lunes, 23 de enero de 2012

Queriendo volver a mi negro pasado

Alguna vez les platiqué de lo frustrada que viví profesionalmente 10 años de mi vida, tiempo que ejercí lo que estudié: secretariado.

Papá, que en paz descanse, nos dio educación particular a los tres, pese a que no éramos ricos, más bien, en verdad, papá se partió el lomo toda su vida para darnos lo mejor.

Soy la menor de sus tres hijos y solo yo estuve en escuela pública en parte de mi vida: la Prepa.  Según él, matricularme en esa Prepa era aplicarme "un castigo", pues no obtuve mi pase directo en la Preparatoria del Colegio Mexicano en el que estuve de Preescolar a Secundaria.

La época que más recuerdo con felicidad es justamente la Prepa.

Cuando terminé esos dos años de estudio, honestamente, yo no sabía qué estudiar y mi papá no quiso que perdiera tiempo, así que él y mi mamá decidieron que estudiara para Asistente Ejecutiva Bilingüe, “porque no vas a aguantar una carrera de cuatro o más años”.

Es cierto, yo no sabía qué quería hacer de mi vida, pero definitivamente yo no quería ser la secretaria de nadie.  Pero “donde manda capitán no gobierna marinero”, tuve qué aceptar esa única opción que me dieron y aún recuerdo la amargura con la que fui a inscribirme y con la que me presenté el primer día de clases.

Me frustraba que, después de vivir dos hermosos años de libertad estudiantil, rodeada de hombres por primera vez en mi vida, otra vez estaba en un colegio 100 por ciento femenino y que, aunque no era manejado por religiosas, los directivos nos trataban como si lo fueran: nada de ropa provocativa, nada de maquillaje sobrecargado, nada de jeans, nada de palabrotas, etc.

Creo que no me costó mucho trabajo aplicarme a las materias, pues aunque quisiera no podía dormirme en mis laureles en ese sentido, pues el primer año de clases el pase era de 85 puntos y el segundo de 90, con materias en inglés y español (todas).

Pronto me enamoré de la taquigrafía, la mecanografía veloz, la ortografía y la redacción, las cuales aún domino al 100 por ciento y hasta las he ido perfeccionando al paso del tiempo.

De secretaria trabajé un total de 10 años en un total de cinco empresas y por cosas del destino todo esto en el sector financiero y jurídico.

Fui muy inquieta.  No duraba mucho en el puesto inicial y comenzaba a escalar peldaños rápidamente, tanto, que para antes de los tres años cumplidos en cada uno de estos lugares, ya no había para dónde subir y terminaba por buscar otro empleo, nuevos retos.

Además, me molestaba mucho que, además de las tareas profesionales que debía desempeñar, también tenía qué servir café y esto no sé por qué lo relacionaba con funciones típicas de la servidumbre y me re-molestaba hacerlo.

Siempre he dicho que Dios es muy grande y que al terminar esos 10 años era una de sus consentidas, pues prácticamente al mismo tiempo que me entró el gusanito de ser periodista se me dio la oportunidad de oro de serlo.

Sobra decir que este es mi mundo, mi habitat natural, para esto nací.  Estoy ciegamente enamorada de mi profesión por vocación.

Debo reconocer que las veces que me he quedado sin empleo en estos nuevos 11 años, jamás pensé en la posibilidad de volver a ser la secretaria de alguien.

Yo lo considero “un negro pasado”, pues volver a hacer esas funciones sería como retroceder y como no busqué nunca trabajo de ese tipo, no tenía le menor idea de cómo está la paga en ese ramo.

El viernes me llamaron de una empresa relativamente nueva en Fianzas.  No sé mucho al respecto, pero creo que existen firmas mucho más populares que ésa, pero acepté ir a la cita porque alguna vez fui a su edificio y me encantó (no sé porqué y no sé si a ustedes les pase, pero a mí me gusta trabajar en lugares agradables a la vista), porque me queda muy cerca de la casa y el colegio de mi hijo y porque donde estoy no me han dado planta y la paga no es nada buena.

Ya fui a la entrevista y efectivamente, es para cubrir una plaza de asistente de una Subdirección.

Por lo que pude ver, hay mucho trabajo.  Muchas secretarias.  Todas tenían rostro cansado.  Sus cabellos lo reflejaban porque los traían, todas, desaliñados, como cuando estás con una enorme carga de trabajo y te pasas constantemente la mano por el pelo y al final lo dejas de todas formas menos presentable.

El tipo que me entrevistó es la persona que requiere la asistente.  Creo que tengo mal hecho mi CV porque cuando lo tenía en orden de empleos sentía que confundiría a los reclutadores al tener  experiencia en distintos giros de forma intercalada, es decir, una época fui asistente, luego periodista, luego vendedora y otra vez periodista.  Así que opté por acomodar mi experiencia por giro, entonces lo primero que vio mi entrevistador fue mi experiencia como coordinador editorial y periodista.

Me escuchó con mediana atención, pues cuando no sonaba su Iphone, lo hacía la extensión interna de su oficina, entraba gente a dejarle expedientes o algún agente a saludarlo y nos interrumpían.

A final de cuentas me dijo que quería a alguien con experiencia en el ramo y yo le comenté que si bien es cierto yo no conocía nada de Fianzas, sí conocía a fondo la asistencia a más de 10 personas y también el sector financiero y de asesorías de negocios.  Sin embargo, me dejó en claro que entrevistaría a cuatro candidatas más y que checaría si ellas tienen esa experiencia en seguros que tanto necesita aunque yo sea buena para aprender rápido.

Hasta ese momento, yo todavía estaba convencida de que si no se daba ese trabajo para mí, era porque no me tocaba y porque estoy enamorada del periodismo.

Cuando habló de ingresos y prestaciones mi mentalidad cambió.

Es increíble cómo las asistentes ganan casi el doble de lo que gano en la revista de bodas (con razón tengo qué tener dos empleos más) y muchas prestaciones que desde hace siete años perdí al salirme del periódico.

Hoy tengo la intención de renunciar a esto del periodismo, al menos del de tiempo completo, y volver a buscar “de lo mío”.

jueves, 19 de enero de 2012

Ellos son...

Hace muchos meses que no voy al palacio a verlos, y los extraño, pero ellos son la Banda de Música de la Ciudad de Monterrey.

Tengo muchos años siendo su fan.

Qué lástima que aquí no puedan escucharlos como tenemos oportunidad de hacerlo domingo a domingo.

Este domingo, ahí estaré... si Dios quiere.

sábado, 7 de enero de 2012

Disculpa pública


Ayer viernes, tuve qué tomar la decisión de eliminar un post de mi blog titulado Pie Izquierdo.

No puedo llamarle privacidad al espacio de mi vida que ha sido invadido en los últimos meses, porque soy dueña de una cuenta en Feisbuc y tengo este blog que, gracias a Dios, tiene algo de tráfico diariamente, pero sí que gente mal-intencionada ha estado hurgando en mi mundo para dar con no-sé-qué-cosa y por ello y tras el consejo de dos personas, decidí eliminarla.

Es la primera vez que me reservo el derecho de publicar un comentario, por eso me di cuenta que ya están navegando en mi blog ahora esas personas, así que opté, además de no publicar la “opinión” de alguien que, obviamente, no se identificó, eliminar esa entrada mía.

Si están con el “pendiente” o deseo de saber ustedes cómo me encuentro ahora, les puedo decir que mejor, mucho más tranquila y poniendo todo en manos de Dios.

Ofrezco una disculpa a quienes se tomaron la molestia de escribirme en esa entrada.  En verdad, atesoro mucho sus comentarios y palabras.  Al borrarlo me dolió mucho justamente por sus comentarios, porque se tomaron la molestia no solo de leerme, sino de también brindarme palabras de aliento.

Les mando un gran abrazo a mis amigos lectores y a quienes sigo de igual manera: Ahuizotl, Janus, Vane, SpIcE, El Anónimo que no se identificó, y las otras personas que me escribieron sobre el tema.

Los aprecio mucho a todos.