lunes, 4 de agosto de 2014

Volver a empezar


Aquí de nuevo.

Anoche recibí un comentario en este blog y fue como una alarma para recordar lo olvidado que tengo este espacio.

A ponerme al día.

Huí en febrero de este año de aquel trabajo que les conté.  Fue despido y para mí fue como una bocanada de aire. 

La pasaba llorando, pues sabía que no me esperaba ningún tipo de crecimiento y, lo peor, mi trabajo no estaba siendo valorado y los malos tratos ya estaban tornándose en un tipo de violencia laboral (a ese grado).

El despido en esta ocasión fue diferente, pues la primera vez le lloré y guardé luto durante dos años a ese empresa y traje la camiseta muy bien puesta hasta el 17 de febrero de 2014, mi último día en ese lugar.

Tardé exactamente nueve días en volver a trabajar, sólo fui a seis entrevistas en un lapso de tres días.  Pude comprarme coche.

Ese nuevo trabajo estaba muy lejos, era uno de los dos principales inconvenientes, porque el otro era la inestabilidad.

En Junio, volví a quedarme sin fuente de ingresos, pero sólo estuve desempleada dos días.

Hoy estoy trabajando de nuevo en el automovilismo deportivo, bajo la batuta de un patrón al que conozco desde hace 14 años.

Lo padre es que es un tema muy conocido para mí, estoy a tres minutos de mi hogar y conozco perfectamente el talón de Aquiles de mi jefe, así que sé en qué terrenos moverme para evitarme conflictos laborales.

Tengo casi todos los fines de semana disponibles para mí, aunque, por la naturaleza del trabajo, tengo qué apoyar labores algunos fines de semana por el mismo sueldo.

Sin embargo, hoy estoy en un punto en que prefiero tener tiempo para mí, para Juan Pablo, para descansar, que tener algo de dinero disponible, pero sin tiempo para disfrutarlo.

La situación económica no es sencilla, pues el padre de mi hijo está desempleado desde mayo y yo, sinceramente, no le veo ganas ni mala intenciones de activarse pronto, así que cargar totalmente con la carretilla está bien cabrón.

En fin, no se puede tener todo en la vida.

¿No lo creen?

lunes, 6 de enero de 2014

Quiero salir corriendo...


Convencida estoy.

Ya no quiero trabajar en donde estoy.

No es que no me guste lo que hago.  La verdad es que adoro, estoy enamorada de lo que hago, pero simplemente el ambiente de trabajo es muy pesado.

Han sido 19 meses muy difíciles de sobrellevar con quien hace las veces de jefe.

No quiero entrar en detalles porque no acabaría, pero he aceptado desde hace un par de meses que estoy siendo objeto de una especie de bullying laboral y estoy muy decepcionada.

Lamento mucho haber abandonado mis tres trabajos que tenía, pues no sólo los perdí, sino que dejé de recibir lo que ellos me daban, pero sobre todo, la tranquilidad de trabajar en un buen ambiente.

Hace casi 9 años, cuando me despidieron en el 2005 de este mismo empleo, juré por todo y ante todo que volvería.  No sé qué estaba pensando.

Hoy ya tengo varias semanas buscando nuevos horizontes.

Dios quiera que se de.

No quiero que pase mucho tiempo antes de poder colocarme en un mejor lugar, con mejores personas.

Espero sea rápido porque el hecho de ser mamá y que todos los días mi hijo me despierta con una sonrisa es lo que ha evitado que caiga en una profunda depresión.

Me cuesta mucho venir al trabajo.

Me cuesta  mucho dirigirle la palabra y el verlo me provoca aversión.  Nunca había detestado tanto a una persona, pero el hecho de que sea tan miserable  y abusivo no puede provocarme otro sentimiento.