Y sí, me canso más que cuando era yo una asalariada, y sí, nadie me paga por esas vueltas.

Esta semana se me ha “duplicado por tres” el trabajo de ama de casa, pues mi hermana y cuñado se fueron a Cancún y me quedé al frente de las vueltas de mis sobrinos, uno de secundaria y otros dos preparatorianos.  Todos con horarios y colegios distintos.

Creo que será una buena forma de cerrar con broche de oro unas vacaciones forzadas ajetreadas.

Y es que, sí, así como lo sospechan: ya tengo trabajo.  Empiezo el sábado o el lunes, según me informen durante la semana.

La cita la tenía pactada desde el día mismo en que deseché la posibilidad de tomar el trabajo que me ofrecieron el viernes y bueno, acudí ayer y el puesto es mío.

No puedo por el momento hablar mucho al respecto hasta que no pase al menos el primer día de trabajo, pues la entrevista me sigue sacando de onda.  Es la primera vez que me entrevistan en un lugar fuera de la empresa reclutadora; me citaron en un Starbucks (solo así me animé a ir por primera vez en mi vida a un lugar de esos donde todo está caro y para rematar nada me gusta –el mocha frapuccino no es la quinta maravilla del mundo-) en el que obviamente no firmé contrato, así que solo por eso no canto victoria.

Estoy contenta, satisfecha y tengo ya ganas de trabajar.  Se que haré un buen equipo con las dos personas que me entrevistaron y bueno, pues ya preparándome mentalmente para mi reingreso al mundo laboral.

Definitivamente: renuncio a ser ama de casa.  Es un mal negocio, mucho trabaja y no es nada remunerable.

Por acá nos seguimos leyendo.

viernes, 14 de octubre de 2011

Lo tenía, era mío ¿y lo dejaré ir?

Varias veces me he enfrentado a la situación de tener qué tomar decisiones importantes y difíciles.

Apenas hace unas horas me quejaba amargamente de la falta de interés que han tenido varias empresas a las que he enviado mi currículo hacia su servilleta.

Hoy, conseguí empleo.

Digamos que la paga no es nada buena, en lo absoluto, pero manejan un horario de lujo, de ese tipo de jornada laboral que me permitiría disfrutar al máximo mi rol de madre y poder colaborar externamente como lo he estado haciendo con el periódico y las carreritas a mis anchas.

Todo iba bien hasta que la persona interesada en mí y que me ofreció la vacante, me comentó que también tiene otro trabajo en otro lugar que se contrapone totalmente a mi trabajo en una de las dos empresas para las que ya colaboro.

Lo consulté con mi patrón de esa empresa y definitivamente me dijo que “no combinaba” que ingresara a trabajar ahí.

Me siento… ¿cómo les diré?  No triste, pero sí me da miedo negarme a ese empleo a estas alturas del año porque si bien ese patrón que ya tengo me quiere de tiempo completo, no está en él dármelo de inmediato, pues no depende de él ese tipo de transacciones.

En verdad, me interesaba ese trabajo más que nada para ya tener una entrada de dinero segura, aunque fuera poco, pero sobretodo por el horario.  En eso, sí es el trabajo de los sueños.

En un rato más iré con mi jefe y volveré a tocar el tema, si vuelve a decirme que definitivamente no checa (siempre consulto con él antes de aceptar un nuevo empleo porque me interesa mucho mantener ese trabajo) tendré que hablar con toda la pena con la que sería mi jefe para darle las gracias y declinar la oferta, pues me querían ya a partir del domingo.

En fin, espero no equivocarme y que esto no me cierre puertas.

Deséenme suerte… la voy a necesitar.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Ansiedad

Debo reconocer que estoy feliz de ser desempleada (de planta y tiempo completo) solo por el hecho de que simplemente no era feliz ya en la revista.

Me sentía desaprovechada y muchas veces me sentí humillada por el trato poco profesional que tienen ahí hacia sus empleados; nunca entendí por qué, siendo una empresa pequeña, se portaban de esa forma con todos, pero también con personas que han trabajado en grandes empresas.  Odié la falta de compañerismo, la grilla y la amargura de algunas de esas personas.

Por ello, simplemente no extraño ese lugar, en lo absoluto.

Además, últimamente sentía que ese trabajo, al no ser valorado lo que yo desempeñaba, me estorbaba por ser de tiempo completo y yo tenía tantas cosas qué hacer fuera de esa oficina.  Y lo peor, el dinero que percibía no me alcanzó nunca para nada.

Y no es que uno sea mal-agradecida, simplemente que uno no puede ser agradecida cuando te tratan del nabo aunque en apariencia quisieran siempre demostrar que sí eran la onda.

Sin embargo, aunque debo reconocer también, no he buscado a conciencia trabajo en el sentido de que no estoy clavando el cuerno todo el día en bolsas de trabajo, pero aún así sí he enviado varios CV, los suficientes como para llevar al menos un par de entrevistas en el marcador, pero no es así y comienza a desesperarme que ¡nadie me llama!

Y es que, todos los días, algunos de ellos en las noches, como justo ahora, checo una a una las vacantes de distintas bolsas de trabajo y leo detenidamente los avisos de ocasión, (que dicho sea de paso, una vez me funcionaron) y mando mi curriculum para candidatearme en las vacantes en las que creo yo puedo ser de utilidad.

Además de que no me llaman, como ya lo comenté, es frustrante ver en mi registro de OCC (autollamado el sitio líder para encontrar empleo a cualquier nivel), que mi información profesional ha sido leída o visitada solamente por ¡18 reclutadores!

También me deprime el hecho que aparecen, diario, vacantes que publicaron desde hace tres semanas que soy desempleada ¡y que ya envié desde la primera vez que las encontré publicadas!

Debo dar gracias a Dios de que tengo dos empleos vivos.

Justamente esta semana he tenido mucho trabajo de ellos, pues el fin tengo carrera en el Autódromo y eso equivale a trabajo diario la semana previa, y mi jefazo del periódico me ha pedido algunas cosas casi todos los días.

Si no fuera por eso, lo juro, estaría cortándome las venas.

Está bien… contaré hasta mil para no caer en el desespero.

martes, 11 de octubre de 2011

¡Felices 80, papá!

Hoy hace cuatro años, mamá estaba preparando una discada para celebrar los 76 años de papá.

Ese día comimos en familia, vinieron mis hermanos a la casa.

Recuerdo bien que papá le comentó a Álex, mi cuñado, que aunque cumpliera todos esos años en los que trabajó mucho por su familia, él se sentía maravillosamente bien.

Lo que no sabía papá es que unos días después partiría al cielo después de agonizar poco más de 24 horas.

Hoy, papá estaría cumpliendo 80 años de edad.  Mamá dice que le comentaba que quería pasar de los 80 años para ver crecer a Manotas.  No se le concedió.  Mi hijo poco lo recuerda, pues papá se fue cuando él tenía apenas dos años de edad.

Esta foto tiene su historia, pues un gran amigo de Guadalajara me hizo el favor de eliminar a J de la foto y poner a papá a mi lado.  En esa foto falta  mi cuñado Álex y mi sobrino Alonso, pues éste último estaba hospitalizado por una intoxicación.  Mi hermano era soltero y ni señas de mi cuñada Viviana todavía.


Seguramente hoy estuviéramos celebrando de forma especial el cumpleaños de papá.

Te extrañamos mucho, pero más mi má.

lunes, 10 de octubre de 2011

Ya se ganó el cielo


(Las canciones con las que "ilustro" esta entrada, no son ejecutadas por la Banda de Música de la Ciudad de Monterrey, simplemente las pongo para que se den una idea de las rolas que me inyectan alegría domingo a domingo y, ¿por qué no? se animen a ir)

Yo creo que el día que deje de ir los domingos a los bailes de la Banda de Música de la Ciudad de Monterrey, se me secará la mitad del cerebro y la creatividad para alimentar éste, mi rincón.

Hoy vengo a platicarles de una chica que va ahí y que es más joven que yo.  Le calculo unos 25 años.  Se ve que es una chica bien, de buena posición económica, pero súper sencilla.

Me gusta cómo viste, pues aunque no recurre al último grito de la moda, sabe combinar muy bien sus atuendos completos y hace lucir su muy delgada figura.

Ella no es muy alta, a lo mucho medirá 1.65 metros (tal vez menos), es de cabello largo, casi rubio.  Muy linda de la cara, facciones finas, pero lo mejor es que es dueña de una sonrisa franca y hermosa.

No suele llegar a tiempo a los bailes, más bien, llega poco después de las 11:00 horas y siempre lo hace con pasos apresurados y a veces lleva en la mano un vaso contenedor del Starbucks.

Temprano, llega una pareja de adultos mayores, que, como yo, tienen su espacio definido en el que colocan sus sillas.

Ella es alta y de ojos de color claro y él usa bastón.  Esperan pacientes mientras comienza la audición.  De pronto, llega ella, la chica joven, directito a saludarlos.

Esto sucede todos los domingos, pero ayer puse más atención a su interactuar.  Ella, la joven, viste un vestido de camiseta largo, hasta el tobillo, color gris con rayas negras horizontales.  Luce espectacular, pues su figura la hace verse preciosa siempre.

Él, el señor, lleva una camisa azul a cuadros.

En eso está, en los saludos, cuando el señor entrega su bastón a su mujer, quien lo recibe y “se despide” de su esposo. 

Se dirige a la pista en compañía de la joven. Y así empiezan casi dos horas de bailar sin parar.

Apenas ponen un pie en la pista, que no es más que los bajos del Palacio Municipal de Monterrey, y ella le dice.

“¡Qué guapo te ves hoy!”.

Él le responde con una sonrisa de orgullo y agradecimiento.

No he investigado sobre ellos y, por lo que puedo observar, según yo, es probable que no tengan ningún parentesco, pues la chica no tiene ningún parecido físico a la pareja.

Pero, por el cariño que le tiene al hablar con él y bailar las dos horas sin parar pudiendo dormir un poco más en un domingo que los jóvenes lo aprovechan para eso, ella prefiere hacer pasar feliz ese domingo a un hombre mayor que creo que pudiera ser su abuelo.

Yo creo que ella ya se ganó el cielo, directo, sin tocar baranda y sin escalas.

Esta es una de las rolas que tocan en las audiciones, por supuesto, no hay punto de comparación, pues escuchar a más de 20 virtuosos músicos 100 por ciento en vivo no tiene precio y, dicho sea de paso, es la favorita de mi mamá.  Si eres regio, atrévete y asiste cualquiera de estos domingos.  Te aseguro que te vas a divertir.



24 horas

Si esta canción la hubiera escuchado en mayo o junio, me hubiera cortado las venas…


viernes, 7 de octubre de 2011

En casa

Desde hace unos minutos Dalí Miguel está en casa.

Esta mañana me presenté temprano en el Antirrábico de San Bernabé.

Muy amablemente me atendió la misma persona, el mismo señor que me permitió el acceso a las jaulas el  martes pasado.

Yo llegué con una enorme sonrisa y después de darle los buenos días le anuncié: “Encontré a mi niño”.  Le sorprendió mucho enterarse que Miguel estaba ahí dentro y entramos a verlo.

Minutos después trajo hasta la recepción al hombre que se encarga de recoger a los perros por mi casa tras las quejas de los vecinos.

Me comentó que lo recogió ¡el lunes! A exactamente tres cuadras de mi casa, en la calle 20 de noviembre, donde hace un par de semanas, ahora que camino mi ciudad el día entero, me di cuenta que en esa cuadra había más de 10 perros sueltos.

Ese fue uno de los puntos donde puse pósters buscando a mi primogénito, justamente el día martes.

El día que lo recogieron, pero  a las 22:00 horas, fue la primera vez que visité la perrera en esta historia de búsqueda de Dalí, fue cuando le llamé tras un portón y en el que pude jurar que contestó a mi llamado ladrando asustado.  No me equivoqué.  Era él.

Lo que sucedió es que estaba tan aturdida el martes al ver los perritos sacrificados, que no me fijé que las jaulas individuales también tenían canes por separado, así que no pasé por ahí para buscarlo.  Ahí estaba él.

El hombre que lo recogió me dijo que decidió ponerlo ahí porque notó que Dalí Miguel era perro de casa y que estaba seguro que irían a buscarlo.  Me comentó que me vio el martes cuando entré a la jaula común, pero que obviamente no imaginó que yo era su madre.

Me confesó que estaba ya en la lista de sacrificados del día de hoy. 

El primer hombre que me recibió estuvo presente durante toda esta charla y ya cuando nos quedamos solos de nuevo, me comentó que tiene un programa de radio y que había comentado mi caso al aire, que le conmovió mucho mi llanto (qué vergüenza) y que le daba mucho gusto que lo haya encontrado.  Yo sonreía en todo momento.

Aquí quiero hacer un paréntesis, esta persona me aclaró que ya no sacrifican por medio de la electrocución, ahora sí utilizan dos inyecciones y que los perros no sufren.  Simplemente mueren de un infarto fulminante.  Aunque para mí el desenlace sigue siendo igual de triste y me da mucha impotencia.

Me ofreció que ellos mismos podían esterilizarlo, gratis.  Así que ahí lo dejé unas horas más para que fuera sometido a ese procedimiento pues es una forma de tranquilizarlo y que no se aleje tanto de casa, aunque jamás lo dejaré salir solo.

Pasé por él a las 14:00 horas, casi no puede caminar porque le duele la herida.  Está sumamente flaquito y  muy sucio.  Huele espantoso.  Además está lleno de pulgas y garrapatas.  Desafortunadamente no podemos bañarlo hasta el lunes, mientras tanto le estaremos haciendo las curaciones y dándole los medicamentos necesarios para su recuperación.

No ha comido aún, no se le apetece, pero, está en casa.  Mueve su colita cada que escucha su nombre.  Por el momento y como nunca, está en la lavandería, pues teniendo niño en casa no podemos arriesgarlo a que lo pique una garrapata porque Manotas podría adquirir una enfermedad grave.  Urge que sea lunes para que Miguel esté limpio y adentro de su casa, como siempre.

Fue una dura lección para todos.

Dalí Miguel, bienvenido a tu casa…

(Les debo la foto familiar para el lunes, ya cuando esté bien limpiecito)


jueves, 6 de octubre de 2011

Acariciando el final feliz


Estos días han sido muy tensionantes.

Entre la pérdida de empleo y la búsqueda de uno nuevo, en una Ciudad en la que la mayor parte de la población está desempleada, se agregó un estrés emocional desde el fin de semana anterior: la ausencia de Dalí Miguel, mi perro de 8 años de edad.

Salió de casa la tarde-noche del sábado, como todos los días, y nada más no regresó. Comencé a preocuparme a las primeras 24 horas de su ausencia.

El lunes me enteré que había pasado la perrera el sábado, cosa que me pareció improbable, pues ellos no trabajan en fin de semana, así que tenía mis dudas.  Y sí, luego me confirmaron que no trabajan ni sábados ni domingos.

Aún así me lancé de noche al Centro Antirrábico a buscarlo.  Obviamente, como era de noche, no pude cerciorarme que estuviese ahí, pero no sé por qué me vine a casa con la esperanza de que así era. 

Dejé un recado en la puerta de cristal del lugar con la ubicación de mi casa, el nombre de mi hijo mayor (Dalí Miguel) y mi súplica: ¡Por favor, no lo sacrifiquen!

El martes amanecí ahí.  Honestamente, iba muy contenta y armada con su correa y una sábana para regresarnos juntos en taxi, pues mi coche sigue en el taller (esa es otra historia).

Por ese recado, a mi llegada, ya tenían el antecedente las casi 10 personas que trabajan ahí y que estaban todas juntas en la recepción.  La mayor parte hombres.  Solo dos mujeres, una de ellas veterinaria.

Les expliqué a detalle de dónde creía que lo habían recogido y hasta ese día no habían pasado por ahí (ellos pasan por calles de donde reciben reportes). 

Así que ahí mis esperanzas y optimismo comenzaron a convertirse en todo lo contrario, pues significaba no tener la certeza de si Dalí seguía con vida, si lo habían metido a un taller donde probablemente pasaría el resto de su vida amarrado, si lo habían envenenado o atropellado.

Llegué a mala hora pues aunque era súper temprano, apenas la hora en que abrían, cuatro hombres estaban tras bambalinas sacrificando a los animales y por esa razón me negaron el acceso.

Supliqué mucho que me dejaran pasar y que si era necesario detuvieran los sacrificios para poder entrar y asegurarme que él no estaba ahí; la doctora me sugirió que esperara a que terminaran de “dormir” a los perritos (¿¡ya para qué!?) y yo me quedé impávida.

No sé si los conmoví (aún yo estaba controlada entonces) o los harté, el caso es que me hicieron caso o me dieron por mi lado.  Detuvieron los asesinatos de perritos para entrar a ver si estaba Miguel ahí.

Apenas crucé la puerta y miles de lágrimas comenzaron a rodar en mis mejillas y lloré y lloré con mucho sentimiento.  Primero, porque era casi un hecho que Dalí no estaba ahí según lo que platiqué con esas personas.  Estaba desilusionada.  Pero, también por lo que vi ahí dentro.

Me pasaron solamente al área donde estaban asesinando a esos inocentes… había excremento y orines por todos lados, pues los perros no controlan esfínteres por el miedo que tienen a ese sufrimiento.

Había perros sin vida, de todos tamaños, en bolsas de plástico y decenas de canes en dos jaulas comunes, que fueron las que me mostraron.  No puedo olvidar los ojitos de súplica de esos “niños”, estaban aterrados y esperanzados a que yo los rescatara a todos.

Miguel no estaba ahí y yo no podía parar de llorar.  Eran las 9:30 horas y salí de ahí casi corriendo.  Solo atiné a levantar la mano a modo de despedida de todos los que estaban en recepción… solo escuché a la veterinaria decirme en tono de regaño:

“¡Por eso no queríamos dejarla pasar, por eso mismo!”…

Me detuve en la esquina llorando amargamente, no podía respirar y así me regresé a casa, llorando en el Metro inconsolablemente.  La gente me veía y a mí me valía madres que se dieran cuenta… me dolía todo el interior.  No pude parar de llorar hasta las 13:00 horas que fui por Juan Pablo al colegio.

Ese día caminé muchísimo pegando pósters de Dalí Miguel en los que ofrecía una recompensa, tarea que continué el día de hoy.

Todas estas noches no he podido dormir, he estado esperando la llamada, la noticia… Nada.

Hoy, después de las 15:00 horas, volví a ir al Antirrábico, esta vez armada con pósters que continué pegando camino al Metro.  Esta vez me acompañaron Manotas y mamá.

Estaban dos personas, dos hombres mayores.  Los empleados administrativos y veterinarios ya se habían retirado.

De inmediato me dejaron pasar una vez les entregué el póster de la búsqueda.  Otra vez, me llevaron a las jaulas comunes.

Vi una perrita hermosa, de raza fina que desconozco el nombre.  Tenía una bola colgando por detrás, roja, en carne viva.  Me comentaron que era su matriz y que por esa jaula comenzarán los sacrificios mañana temprano (sacrifican martes y viernes –cultura general-).  Había perros lindísimos, que se veían que habían sido mascotas bien cuidadas y otros que nunca tuvieron la suerte de tener una familia y que por fin (desgraciadamente) habían llegado al final de su triste vida.

Mucha gente cree que en estos lugares sacrifican con inyecciones de las que los veterinarios particulares utilizan para practicar la eutanasia a las mascotas de sus clientes y que son dos.  Una para dormirlos y otra que les provoca el infarto fulminante.  Aplican la primera para que no sea dolorosa su muerte.

No.  La realidad es que los mojan y les ponen cables de corriente eléctrica.  Así es como mueren.  Con dolor, terror y miedo.

Iba de regreso a la recepción donde me esperaban mis dos acompañantes ansiosos, pues Juan Pablo no tiene acceso a las jaulas por su edad.... pero hice lo que el martes no hice: pedí oportunidad de ver los pasillos de jaulas individuales.  Solo estaban ocupadas las primeras 10 del primer pasillo.

Vi un perro, otro, otro más y al llegar a la última…

...

¡Ahí estaba Dalí Miguel!

¡No crean, tenía mis dudas, porque estaba sucio y delgadísimo!  Así que tuve qué pedirle a mamá que entrara ella a confirmar mis sospechas, pues aunque le hablé por su nombre y me respondió moviendo la cola de felicidad, aún lo dudaba.  Y en realidad no lo dudaba, ¡sino que no lo podía creer!

Mamá entró y sí.  Confirmado (aunque la vi dudosa). 

Pues ya me explicaron que ellos no pueden entregarme a mi mascota, sino que mañana a primera hora debo presentarme.  Me harán llenar una carta responsiva y ahí pueden esterilizarlo (castrarlo) y eso será lo que pediré.

Volví a entrar yo a cambiarlo de jaula para que los empleados supieran que ese perro ya fue reclamado.  Se dejó agarrar solo por mí (como siempre) y se quería venir conmigo.  El señor que amablemente estaba conmigo me dijo:  "No hay duda, es su perro".

Le dije a Miguel que no se preocupara, que mañana iré por él, que tuviera paciencia y que espero que haya aprendido la lección (como yo).

Estoy tan tan tan feliz.

Las últimas noches, con el silencio de la madrugada, cada ladrido por más lejano que se escuchara, me parecía que era Miguel y salía a buscarlo, pero nunca dí con esas voces.

Mañana amaneceré ahí.  Sé que debe estar preocupado y ansioso (como su madre).

¡Gracias a Dios!

lunes, 3 de octubre de 2011

¿Dónde estás?



El sábado, dejé salir a Dalí Miguel, como siempre, a la calle.

No habíamos estado en casa casi en todo el día, así que él salió a estirar las piernas a eso de las seis de la tarde.

Es hora que no llega.

Es hora que lo estamos esperando.

Me da miedo que no regrese. 

Hoy que llegué del Súper, la casa se sentía sola.  Extrañé sus brincos de felicidad tan solo verme.

Dos noches y sus días sin volver a su casa y yo sin poder dormir.  No sé dónde está.

¡Te extraño, Miguel, regresa a casa!