miércoles, 31 de agosto de 2011

Los vecinos... y Juanita

Vivo en un rincón del Centro de Monterrey, pero lejos del bullicio que rodea a los
comercios céntricos, así que alejen de sus pensamientos la idea de que a la puerta de mi casa pasa un ruta 4 ó un ruta 70, porque no es por ahí.

El asunto es que tengo de todo como vecinos. Unos son bien vaciados, otros lo que le sigue al calificativo “insoportables”, y también algunos con historias bien chidas.

Empezaré por los que me hacen la vida de cuadritos.  Pero no pares de leer porque la última historia es digna de admirarse.

A un lado de mi casa vive una familia Tigre (giuc).  Los hijos, ya son adultos.  El mayor ya tiene siglos casado y vive lejos de ahí desde entonces, así que solo diario va a comer lo que guisa la cuñada (que es mi amiga y me cae muy bien) al trabajar en un sitio céntrico.

La soltera, pasa de los 30, es guapa y sumamente agradable y trabajadora.  No sé porque ni mano le han puesto, también me cae muy bien.

De hecho, mal no me caen, lo que me molesta son ciertas actitudes que afectan a los vecinos.

El esposo de mi amiga es un desmadre tratándose de fiestas, pues es muy ruidoso.

Cuando se casó dimos gracias al cielo porque sus pedas terminarían.  Sin embargo, su mamá, qepd, enfermó y en un momento de gravedad el monito éste se regresó con todo y esposa e hija a la casa paterna.

Mientras Doña Any estuvo enferma no hubo fiestas. Cuando murió, obvio, menos… Pero después del año de fallecida todo volvió a la triste realidad, él nunca se regresó a su casa y su terraza se convierte en una cantina hogareña.

Ese espacio colinda justamente con las habitaciones que ocupamos Manotas y yo y mi santa madre, así que somos víctimas de su ruidazo, gritos, cantos desafinados a todo pulmón, música a tope, el partido de futbol a todo volumen… a ellos no les importa si ganan, pierden, empatan o se mueren los Tigres (giuc), ellos como quiera “festejan”.

Me he visto en la penosa necesidad de llamar a mi amiga para pedirle que le bajen a su desmadrito y le bajan.  Pues no importa que sea lunes o miércoles, la peda sigue, eso es seguro. 

Hay veces que la bacanal dura desde las 4 de la tarde de un día y termina en la madrugada de dos días después, con lapsos cortos de paz en lo que ellos se recuperan para seguir empinando el brazo con singular alegría.

En la misma acera, pero más adelante, viven tres hermanos holgazanes, uno de ellos casado, los otros dos meten a la mujer en turno a vivir lo que dura el romance, pero no solo eso, ahí vive gente que quién sabe de dónde sale.  Todos revueltos, entre niños, mujeres, hombres.  Son un caos. 

Sus fiestas las hacen en la calle y son del mismo estilo que mis vecinos de a lado. ¡Pobres Doña Julia y Don Felipe!, sus vecinos inmediatos.

Enfrente vive una que da mucha tela de dónde cortar.  Digo, uno no anda vigilando su vida, pero vive frente a mi casa y hace cosas bien curiosas. De esas cosas que uno no puede ignorar.

Es hija de los dueños de un nuevo depósito que durante toda la noche surte la cheve a los dos grupos de borrachos que ya platiqué (si ocupan cheve a deshoras, avísenme y les digo dónde les venden sin temor alguno). 

Ella estudió una carrera, pero no la ejerció jamás.  A ella le gustó dedicarse a la profesión más vieja de la historia (échale coco para que adivines cuál es).

Es muy guapa, tiene cuerpo como de plástico y no está operada, pero está más paseada que la carriola que usó Manotas de chiquito.

Sale temprano a pie, con zapatos y ropas padres que nunca repite, y regresa con un hombre. 

Se mete, se lava ahí, se vuelve a arreglar y llega otro.  Se van.

Regresa, se mete, se lava ahí y llega otro.  Y así le sigue hasta el día siguiente.  A todos los besa con amor y pasión.  Osea ¿cómo ignorarlo?

Y el lado bueno de mis vecinos es una señora de la tercera edad que merece un lugar especial en el universo.

Juanita Moreno.



Sus padres tenían muchas propiedades, razón por la que en aquellos años no tenían problemas económicos.

Ella se casó y tuvo dos hijos varones, ahora ya sexagenarios, pero es tan buena, que la gente que la conocía le dejaban a sus hijos con la promesa de regresar “después”.  Nunca lo hacían.

En total, Juanita tuvo más de 30 hijos.  Si platicas con ella comienza a hacer la cuenta:

“Primero llegaron Teresa, Ángela, Alejandra, Pilar, María, José, Eusebio, Ofelia y Alejandra que eran hijos de mi tía Teresa que me los encomendó en su lecho de muerte…

“Luego llegaron Ramón, Antonio, Arturo, Sandra, César, Maribel, María Antonia, Juan, Margarita y Lupita”.

Y remata con que tuvo otros seis más que vivieron con ella por temporadas.  Eran huérfanos o enfermos que luego fueron recogidos por familiares, aunque a todos los considera sus hijos.

Para mantenerlos, vendió todas las propiedades que le heredaron sus padres.  Ahora vive en una modesta casita con una de sus hijas adoptivas que trabaja en un cine.  A veces la visita el hermano de esa chica.  Él nació con malformaciones en sus piernas, así que se traslada arrastrándose en una patineta y por ello posee unos pectorales y brazos envidiables.  A él también lo crió Juanita.

Ella ya es grande, pero camina rapidísimo y siempre está presente en las actividades en la iglesia.  Su sueño ahora es apoyar ¡en una casa de ancianos!, pues dice que tiene mucho amor por dar.

“Hay de todo en la viña del Señor”… dicen.  Yo digo que en mi barrio, porque el Centro no es colonia, hay de todo como en botica.

4 comentarios:

  1. pues asi hay cada caso y te entiendo, e presentame q tu vecina la guapa para invitarla al cine y algo mas o d perdido a tu vecina la q vende su amor pa cuando me sienta solito jajaja

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  2. que padre que conoces a todos tus vecinos y de mucho tiempo pues es tu casa donde creciste yo en mi casa donde vivo actualmente apenas tengo casi 4 años ahí... no conozco a mis vecinos solo unos pocos que no precisamente colindan con mi casa. Lo bueno de los vecinos es que llega un momento en que se vuelven como de tu familia y los quieres de verdad.

    Besos!

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  3. qué bonito, me gustó como relataste todo, excepto al final que dijiste "sigue activa en las actividades..." fue redundante, pero de ahí en fuera me encanta como escribes y describes las cosas, y más me encantó la historia de Juanita.

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  4. Anónimo. Gracias por la visita y por la observación. Ya hice la corrección.
    Un abrazo,
    Ele y Juan Pa

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