martes, 23 de agosto de 2011

Así empezó nuestra historia...

Hoy se cumple un año del reencuentro.

Por alguna razón, mi sobrina Mariana, ahora toda una quinceañera-preparatoriana, pasó unos días o esa tarde en casa de su abuelita, mi madre.

Anduvimos dando la vuelta en el carro, Mariana, Juan Pablo, mamá y yo.

Llegamos a casa y estando ahí, decidí dispararles una nieve de la Sultana.  Así que ahí vamos los cuatro a la que está ubicada en pleno Centro de Monterrey, justo en la calle Zaragoza.

No me acuerdo si pedí una nieve para mí porque la leche mortifica a mi colitis que en esos entonces me provocaba malos momentos frecuentemente.

La fila de clientes era inmensa y hacía un calor de los mil demonios.

En lo que nos servían lo que pedimos y en lo que Juan Pablo saboreaba ya su helado de choco chip, llegó mi gran amigo y colega, Jesús Carvajal, con su esposa Laura y sus hijos Amanda y Santiago y platicamos mucho, ahí, al filo del escalón de la nevería.

La calle Zaragoza, como saben los regios, es sumamente transitada.

Yo andaba en fachas, camiseta y shorts cortos. Mamá siempre me pide que salga arreglada “no vaya a ser que te encuentres al amor de tu vida”, pero a mí me da flojera sacudirme la flojera cuando ésta ya está estacionada en mí.

Parecía que era un paseo cotidiano, pero la realidad era otra.  La realidad es que mi vida estaba a punto de cambiar drásticamente.

En ese entonces, tenía seis años disfrutando mi etapa de mamá y de mujer soltera.  El amor no había tocado a mi puerta y yo no lo extrañaba. Me sentía bien.

Tenía mi cuenta de feisbuc que me abrió una de mis amigas y que jamás usé.  Sólo me llegaban a mi correo las invitaciones de gente, mismas que ignoraba.

Un día de esa misma semana, me llegó una de esas invitaciones y en ese tiempo, aquí en la oficina teníamos acceso a lo que siempre tenemos bloqueado porque al de sistemas se le olvidó bloquearnos todo después de la comida.

Así que me llegó la invitación y vi una foto milimétrica, pequeñísima de un hombre delgado.  No lo reconocí y vi que se llama  S.

No acepté la invitación, la rechacé, y la mandé a los correos eliminados. Lo hice porque el chavo no me parecía conocido ni su nombre y porque de plano no utilizaba feisbuc.

No sé por qué, pero de rato, me regresé a esa bandeja de mi correo y abrí totalmente la invitación.  No me desmayé por obra y gracia del cielo.

“¡Es el chavo de equis medio de comunicación!”, dije recriminándome.  No lo había reconocido porque tenía muchos kilos menos.  Aunque, él lo sabe, a mí me encantaba también gordito.  Realmente lo que siempre me encantó y sigue encantando son sus ojos y lo que hay dentro de ellos.  Pero fuera de eso, me parece un hombre sumamente atractivo y hasta sexy.

Efectivamente, era el colega que hacía 10 años no veía y que hacía 11 años me hacía suspirar cuando me lo encontraba en los eventos.  Solo que en esos ayeres yo estaba comprometida y él casado (aunque su status lo supe después cuando comencé a tratarlo luego del reencuentro).

Batallando e investigando, comencé a navegar en el feis, un mundo totalmente desconocido para mí hasta ese momento.  Lo encontré y le mandé un mensaje privado pidiéndole que me agregara.

Cuando me lo encontraba en los eventos por cuestiones laborales no quise siquiera conocer su nombre, pues yo tenía novio y porque S me encantaba.  Así que, en el momento que supe quién era  S, al ver a detalle su invitación para ser su amiga feisbuquera y que había rechazado no más de una hora atrás, encarecidamente le pedí que me agregara y desde ahí comenzó la historia que hoy me tiene lealmente enamorada.

Lo primero que me dijo fue que qué delgada estaba, que no parecía que tuviera ya un hijo, que estoy igualita, “igual de guapa”, fueron sus palabras.  ¡Favor que me hace!

Me explicó que me vio en esa Sultana, él iba en su Jetta por la calle Zaragoza, y yo estaba subiéndome a mi palomito, mi Platina de las mil batallas.  No se detuvo, pero me buscó a través de la red.

Nuestro amor ha sido un amor con muchísimos altibajos, pero lleno de pasión, complicidad, semejanzas o afinidades y entrega.  Justo ahora tenemos muchísimos proyectos importantes juntos.

Me hace reír muchísimo, como cuando no podía silenciar mis carcajadas desde la cocina al oírlo cantar a todo pulmón en una madrugada en la sala de mi casa.  Dijo que era la primera serenata que me regalaba ahora que está aprendiendo a tocar su guitarra que cariñosamente llama Metallica.

La historia, ya lo dije una vez en este rincón, no ha sido fácil.  No han faltado las terceras personas que han tratado de destruir lo nuestro, pero el amor siempre ha estado ahí, a nuestra manera.

Desde hace poco dejé de idolatrar esa red social, pues luego de esa felicidad me trajo muchos sinsabores que quiero olvidar y desterrar de mi pasado y pensamientos.  Así que el primer paso era eliminar esa cuenta y no usarla jamás.

Hoy estamos juntos, a nuestra manera… gracias a ese antojo extraño y nada común de comer nieve.



5 comentarios:

  1. Felicidades por cumplir ese primer año del reencuentro!!!

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  2. Elenita te deseo toda la felicidad que mereces =), te quiero amiga
    Monserrat

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  3. Felicidades! en este primer año, que sean muchos mas!

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  4. Dice la sabía abuela de un amigo "si no te gustan en fachas mejor olvídate de ella". Parece que tu madre está muy equivocada con eso de arreglarse por si se aparece el amor de tu vida, lo mejor es que te encuentre fachuda porque así sabrás que te quiere por quién eres y no sólo por como te arreglas.

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