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sábado, 25 de mayo de 2013

Mi campeón


Juan Pablo está terminando el primer grado de Primaria en su colegio Lasallista.

Desde vacaciones de verano del 2012, él había decidido ingresar al equipo representativo de su Alma Máter de futbol y lo hizo apenas empezó la convocatoria para ello.

Su coach fue el Profe Adrián.  Un hombre entregado, estricto, recio, pero a la vez sumamente capaz de tratar con niños. Indiscutiblemente, él será pieza clave para la formación de carácter de Juan Pablo.

El ciclo escolar cuenta con dos Temporadas de futbol.

Casi todo el año, es decir, en las dos temporadas, nos dieron grandes zarandeadas los equipos rivales.  De hecho, alguna vez, recientemente, perdimos con un vergonzoso 9-0.

La primera temporada fue un fiasco, ni siquiera ganamos el derecho de estar en octavos de final.

Juan Pablo, por su tamaño, fue tomado encuenta por su entrenador para jugar en su categoría. la 2005, y participar como refuerzo de la 2004.

Ayer, mi hijo vivió uno de los días más memorables de su infancia.  Logró coronarse campeón con su equipo de la categoría 2005, en una dramática final disputada ante su similar de la Escuela de Futbol Rayados Cumbres.

El duelo fue cerrado y terminaron el tiempo reglamentario con una igualada de 0-0.  Nuestro portero, Diego Mendoza, fue la figura, pues sacó varios balones de la raya de nuestra portería.

Nos fuimos a serie de penales y con sólo uno de diferencia logramos el campeonato.


Otra vez, no puedo describir con palabras el sentimiento que esto representó para mi Juan Pablo. Su sonrisa se dibujó en su cara y ésta no lo ha dejado desde ayer por la tarde.

Hoy, apenas se levantó, se colocó su medalla -que aún no es la de campeón pero que se mandó a hacer para premiarlos por su esfuerzo a lo largo del año por parte de las madres de familia- y no la deja ni para dormir.

No está de más decirles el gran orgullo que siento. Lo agradecida que estoy con Dios por permitirme darle a mi hijo la oportunidad de desarrollarse y divertirse en el deporte y de ser alumno de su colegio.

También estoy mucho muy agradecida, no sé cómo pagarle, con mi madre, quien pese a su edad lo llevó a muchos de sus entrenamientos a los que no puedo ir yo por cuestiones de trabajo y hasta a algunos partidos.

Por decisión propia -es otra historia que traeré mañana- su padre no fue testigo de uno de los logros más trascendentales, divertidos para nuestro hijo.

Te amo, Juan Pablo y sigue adelante.  Ya viste que puedes y eso es en todos los aspectos de la vida.

¡Orgullosamente Lasallistas!


sábado, 18 de mayo de 2013

Paseo visual por Cancún

Día Uno.
Su primer encuentro con la inmensidad del mar...




Día Dos.
Su amor por el futbol lo acompañó hasta Cancún...





Y el sueño de pasar los días y las noches en una habitación con vista al mar, se nos hizo realidad...



Listo para apoyar a sus Rayados desde Cancún, en los Cuartos de Final del Torneo Clausura 2013 ante Tigres...



Día Tres.
Una aventura llamada Captain Hook... ¡Inolvidable!
Ojo: El pirata con el que posó para la foto se me hizo gua-pí-si-mo (última imagen de este día)...










Día Cuatro.
Enamorado del mar...








Día Cinco.
Hora de decir "Hasta pronto, Cancún"






PD.- Tengo un grave problema insuperable.  No me tomo fotos. Me resisto.  Del viaje sólo tengo una que nos tomaron en Captain Hook y que me vendieron durante la cena.
Prometo tomar pronto clases para posar, porque no más nunca salgo favorecida por la lente.


viernes, 17 de mayo de 2013

Primer sueño cumplido

Hace una semana volamos a Cancún.

Tuvieron qué pasar dos años para poder realizar el sueño de mi Juan Pablo de conocer el mar.

Estuvimos allá cinco días y cuatro noches de Luna de Miel familiar junto a mi mamá.

Nos hospedamos en un hotel de ese tipo, familiar.

Nos asignaron una habitación con vista al mar, con la promesa de que éstas fueran unas vacaciones inolvidables.

Desde 2004 que no viajaba a descansar ni a la Presa La Boca.  Nunca se había podido.

No puedo describir con palabras la mirada de mi hijo cuando se encontró con la inmesidad del mar por primera vez.

Todo lo capté con la cámara (de la que no encuentro el cable para bajarlas).

Fueron días realmente increíbles.  Casi no salimos del hotel, pues éste lo tenía todo.

Sólo la noche del domingo pasado tomamos el barco del Captain Hook en el que pasamos una velada increíble para mi hijo.

Al final del viaje que tomamos al centro del océano, Captain Hook se enfrentó a Jack Sparrow y ganó la batalla.

Juan Pablo tuvo la suerte de presenciar la guerra en primera fila y cuando se decretó el triunfo de nuestro capitán, en este caso Hook, sus ojos de satisfacción y emoción iluminaron mi alma.

Él disfrutó mucho de su primer viaje a sus siete, casi ocho, años de edad.

Nadó mucho, piso la arena, entró al mar sin miedo, subió y bajó cientos de veces de los toboganes, mal comió y cuando lo hizo lo dejamos elegir y no varió mucho su menú: hamburguesas, fruta y hot dogs.

Los dos terminamos bronceadísimos y bien recargados de las pilas.

No queríamos regresar.

Nada me detiene aquí y estoy por comenzar a buscar una oportunidad de empleo en ese lugar que me tiene maravillada desde hace años, desde la primera de las cuatro veces que lo visito.

Sé que ese es el lugar ideal para que Juan Pablo crezca sano, sin (tantos) peligros, en familia.

Mamá descansó.  Le pedí que no se preocupara por nosotros, que ella se fuera a la playa o saliera del hotel cuantas veces quisiera, que yo me haría cargo de mi hijo totalmente y así lo hizo.

Tomé algunas bebidas con alcohol, no usé bikini y dormí temprano, lo que no puedo hacer aquí siempre.

Realmene estoy muy agradecida con Dios y la vida de regalarnos esta oportunidad maravillosa y tengo la firme idea de, si no encuentro trabajo pronto, viajar de una a dos veces al año a ese paraíso.

Prometo volver con fotos para compartirlas con ustedes.

Ah... creí que esta vez, como las tres anteriores en las que viajé a este lugar con el corazón roto, podría enterrar el recuerdo de Santiago, pero no pude.

Diario me despertaba pensando en él, con rencor, dolor, reproches, pero se que mi corazón está sanando. No he tenido la necesidad imperiosa de llamarlo.

Sólo es cuestión de tiempo.

Lo que sí es que amo a mi hijo y trataré siempre de cumplirle sus sueños mientras sea mi pequeño y él no trabaje para hacerlos realidad.

sábado, 23 de marzo de 2013

Luna de Miel

Hace ya varios ayeres, les compartí los sueños de Juan Pablo.
 
Por alguna u otra razón, casi todos se habían quedado ahí guardados.  No en un cajón, sino en su corazón.
 
Su madre, que soy yo, no había podido organizarse en cuestión de tiempo y económicamente hablando, pero hoy dimos ya el primer paso en firme para cumplir uno de sus más grandes anhelos.
 
Recibí una cantidad de dinero que originalmente estaba destinada al enganche de un auto nuevo, yo sería quien lo estrenara, la primera dueña.
 
Un día lo fui a ver, a probar, a elegir el color y al día siguiente recibí el dinero.
 
Cuando lo estaba contando, recordé lo mucho que me ha estado pidiendo Juan Pablo conocer el mar.

Este año, Juan Pablo cumplirá sus primeros ocho años y aún no conoce esa maravilla de Dios y la naturaleza.
 
Así que sin pensarlo, me fui a pagar sus primeras vacaciones fuera del encierro de la casa.
 
Nos iremos de Luna de Miel los tres, él, su madre y su abuelita.
 
Ya tenemos todo listo, es más, ya hasta ropa tenemos lista.

Así que salimos en unos días más, en pleno ciclo escolar y la verdad, es que estamos ansiosos.
 
Me siento muy bien, creo que supe poner en una balanza las prioridades.
 
Obviamente, el carro lo necesito, pero necesito mucho más ver sus ojos impactados por los regalos que nos da Dios.
 
A mamá y a mí nos urgen vacaciones.  Ella hace un par de años fue a Nueva York y yo no he salido desde que me casé, hace ya casi nueve años.

Así que, Cancún, ahora sí, con todo completamente liquidado, ¡ahí nos vemos pronto!
 

viernes, 28 de diciembre de 2012

Encontré al padre

Ustedes disculparán que abandono este espacio meses enteros y que hoy, cuando he posteado ya una entrada, estoy aquí de nuevo para subir otra.

Hacía días que no vía a mi jefe, pues él estuvo de vacaciones de Navidad y yo aquí en el periódico trabajando.

Su ojo vigilante vio en mi muro de FB una foto que puse de portada. 

Es Juan Pablo con tres compañeritas de salón: Caro (izq.), Mariana y Gaby.

Me dijo mi jefe textualmente...

"Oye, en una foto que pusiste de JP en el FB, me di cuenta que se parece muchísimo a Messi".

Abrió la foto y me la mostró....



 Y casi me fui de espaldas... realmente sí es muy parecido...



Cuando le diga ésto a JP se pondrá sumamente feliz, pues él lo admira y sabe que es el mejor futbolista del orbe.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Realmente apasionado

Aún ahora, un compañero del periódico hace mofa de mi antigua afición ciega al futbol.

Era de esas aficionadas de hueso colorado.  De esas que no faltaba un sólo sábado para ver a los Rayados en el Estadio.

De esas que hacía filas en la madrugada para conseguir boletos para un Clásico.  En aquellos tiempos no aspirábamos a más, pues me tocó la época mediocre de mi equipo.


Una vez entré al periódico, a la sección CANCHA, obviamente perdí ese fanatismo y lo cambié por un poco de objetividad y dejé de serlo.


Ese compañero se ríe porque cuando me entrevistaron, antes de entrar a trabajar, claro, justo ese día de la entrevista, pero por la mañana, había hecho fila durante toda la noche y parte de la mañana inútilmente por un par de boletos para el Clásico.  Me quedé a cuadra y media de llegar a las oficinas del club para comprarlos porque se acabaron.


Quien fue mi jefe en CANCHA y quien me iba a entrevistar supo de mi odisea y me pidió que escribiera una crónica de lo que viví -supuestamente sólo para leerla- en primera persona, antes de nuestra plática de probable trabajo.

Claro que ese día no me dijeron que era una fuerte candidata a ser un integrante más del staff de reporteros deportivos y mucho menos me dijo algo de la nota que había escrito minutos antes, sino que la sorpresa fue que al día siguiente mi nota fue publicada en EL NORTE, METRO y SOL, con mi firma y todo... pese a que no había sido contratada aún.


Mi compañero se burla porque escribí mi amor incondicional por los albiazules.  Es fecha que se burla de eso, sobre todo ahora que fueron eliminados por mi favorito a coronarse este domingo, los Xolos de Tijuana.


Hoy, Juan Pablo es un aficionado que me supera en todo esto.


Apenas es la primera temporada que le gusta el futbol.  Comenzó a llamarle la atención cuando yo veía la Liguilla del año pasado, por estas fechas, en las que jugó Rayados, desde la computadora de nuestro cuarto.


Ahora, Juan Pablo se la pasa viendo futbol, nacional, local e internacional.  Se sabe nombres de jugadores, equipos, números de casacas, nombres de jugadas, nombres de narradores.

Cuando duerme, habla así, dormido, por ejemplo: "Pásenle... ¡Mamá, vinieron todos los jugadores de la Liga MX a la casa!

Si juega con el XBOX sólo juega futbol.

Es su primera temporada del futbol representativo de su colegio.  No es el crack que todos esperaban, pues es un pequeño de 7 años que apenas va despertando al balompié, pero es increíble verlo jugar dos partidos seguidos con esa pasión y sin cansarse.

Me da risa que, aún y su problema de lenguaje, reclama decisiones arbitrales.

Si le cometen una falta, se tira en el piso y se queda ahí acostado hasta hacer que el Profe Adrián, su coach, hace el intento de correr hacia él para ayudarlo para levantarse de inmediato y ver hacia el graderío con una expresión en su carita de que todo está bien para su madre que lo desde ahí en compañía de otras señoras (todas jovencitas, claro!) gritonas.

Me da risa que cuando yo cubría deporte infantil me decía: "¡Qué hueva de estas señoras, estar aquí tantas horas con sus chamacos! Les gritan como si fueran profesionales....!"

Ahora soy una más y me apasiono igual o más que ellas.

Otra cosa que me causa gracia (por el momento) es que, estamos estudiando para un examen y Juan Pi, como le dicen en el colegio sus amigos, y me interrumpe para hablar de futbol.

Sabe horarios de partidos y canales.

Apenas abre los ojos y pide que le demos CANCHA, lo hojea, lee lo que puede leer (apenas está aprendiendo), lo dobla y lo pone en su mochila para llevarlo al colegio.

Está feliz porque su coach le asignó el número 15 del uniforme que apenas acaba de estrenar... cuando vio el número, algo que le causaba mucho curiosidad saber qué número le había tocado, gritó: "Mira, mamá, como Basanta... ¿el profe me habrá puesto de capitán?".

Su coach es muy bueno, enérgico, sabe mucha técnica y se las explica de manera que entiendan todos y yo creo que porque lo ve tan apasionado y que le echa muchas ganas, lo tiene como jugador de tres categorías distintas.

Tan sólo hoy, jugó dos partidos seguidos y no se cansa, se entrega.

Su papá está como pavorreal, yo creo que más que yo, pues él también fue muy buen jugador.  Llegó incluso a estar en fuerzas básicas del Puebla.

Además, a Juan Pablo, su coach no le da instrucciones desde la banca por su nombre, si no por su apellido, tal y como era conocido su padre cuando jugaba en ligas amateurs.

Hace una semana lo llevé a la exposición de MARCO, Futbol Arte y Pasión y pasó dos horas jugando en esta cancha:

No le importaron las caídas, los raspones, los golpes, fueron dos horas completitas y él estaba fascinado.

Estoy encantada por su gusto por el futbol... definitivamente.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Juan Pablo y los bebés

En el último año, Juan Pablo ha sentido a flor de piel uno de sus más grandes anhelos: tener un herman@.

Últimamente, su petición ha sido más conciente que antes.

Antes, sólo se desmoronaba cuando veía a un bebé.  Hoy, sucede lo mismo, pero pide un hermano de una forma lógica.

Estos días que descansé, la pasamos muy bien, pues mi mamá estuvo cuidando a sus otros nietos grandes y nosotros reforzamos la convivencia mamá-hijo, nada más.

Y no lo digo porque mi mamá nos estorbe, sino porque nunca la dejamos fuera de nuestros paseos.

Fuimos a McDonald's antier e iba saliendo una mujer empujando la carreola en la que llevaba a su bebé.

Juan Pablo me dijo:

"Mira, mamá, el bebé"... la frase que me ha dicho desde que le nació ese deseo de tener un bebé en nuestra pequeña familia y con esa voz de ternura que lo desmorona.

Pero me sorprendió con el remate:

"Necesitamos un esposo para poder tener un bebé.  Te casas, tienes al bebé en tu panza y el doctor lo saca para que sea mi hermana. Quiero una hermana, mamá".

Oh, por Dios....

Nunca antes me pidió con tanto fervor un juguete o algún dulce de sus favoritos de esa forma.

Me sentí tan enternecida y a la vez tan impotente de estar imposibilitada de darle un hermano.

Ya estoy grande, no vieja, para pasar un embarazo que seguro será peor de riesgoso que el que viví durante su espera.

Santiago no tiene en sus planes ser papá, como yo.

Me da pavor ser mamá soltera de dos, siento que no podría.

Por un lado está la petición de Juan Pablo y por el otro la insistencia de mis amigas mamás del colegio.

Una me dice que con un  hermano, Juan Pablo superaría cualquier problema que tenga (lenguaje, déficit de atención).  Otra, que tiene tres, me comentó esta semana que muere por un cuarto hijo y cuando le dije que qué aventada, me dijo algo muy lógico: que es más fácil tener dos que uno, porque el único deja de demandarte tanta atención.

Luego, viene la cuestión económica y así.... es el cuento de nunca acabar.

Lamento mucho no poder cumplir ese sueño de Juan Pablo y espero un día no me recrimine por darle una familia tan pequeña.

sábado, 13 de octubre de 2012

Dolor

Pese a que mi Juan Pablo tiene ya siete años, lo que pasó el jueves me hizo llorar tanto como nunca.

Fue un hecho reprobable, doloroso que terminó con casi seis horas seguidas de mi llanto de coraje, impotencia y muchísima tristeza.

En menos de una semana, Juan Pablo se sintió desairado por las famosas piñatas de sus compañeros del colegio.

Antes que nada quiero dejar claro que lo que a mí me indigna no es le hecho de que no sea tomado en cuenta pues, al ser mamá, puedo entender que a veces no hay presupuesto para invitar a todos los compañeros de salón de nuestros hijos.

También puedo entender que mucho importa a algunas madres hacer click con las mamás de los otros niños y también que ellos ya están en edad de elegir a quién invitar.

El primer hecho que me molestó fue que la maestra, a petición de una madre de familia, repartió en el salón de clases, a la hora de salida, cuando una amiga y yo estábamos en la puerta, las invitaciones de la fiesta de cumpleaños de su hijo.

El hijo de mi amiga y Juan Pablo no fueron requeridos.  Solo atiné a hacerle el comentario a esa mamá, muy amiga mía, que las maestras debería evitar la imprudencia de hacer algo de este tipo.

Juan Pablo es un niño exageradamente sentimental, así que sí sintió que no fue tomado en cuenta, pero al rato lo olvidamos los dos.

Lo que pasó el jueves fue lo siguiente.

Manotas, al no verme en la puerta del salón a la hora de salida, quería comenzar a llorar, pero su maestra le dijo que hiciera tiempo yendo a su escritorio, con una mamá que estaba llenando ahí las invitaciones de la fiesta de su hija, para recoger la suya.

Ahí estaba un montón de chamacos rodeando a la señora.  Ella le entregó una invitación a Juan Pablo y él la alzó muy contento, pero algo le dijo la niña a su mamá que la señora se la arrebató de las manos y mi hijo puso su cara de tristeza.

A los pocos minutos, la mamá, la hija y la maestra estaban afuera del salón, muy cerca de mí y entonces salió Juan Pablo.

Deliberadamente pregunté a mi hijo por su invitación, aquella que su maestra le dijo que recogiera mientras yo pasaba por él y me dijo: "No me dieron, mamá".

La maestra escuchó nuestra plática y le comentó a la señora que Juan Pablo estaba en la lista de sus invitados y la hija le dijo: "No, yo no estoy invitando a Juan Pablo, estoy invitando a Pablo"; su madre sólo sonrió con los labios torcidos.

Salí de ahí conteniendo el llanto, pero al comentarle por celular a otra amiga del colegio me solté a llorar hasta las 8:30 de la noche.

Me dio tanto coraje que un adulto hiciera algo así.

Me quejé con la directora de Primaria Menor y no le puso atención a mi queja.  Más molesta estoy todavía.

Ellas creen que me molesta el que mi hijo se haya perdido una fiesta, cuando en realidad lo que me DUELE en el alma es que lo hayan lastimado de esa forma.

No sé dónde tienen los valores algunos padres de familia y cómo fomentan el bullying y la discriminación en sus hijos.

Yo creo que nunca van a corregir esa actitud y menos si la escuela lo permite.

sábado, 6 de octubre de 2012

Futbol y Beisbol

En la recta final de las vacaciones de verano, Juan Pablo tuvo su primer encuentro con el Deporte.

Estaba fastidiado peloteando en el porche de la casa de mamá y ahí la tenía a ella jugando al futbol en ese lugar.

Apenas en la liguilla pasada Juan Pablo se enamoró del balompié, y eso porque me puse a ver la Final en la computadora y me vio gritar con loca y desde ahí, él quedó atrapado en ese deporte.

Retomando lo inicial, ese día que peloteaban en plena tarde de verano caluroso, pasó un chamaco pre-adolescente, y al verlos, los invitó a presentarse a la Liga Pequeña más cercana de casa.

Juan Pablo no ha faltado un solo día.

Yo estoy encantada con Don Juan y César, sus entrenadores.  Son exigentes, estrictos, disciplinados y sumamente pacientes.

Siento que mi hijo se ha desenvuelto excelentemente.  Lo veo más sociable y es exageradamente puntual, como su madre.

Se ve feliz.

El año pasado, Juan Pablo estuvo la mitad del ciclo escolar en el equipo de Karate del colegio.  También me gustaba mucho la forma de trabajar de su Sen Sei, sumamente estricto también.  Juan Pablo estaba encantado.

Sin embargo, mi hijo esperaba impaciente el inicio de este ciclo escolar, su primer año en Primaria, para que lo inscribiera en el equipo de futbol del colegio.

A mí me da miedo eso del bullying, y una buena amiga del colegio me dijo que esa era una buena forma de "protegerlo", pues Juan Pablo podría hacer así amigos de otros grados que podrían "defenderlo" en caso de encontrarse en desventaja en algún momento del horario de clase.

Bajo esa óptica lo llevé, pero bajo la óptica de mi hijo él iba dispuesto a aprender, a comprometerse con el equipo.

El coach Adrián, su entrenador de futbol, realmente es increíble.  Exageradamente rudo y exigente y eso me encanta.  Siempre, al final de los entrenamientos, pide disculpas por cómo le habla al niño y yo lo veo genial.  No lo ofende, no lo insulta, simplemente le infunde disciplina.  Así que le dejé carta abierta para que lo guíe como mejor le parezca.

Resulta que el horario del futbol es el mismo que el de Karate, así que dejé elegir a mi hijo y él optó por el balompié.

Ya tiene un par de tachones, su uniforme de entrenamiento y vamos a comprar ya su uniforme para los partidos.

También lo veo feliz, desenvuelto.

Este jueves inició la temporada.  Está con niños de tercer y cuarto año, dado el año de su nacimiento y estatura.  Juan Pablo, al igual que en los salones de clases, es el grandote del equipo.

Debo reconocer que le falta mucho de táctica y perderle miedo a los balonazos, pero lo veo increíblemente feliz, realizado.

Debutó el equipo con un 2-1 adverso, ante su similiar Llanes Toro.

- "Mamá, me divertí mucho", me dijo mi hijo cuando regresábamos a casa.

- "¡Eso es, Juan Pablo! independientemente del resultado, ganen, pierdan o empaten, siempre debes tener en mente divertirte y disfrutarlo, para eso es el deporte", le dije yo.

Siento que es muy feliz.  Ya no se ve presionado por terapias, trabajo extra académico, repeticiones orales para mejorar su lenguaje.

Sin embargo, el jueves tengo cita de nuevo con la maestra y la psicóloga del colegio.  Me siento triste porque seguramente me dirán que necesita retomar sus terapias.

La verdad, me siento frustrada. Preocupada porque son carísimas y no sé por qué mi situación económica no termina de despegar, al contrario, siento que se "aplatana" más y más.

martes, 31 de julio de 2012

Tres años y contando

Este será, si Dios quiere, el cuarto ciclo escolar de Juan Pablo en su colegio.

El primer año, pese a que tenía pésimos ingresos, me fue muy bien con los pagos de todo.  Creo yo que fui muy bien organizada.

En los últimos dos, no tanto, pero salí a flote.

A partir del segundo ciclo, no recuerdo por qué, me acerqué al "papá" antes de los pagos fuertes de inicio de ciclo escolar, pidiéndole apoyo para librar ese primer tirón, siempre aclarando que sería solo en ese momento y que de las mensualidades yo me haría cargo.

Esos dos últimos años de preescolar abiertamente me dijo que no me iba a apoyar ni sólo al inicio y que mejor lo llevara a una escuela pública.

Entonces le hice una contra propuesta, que me diera lo que piden a los papás de niños de escuelas públicas al año, que no es ni la mitad de una mensualidad del colegio porque definitivamente que en una de ese tipo no podrían darle la atención que necesita el niño por sus problemas de TDA y lenguaje.

Había evitado invitarlo a involucrarse en cosas del colegio por la misma situación, pero decidí invitarlo al cierre del ciclo escolar reciente porque era además el cierre de una etapa de la vida de JP.

A este hombre lo ví contento y admirado por el colegio, sus instalaciones, sus maestras, sus actividades y pensé que ahora sí tendría un motivo para unirse a los gastos de inicio de ciclo escolar.

Pensé que no me había equivocado hasta hace unos momentos.

Cuando volví a tocar el tema del apoyo para Primaria, que es la etapa a la que entrará mi hijo, él se vio más dispuesto.

Tiene como tres meses negándole paseos, juguetes, ropa a Juan Pablo -delante de mi mamá- bajo el argumento siguiente:

- "No podemos (salir, comprar, darte) porque estoy ahorrando para darle dinero a tu mamá para el colegio".

Luego, hace un mes le recordé que ya está el tirón fuerte encima y me habló de un bono que recibiría y del que la gente de RH de su empresa me daría el 20 por ciento del total que le corresponde al niño, pero que también me daría él el resto para el colegio.

Llegó esa quincena y no vino ningún bono y dijo que hoy llegaba.

Sin embargo, la gente de RH me informó que no viene ningún extra depositado a favor del niño.  Así que decidí ponerlo al tanto de esta última noticia y me sale con que el viernes le dará a mi madre el 20 por ciento de los 3 mil 900 pesos que le dieron de supuestas "utilidades".

780 pesos, para un desembolso total de una cifra de cuatro ceros.

Me encabroné.

Y no porque me siga sorprendiendo, de hecho, tengo prácticamente todo resuelto (aunque de última hora y eso provoca demasiado estrés), sino que me molesta que todos estos meses le haya negado a SU hijo tantas cosas -baratas- bajo el argumento de estar ahorrando para su escuela.

Ahora pienso y pienso de qué estará hecho este tipo, cuestiono su cariño por Juan Pablo, me cuestiono a qué demonios viene una "persona" así a este mundo.

En verdad ¡qué poca madre!

sábado, 23 de junio de 2012

¡De repente creció!

Ayer, viernes 22 de Junio de 2012, Juan Pablo cerró el primer ciclo de su vida estudiantil, al concluir su etapa en Preescolar, en el colegio.

Fue el último día de clases y su fiesta de graduación.  Hace unos días la misa de acción de gracias.

Aún falta el acto académico y otra actividad en la que seguramente me pondré a llorar como Magdalena (traeré reseña y fotos).

Tantos recuerdos y tanto agradecimiento a sus maestras, especialmente a su maestra Rosina, quien lo guió durante los últimos dos años...

¡Gracias a Dios por permitirnos vivir esta experiencia y esperando que me siga dando la oportunidad de que continúe sus estudios en un colegio que me tiene realmente satisfecha y a él, feliz!


Esta es la foto de generación 2009-2012.


El martes pasado, fue la Misa de Acción de Gracias...


 Así bajó a formarse hoy por última vez.







Amigable.  Así dejó huella Juan Pablo en sus maestras de Preescolar.  Así amaneció publicado afuera de la oficina del colegio.





Por la tarde del viernes, celebró en grande la finalización de su primer reto escolar.


Con su maestra Rosina.  Uno de sus primeros grandes afectos.



domingo, 17 de junio de 2012

Enrolándome

Ya llevo más de una semana en el periódico.
Al principio, no quería ni ir sola al baño, así que le pedía a una de mis mejores amigas, de hace 12 años, que me acompañara.
Hoy, ya me siento enrolada.
Aún me da pena preguntar, pues nunca había editado.  Me hago "pelotas" con los esquemas, pero ya llevo dos días consecutivos terminando temprano, prácticamente dependiendo de que las secciones grandes se vayan a la prensa para nosotros enviar nuestras páginas al mismo destino.
Me siento bien, contenta, aunque sí me ha parecido difícil el hecho de separarme de Juan Pablo tantas horas. 

Creo que en eso no nos hemos adaptado del todo los dos, pero ya vienen las vacaciones escolares y mis dos días de descanso entre semana serán completitos para él.
También me ha afectado en cuanto a la convivencia con Santiago, puesto que también tiene la problemática de sus horarios, además de los mios y mi dificultad de no sentir culpabilidad por robarle una hora a mi hijo para irme a convivir con mi pareja.
Hemos hablado mucho al respecto y los dos estamos dispuestos a seguir al pie del cañón, así que ya no queda en nosotros.
Estoy contenta, me siento plena, en mi elemento, así que sigo disfrutando de esta nueva etapa profesional de mi vida.

sábado, 3 de marzo de 2012

TDA

De muchos es conocido el “problema de lenguaje” de Juan Pablo.

En los últimos casi tres años de sus seis de vida, Manotas ha estado en un total de dos instituciones privadas trabajando con terapias que consisten en repetir y repetir y repetir, palabras, fonemas, frases, sin un resultado muy positivo.

No fuimos constantes, pues el costo de ese tipo de atenciones son sumamente altos.  Casi todos esos tres periodos de terapias de muchos meses, pagaba mucho más al mes por esta atención que lo que pago mensualmente en su colegio.

Aunque tengo tres trabajos, no me alcanzaba. El punto es que lo saqué a mediados de año pasado del último instituto.

A finales del 2011, me sugirieron en el colegio que Manotón reiniciara sus terapias.

Comencé la búsqueda y finalmente un psicólogo me dijo que mi hijo necesitaba la atención de un neuropsicólogo y encontré una experta en la materia.

Ella ya lo evaluó y ya tengo el diagnóstico.  Así que llevo unos días respirando tranquila, pues la nueva psicóloga ha descartado que mi hijo padezca autismo o Síndrome de Asperger, que requieren atención por casi toda su vida, misma que no podría vivirla él a total plenitud, cosa que realmente me tenía muy angustiada.

Resulta que Juan Pablo padece dos trastornos.  Uno es de lenguaje mixto y otro de aprendizaje no especificado, es decir ceguera a las palabras.  En resumen:  Es un niño más con Déficit de Atención.

Hay muchas cosas qué modificar desde casa, muchas.  Podría decirse que mi trato hacia a él no ha sido el adecuado para ayudarlo a superar esto.  Así que sus maestros, sensei y yo, la familia completa, tomaremos tutoriales con la psicóloga para trabajar en equipo.

Otra vez, vienen gastos muy fuertes, sin embargo, ahora no me agobian tanto, pues ya sé qué es lo que tiene mi hijo y sé que necesitará al menos cinco años de terapia.

Aunque debería agobiarme, me tranquiliza el último punto, pues son claros. Las anteriores terapeutas no salían de: Juan Pablo no habla porque no lo motivó usted a hacerlo correctamente”, “no sabemos porqué su problema de habla”, “no sabemos cuándo será dado de alta”.

En fin, nos esperan muchos años de trabajo y sacrificios, pero gracias a Dios, tiene remedio.

lunes, 21 de noviembre de 2011

No es de Dios ser asalariada

Hace unos días platicaba con Janus sobre lo que más me puede cuando consigo trabajo luego de unas vacaciones indefinidas.

Me aterra volver a ser esclava de un horario y del tiempo que necesite tomar para poder pedir un permiso para atender algo urgente, como algún compromiso de mi hijo.

Janus ahora está a punto de dejar el mundo de los desempleados y tan solo comentar eso, siento esa pesadumbre por lo que antes les comento.  Me da lástima, pero no su persona, sino mi persona cuando recuerdo cómo me siento cuando firmo contrato en un nuevo trabajo.

Esta semana viví algo patético y me dio mucho coraje  ser asalariada, aunque al mismo tiempo me daba golpes de pecho para que Dios o el destino no se enojara conmigo y me dejara desempleada nuevamente, pero es momento en que sigue dándome un no-sé-qué la situación.

Manotas lleva tres años en el colegio, está en preescolar y hasta ahora no me había perdido nada de las actividades con él en la institución.  Siempre estaba presente cuando era necesario.

El viernes, fue la clausura de la Regioolimpiada y los papás vamos y hacemos algo de ejercicio con los niños.  Los dos años anteriores estuve hasta el final.

Apenas voy a cumplir un mes en el nuevo trabajo y tomando en cuenta que esta semana debo pedir permiso de llegar tarde el miércoles porque voy a recoger sus calificaciones y aprovechan para darnos clase pública, lo cual requiere por lo menos hora y media de mi jornada laboral, pues no podía quedarme en el evento del viernes.

Solo alcancé a bajar con los papás de familia a la cancha, pero tuve qué retirarme a penas iniciaron las competencias de los niños, pues me quedaba el tiempo súper medido para trasladarme a la oficina y no llegar tarde.

Para ponerle sal a la herida, teniendo acceso al Feisbuc todo el día, veía desde un monitor los videos y fotos que las mamás del colegio subían de sus hijos y por más que los veía, buscando encontrar una imagen de “mi hijo abandonado”, no me topaba ni siquiera la sombrita de Manotas.

Los viernes, Juan Pablo sale en un horario que me es imposible pasar por él yo, así que ese día, mi madre se encarga de eso y de la oficina me paso directo a casa para comer juntos.

Llegué y Manotas me mostró orgulloso una medalla de oro que ganó corriendo.  Se me arrugó el corazón porque no lo vi… es su primera medalla en esas competencias y no estuve presente.  Su maestra Rosina, se aventó la tarea de correr de la mano de él y seguramente abrazarlo por su esfuerzo y su logro, mientras la mamá estaba clavando el cuerno en el escritorio.

Todo el fin de semana pensé en ello porque sé que para Manotas fue muy importante.  La prueba está en que no suelta su medalla, la lleva a todos lados y la presume mientras a mí se me vuelve a arrugar el corazón.

Y no quiero pensarlo ni decirlo, pero esta será la primera de muchas cosas que me voy a perder a causa del trabajo.
Este fin de semana fue largo.  Acá en México tuvimos asueto el día de hoy, pero trabajé el sábado en la oficina y en el autódromo y ayer tuve carrera nuevamente de autos.

Hoy me la pasé buscando una batería para mi coche y mientras lo hacía me cayó el 20 de que  por lo menos cuatro fines de semana consecutivos tendré trabajo, del periódico, de las bodas y de las carreras.  Y todo, por el mismo precio, mientras me pierdo de cosas de mi hijo.

En fin… ya descargué mi amargura. 

Y como sé que se solidarizan conmigo, aprovecho para pedirles un voto para Juan Pablo... por favor, dale click a esta palabra y pon Me Gusta... ¡qué lindos!

viernes, 30 de septiembre de 2011

Viernes patético

Todo comenzó muy bien hoy.  Temprano fui a cerrar definitivamente mi ciclo en la revista.  Finalmente recibí mi liquidación justa sin llegar a pleito.  Todo en santa paz.

Comí como siempre había querido los últimos años en compañía de mis amigas, las mamás del colegio de Juan Pablo, sin prisas, platicamos muy a gusto, aunque Manotas se quiso regresar temprano a casa, con el pretexto de que estaba cansado, cuando en realidad le urgía sentarse en la computadora.

Me gustó porque se hizo fiesta en grande.  Fueron muchos niños y mamás que no tenía el gusto de conocer.

Cuando antier propuse que celebráramos el cumpleaños de Carlo, hijo de Caro, una amiga mamá del cole, en el Wendy’s, nunca me acordé que era viernes, día que J (se supone) viene a ver a Juan Pablo.

Afortunadamente los viernes hay salida temprano y él viene a verlo o pasa por él alrededor de las 4. Nosotros salimos del lugar antes de las 3 de la tarde.

En la mañana, le recordé a Juan Pablo qué día era hoy y que seguramente su papá iría por él en la tarde.  Tajantemente me dijo que no quería ir con su papá.

Un acuerdo entre J y yo es que nunca se lo llevaría en contra de su voluntad y mucho menos llorando, de hecho, en el DIF le hicieron la misma advertencia cuando peleó a muerte verlo viernes y sábado, que, dicho sea de paso, fue un proceso innecesario, pues jamás se le ha negado que lo vea.

En esos ayeres, lo único que le pedía era un poco de paciencia cuando él exigía sus derechos de verlo y llevárselo fuera de casa, cuando recién comenzó a visitarlo después de dos años de desaparición de su parte (en todo sentido).  Nunca lo comprendió y me demandó.  Estuvimos seis largos meses con visitas supervisadas en Capullos.  Fue un proceso desgastante, innecesario.  Esto como contexto.

Las últimas tres semanas, J no había venido a verlo ningún día y solo el segundo viernes de esas semanas le llamó para pasar por él.  Fue la misma historia de hoy: Manotas se negó a salir y él lo aceptó y ni siquiera vino a verlo.

Cuando llegamos al Wendy’s le pedí a mi hijo que si le llamaba yo para acercarse a mí, lo hiciera de inmediato, pues en una de esas sería para comunicarle a su papá.  En dado caso que me llamara. Nunca me llamó.

Aproveché que el niño quiso regresarse de la reunión para estar en casa por si el hombre venía a buscarlo.  Y así fue.  A los minutos estaba aquí.

Juan Pablo de inmediato, al verlo en la cochera y nosotros dentro de la casa, comenzó a decir “ahí viene papá y no quiero ir”.

Ya le había dicho yo hoy que si no quería ir con él, debería decírselo él mismo, pero expresando el motivo por el cual no quiere ir.

El niño se puso muy nervioso cuando él entró (no me gusta que entre a casa de mi madre, pero siempre lo hace, sin saludar a los presentes, en este caso, mi mamá y yo) y le dijo que no quería ir.

Él comenzó a cuestionarle “¿por qué estás tan cambiado?, ¿ya van tres semanas que no te quieres ir conmigo?, ¿qué pasa?”

Comenzó a formarse una bola en mi estómago porque todo lo que dice lo dice en el sentido de acusarme de todo.  Yo guardé silencio.  Juan Pablo simplemente lloraba y decía: “no quiero ir contigo, ¡vete!”.

Llegó un momento en que J se salió de la casa, mientras mamá y yo tratábamos de convencerlo que se cambiara y al menos saliera a saludar a su abuelo, quien venía con J.  Él estaba negado.

Para no extenderme mucho, J comenzó a decirme abiertamente que qué raro que no quiera ir con él, que seguramente yo lo había aconsejado de que no se fuera con él, que por qué no le decía el niño la razón por la que no se iba.

Le expliqué que él ya me había dicho que no quería ir y que le pedí le explicara a él sus motivos, pero que tuviéramos conciencia ambos, que JP tiene un problema de lenguaje y le es difícil expresarse.  No quería yo discutir.

Pero llegó un punto en que me exasperó terriblemente y tuve que decirle de frente que qué esperaba si se desaparece tres semanas consecutivas, que no cultiva el cariño de su hijo.  Él en cambio me dio pretextos: que si no había tenido dinero, que si me da dinero “a mí”, que si el trabajo, que si su carro está en el taller. Pretextos, pretextos, pretextos.

Le dije frente a frente que no intentara responsabilizarme de los frutos que él está cosechando con su actuar.  Que de ninguna manera permitiría que se lo llevara en ese estado.  Él me dijo que yo tengo la obligación de hablar con el niño para aclarar la situación.

Patético.  No entiende razones.  Pasan los años… tiene 42, y sigue siendo un irresponsable, sigue con el corazón ardido.

En fin, fue un momento patético, que ahorita ya no me molesta, pero en esos instantes solo hice lo que creí conveniente. 

Le pedí que a partir de hoy tenía prohibido cruzar la puerta de la casa de mi mamá, pues hoy vi con mis propios ojos que todo el tiempo que yo trabajé y no estaba presente, él hombre se pasa hasta mi cuarto sin siquiera decir “con permiso”.

También le exigí que cuando lo regresara a casa no me lo dejara cual vil bulto en la banqueta o en la reja de la casa.  Que tocara y esperara a que alguna de nosotras lo recibiera, pues me molesta mucho que ha hecho esto últimamente.

A todo me respondía con agresiones y alzando la voz.

Al ver que la conversación no tenía sentido, le pedí que si no tenía nada más que agregar, se fuera. 
Y así lo hizo.  No sin antes decirme que me va a demandar porque yo aconsejo a Manotas no verlo ni salir con él.

Espero tenga las pruebas suficientes para fundamentar esa demanda.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Los sueños de Juan Pablo

Como cualquier niño, Juan Pablo tiene muchos sueños.

Continuamente expresa a su manera lo que desea tener o vivir y ahí tiene a su madre tratando de complacerlo con lo que no sea descabellado y dosificándole la realización de sus sueños para no mal-acostumbrarlo a recibir siempre lo que quiere.

De hecho, la compu que tenemos desde el sábado, era parte de sus regalos navideños, así que está feliz con que Santa haya llegado en otoño.

Hoy estoy haciendo acá una lista de sus sueños recientes.  Lo hago, además para compartirlo con ustedes, para que quede testimonio de que estoy trabajando en ello y para ponerme fechas límite de realización.

Así que a trabajarle más duro para hacer estas cosas juntos.



Esta bici se la traerá Santa en Navidad 2011.  Dice que es el protagonista de Ghost Rider. Ya tiene la chamarra de piel “choppera”, la cadena y la máscara… le falta la moto.



Quiere ir a la playa y ya eligió a Cancún.  Tenemos los mismos gustos.  Si vamos, será la quinta vez que voy a ese paraíso en mi vida. La intención es irnos en el verano próximo.



Sueña con nadar con los delfines y por supuesto que lo llevaré.  Es una experiencia única que viví cuando mi sobrino Andrés tenía 6 años y me lo llevé de vacaciones justamente a Cancún.



Y como es fan de Jack Sparrow, lo sorprenderé con una visita a The Galleon Captain Hook.

Su sueño más accesible es éste,  pero todavía falta ajustarle un poquito las tuercas porque recién recibió muchos regalos y juguetes por su piñata, así que debe esperar unas semanas más para obtenerlo.

¡Para eso tiene a su madre, ¿cómo de que no?!



lunes, 29 de agosto de 2011

¡Súper increíble!


Creo que el viernes Juan Pablo vivió uno de los días más felices de su existencia.

Eran las 6 de la mañana de 20 días después de su cumpleaños número 6: “Hoy es mi fiesta, mamá”. Fue lo primero que me dijo. 

Era la fecha que su mamá había elegido para celebrar en grande su cumpleaños, pues ya había transcurrido una semana de clases y con ello teníamos la seguridad de que sus amigos del colegio estarían en la Ciudad para acompañarlo en su primera fiesta en forma de cumple.

Cuando cumplió un añito hice doble festejo, pues además de su cumple celebramos su bautizo.  De esa fiesta en una quinta, con alberca y toda la cosa, él no recuerda nada, obvio.

Esta vez, no me importó el gasto.  Digo, rica no soy, para nada, pero reservé todo con ocho meses de anticipación para que el tirón no me fuera tan pesado.  Y, gracias a Dios, así fue.

Ese día en la mañana me la pasé en las vueltas propias del día cero. Comprando mi vestido, recogiendo las bolsitas que mi hermana Alma le regaló y pasando por él al colegio.

Todas mis amigas-mamis del colegio estaban con la incertidumbre si todo estaba en pie, pues el salón donde fue la fiesta, está ubicado a unas cuadras del casino que incendiaron el día anterior.

El personal del salón estuvo en contacto toda la mañana conmigo, casi creo que leyéndome la crónica de lo que las autoridades les iban informando a ellos para definir si las cinco piñatas de ese día podrían llevarse a cabo.

Y como cosa extraña, ese día llovió a mares. Creo que el cielo estaba triste por lo acontecido un día anterior.

Así que entre el temor y el agua, los invitados llegaron tarde, pero se portaron a la altura tanto los del salón como los del show y aplazamos un poco todo.

Nos fue muy bien.  Casi no nos faltó gente, sólo dos familias de la familia, dos amiguitos de Juan Pablo y algunos amigos míos.  Pero el salón  lucía lleno.

Juan Pablo estaba feliz.  Sus ojitos le brillaron al ver en acción a los héroes que tanto admira.  Los niños quedaron impactados con Ironman y con Red Skull.  Estaban igualitos, parecía que los habían sacado directamente de la película.

Claro, también le llamaron la atención Dr. Doom, Capitán América y Spiderman.

Nunca olvidaré la sonrisa de mi hijo en su cara…


Había dicho que ésta sería su primera y única piñata… hoy lo dudo, me encantó la organización y verlo tan feliz.  Aunque él dice que quiere ir a la playa para celebrar sus 7 años.

En fin, todo fue un éxito, muchísima gente, y agradezco en el alma a los papás de los amiguitos de Juan Pablo que nos acompañaron, a mis familiares y amigos.  Atesoramos mucho que pese a la incertidumbre y temor hayan estado ahí con nosotros.  En verdad, yo temía que la pasáramos solitos, así que estamos eternamente agradecidos con ustedes por hacer posible que mi Manotas viviera un día increíble.

Y, por supuesto, gracias a mi madre, mis hermanos y cuñados por querer tanto a mi creaturo desde siempre.