miércoles, 10 de agosto de 2011

Amores perros

No es que una se vuelva insensible. Más bien, creo que las prioridades cambian.

Hace algunos años, antes de ser mamá, no soportaba ver perros abandonados en la calle.  No podía recogerlos todos, pero mínimo les daba de comer y así.

Fue en febrero de 2004 cuando conocí a Lucas Benjamín.  Justo tenía un mes de haber comenzado los preparativos de mi boda, así que al verlo con inicios de sarna solo pude decir: “pobrecito, perrito”.

Sin embargo, Lucrecio permaneció muchos meses “viviendo” en la cuadra de mi casa y yo gaste y gaste dinero en un evento patético e inútil y sin poder recogerlo.  Así que solo lo veía empeorar de su problema de la piel y me volteaba a otro lado, pues simplemente no podía ayudarlo.

Poco a poco, Lucrecio Benjamino se convirtió en el perro de todos y de nadie.  Cuando cualquier vecino llegaba a casa de trabajar, él corría hasta su coche para recibirlo a brincos, pero apenas si volteaban a verlo.

Me casé en septiembre.  Para noviembre, estaba irreconocible.  Casi no tenía cabello y olía a putrefacción.



No lo pensé más y le pedí ayuda a un vecino para agarrarlo.  Batallamos, pero lo metimos a una caja de madera y lo llevamos a una de las veterinarias que apoyan la causa de Pro Defensa Animal con precios económicos.

Ahí vivió Lucas de noviembre de 2004 a febrero de 2005.  Había que cubrir el costo de hospedaje, alimentación y medicamentos en lo que sanaba.  Así que lo hice a escondidas de J, porque no le gustaba que "anduviera yo en esos trotes", en sus palabras.

A las pocas semanas de que fuera internado, me enteré que estaba embarazada y de alto riesgo, así que no pude ir más a ver a Lucas.  Solo le daba dinero y comida a un amigo para que se encargara de llevarlos a la doctora.

Lucas fue puesto en adopción.  La persona interesada no estaba muy convencida y hasta pagó un corte de cola para verlo más hermoso.

En febrero lo adoptó y yo no pude si quiera despedirme de él, pues estaba viviendo mi segunda y más peligrosa de las amenazas de aborto que sufrí.

Un día de mayo, llegué del súper a casa.  Mamá me recibió con la novedad de que Lucas había regresado.  La chava había hablado días antes para comentar que lo regresaría porque simplemente el can no pudo llevarse con otro que ella ya tenía. 

Mamá no quiso comentarme nada para no preocuparme.

Salí al patio y me quedé con la boca abierta.  Lucas Benjamín estaba gordito y su pelito le volaba al correr.




Mi mamá me dijo: “No quiero que lo des en adopción.  Ese perro ha sufrido demasiado ya”.

No sé cómo ni cuándo, pero Lucas, al poco tiempo, decidió que mi hermano y cuñada fueran sus padres adoptivos y se fue a vivir con ellos, hasta hoy.  Viven en la planta alta de casa de mi mamá, donde ellos construyeron la suya.

Hoy, es feliz y está hermoso, aunque chimuelo.  Su pobre alimentación en sus primeros meses de vida, cuando vivía en la calle, hicieron perder una a una sus piezas dentales.



En casa tengo a Dalí Miguel, otro perro que adopté con Prodan en septiembre de 2003 cuando era un cachorrito.  También es un guerrero, pues sobrevivió a la máquina tragadora de basura de un camión recolector donde seguramente lo tiraron al nacer creyendo que estaba muerto.



Luego tuve un Shitzu, Toto Carolino, que nunca se llevó bien con Miguel, y ahora vive en el Contry. 

Hace poco, mamá recogió una cachorrita abandonada, Susana, pero la tuvo mientras le conseguimos una casa y una familia.

Tanto Toto Carolino, como Susana, tienen alberca y en estos días de calor corren y corren para luego darse un chapuzón en ellas, con sus distintas familias.

Todos ellos tienen un lugar importante en nuestras vidas y corazón.


5 comentarios:

  1. excelente por ellos , parece que tienen una buena vida, yo tengo 2 pero si puiera tendria mas

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  2. Hola, Jinetito. Me tenías muy abandonada y eso no es de Dios.
    Uno de mis objetivos, algún día, es hacerme de un Gran Danés, al que le pondría Maximus.
    También quiero un Scotish Terrier negro, le pondría Serafín.
    Ele y Juan Pa

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  3. Me encanto este post. Sabes, yo creo que es de pocos saber de hacer algo BUENO por estos perros. Da tristeza ver a ninos y gente con poca educacion moral que se la pasa lastimando o asustando a estos animalitos. Aparte, la gente que no hacemos nada - ni malo ni bueno - por ellos, carecemos de educacion de deperdido involucrarnos mas en campanas protectoras de animales, ser voluntarios (trabajar gratis x un par de horas a la semana) para poder ayudar a que estas instituciones existan.

    De la unica que siempre escuche fue la de Caritas - para gente claro - pero nunca me involucre. Ahora me arrepiento.

    Da gusto leer post como este.

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  4. pues ya te twittee y Facebookeeeee --- ha ver quien mas te checa...

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  5. Gracias, NadiaR... Y qué bueno que te das la vuelta por acá. Te extrañaba.

    Ele y Juan Pa

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