Aún ahora, un compañero del periódico hace mofa de mi antigua afición ciega al futbol.
Era de esas aficionadas de hueso colorado. De esas que no faltaba un sólo sábado para ver a los Rayados en el Estadio.
De esas que hacía filas en la madrugada para conseguir boletos para un Clásico. En aquellos tiempos no aspirábamos a más, pues me tocó la época mediocre de mi equipo.
Una vez entré al periódico, a la sección CANCHA, obviamente perdí ese fanatismo y lo cambié por un poco de objetividad y dejé de serlo.
Ese compañero se ríe porque cuando me entrevistaron, antes de entrar a trabajar, claro, justo ese día de la entrevista, pero por la mañana, había hecho fila durante toda la noche y parte de la mañana inútilmente por un par de boletos para el Clásico. Me quedé a cuadra y media de llegar a las oficinas del club para comprarlos porque se acabaron.
Quien fue mi jefe en CANCHA y quien me iba a entrevistar supo de mi odisea y me pidió que escribiera una crónica de lo que viví -supuestamente sólo para leerla- en primera persona, antes de nuestra plática de probable trabajo.
Claro que ese día no me dijeron que era una fuerte candidata a ser un integrante más del staff de reporteros deportivos y mucho menos me dijo algo de la nota que había escrito minutos antes, sino que la sorpresa fue que al día siguiente mi nota fue publicada en EL NORTE, METRO y SOL, con mi firma y todo... pese a que no había sido contratada aún.
Mi compañero se burla porque escribí mi amor incondicional por los albiazules. Es fecha que se burla de eso, sobre todo ahora que fueron eliminados por mi favorito a coronarse este domingo, los Xolos de Tijuana.
Hoy, Juan Pablo es un aficionado que me supera en todo esto.
Apenas es la primera temporada que le gusta el futbol. Comenzó a llamarle la atención cuando yo veía la Liguilla del año pasado, por estas fechas, en las que jugó Rayados, desde la computadora de nuestro cuarto.
Ahora, Juan Pablo se la pasa viendo futbol, nacional, local e internacional. Se sabe nombres de jugadores, equipos, números de casacas, nombres de jugadas, nombres de narradores.
Cuando duerme, habla así, dormido, por ejemplo: "Pásenle... ¡Mamá, vinieron todos los jugadores de la Liga MX a la casa!
Si juega con el XBOX sólo juega futbol.
Es su primera temporada del futbol representativo de su colegio. No es el crack que todos esperaban, pues es un pequeño de 7 años que apenas va despertando al balompié, pero es increíble verlo jugar dos partidos seguidos con esa pasión y sin cansarse.
Me da risa que, aún y su problema de lenguaje, reclama decisiones arbitrales.
Si le cometen una falta, se tira en el piso y se queda ahí acostado hasta hacer que el Profe Adrián, su coach, hace el intento de correr hacia él para ayudarlo para levantarse de inmediato y ver hacia el graderío con una expresión en su carita de que todo está bien para su madre que lo desde ahí en compañía de otras señoras (todas jovencitas, claro!) gritonas.
Me da risa que cuando yo cubría deporte infantil me decía: "¡Qué hueva de estas señoras, estar aquí tantas horas con sus chamacos! Les gritan como si fueran profesionales....!"
Ahora soy una más y me apasiono igual o más que ellas.
Otra cosa que me causa gracia (por el momento) es que, estamos estudiando para un examen y Juan Pi, como le dicen en el colegio sus amigos, y me interrumpe para hablar de futbol.
Sabe horarios de partidos y canales.
Apenas abre los ojos y pide que le demos CANCHA, lo hojea, lee lo que puede leer (apenas está aprendiendo), lo dobla y lo pone en su mochila para llevarlo al colegio.
Está feliz porque su coach le asignó el número 15 del uniforme que apenas acaba de estrenar... cuando vio el número, algo que le causaba mucho curiosidad saber qué número le había tocado, gritó: "Mira, mamá, como Basanta... ¿el profe me habrá puesto de capitán?".
Su coach es muy bueno, enérgico, sabe mucha técnica y se las explica de manera que entiendan todos y yo creo que porque lo ve tan apasionado y que le echa muchas ganas, lo tiene como jugador de tres categorías distintas.
Tan sólo hoy, jugó dos partidos seguidos y no se cansa, se entrega.
Su papá está como pavorreal, yo creo que más que yo, pues él también fue muy buen jugador. Llegó incluso a estar en fuerzas básicas del Puebla.
Además, a Juan Pablo, su coach no le da instrucciones desde la banca por su nombre, si no por su apellido, tal y como era conocido su padre cuando jugaba en ligas amateurs.
Hace una semana lo llevé a la exposición de MARCO, Futbol Arte y Pasión y pasó dos horas jugando en esta cancha:
No le importaron las caídas, los raspones, los golpes, fueron dos horas completitas y él estaba fascinado.
Estoy encantada por su gusto por el futbol... definitivamente.
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