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martes, 19 de febrero de 2013

lunes, 29 de octubre de 2012

Elena, yo, quiero amar

Me gusta mucho leer la columna de Elia Martínez-Rodarte, que se publica en el periódico para el que trabajo. 

Su espacio se llama IVAGINARIA y trata, como muchos de ustedes saben, de temas tabú, de sexualidad.

Anoche me tocó editar la columna que se publicó hoy y me causó mucha gracia, de esa gracia que origina el hecho de casi creo ser la protagonista del tema... pareciera que Elia, quien por cierto es mi amiga-colega, conociera ese lado mío.

Sin embargo, aunque la nota va a dirigida o critica a algunos hijos de mujeres "solas", como yo, cuando la iba leyendo y disfrutando, el personaje del hijo se lo colgué en realidad a otras tres personas, adultas todas, que ah, cómo se meten en mi vida.  A dos de ellas las quiero, la otra, tal vez esté en nuestras vidas de pasada...  Digo, en esta vida existe el karma.

Y digo "'solas', como yo...", porque, aunque no lo crean y contra todos los pronósticos de estas tres personas, sigo con S.  Sí, pese a la mala vibra, intromisión y falta de apoyo. Él sigue a mi lado.

Se las dejo íntegra.  Vale la pena leerla para aprender a no juzgar y, sobre todo, no meterse NUNCAMENTE en la vida ajena de los demás... ¡RESPETO, POR FAVOR!

IVAGINARIA

Por ELIA MARTÍNEZ-RODARTE

Mamá quiere amar


En todas las sociedades machistas, las mamás, las madres, las mamis "dejan de ser mujeres" erotizantes a la mirada de muchas personas porque ya han tenido hij@s.

A partir de ese momento, el rol de la maternidad y los maternajes se convierten en el punto fundamental de su ser femenino: entonces deben comportarse y actuar como si su única función en el universo sólo sea supeditada a la crianza de la descendencia.

Entonces pasa a ser la mujercita idolatrada que el patriarcado pone encima de un nicho, del cuál sólo bajan para que el varón correspondiente las vuelva a alcanzar y pueda hacerles otro chamac@ y así seguir perpetuando la prole a la que hay que alimentar.

Muchas todavía se embarazan sin control ni concierto, sólo porque creen que su decisión de no embarazarse de nuevo no les corresponde y que es un designio divino u obligatorio el seguir pariendo, como si eso no fuese ya un trabajo de tiempo completo desde el momento en que el nene se amaciza en las entretelas de la mamá.

Es por este rol, considerado como "sagrado", que la condición de madre es como un apostolado que no debe mancillarse con "roles sucios" o para "putas".  Es por ello que pocos hombres, y muchas mujeres, por desgracia, no ven a sus madres como mujeres que también follan, aman, se enamoran, coquetean, quieren ponerse vestidos atrevidos o sexosos, e incluso existen hij@s retrógad@s e idiotas que impiden a sus señoras madres que salgan con tipos si son solteras, viudas, separadas o divorciadas.

De todas las edades, clases sociales, niveles de educación y de formación existen hijas e hijos nocivos para sus propias madres, quienes les impiden a estas santas mujeres a que sigan con su vida y se den la oportunidad de amar otra vez, sólo porque "es mi mamá, no la voy a dejar que ande de loca coqueteando con señores".

Muchas mujeres, de por sí, cancelan por sí mismas su vida amorosa después de un divorcio o una separación dolorosa porque están hasta la máter de lidiar con un tipo que las dejó harta de los varones.

Algunas otras eligen como práctica religiosa, la de dedicarse por completo a su familia, olvidando que tienen oportunidades de nuevas ilusiones y hasta de camazos saludables que las distraigan de la aburrida vida doméstica, del trabajo y de testerear a sus lepes, muchos de ell@s ya bastante crecidos y peludos.

Otras damas simplemente creen que con una vuelta al parque en una relación fallida, ya tuvieron suficiente y no se atreven o sienten que no tienen derecho de volver a buscar un compañero.

Por eso, cuando les llega un hombre con intenciones de escarceo erótico y romance, le piensan dos veces.

A esto le debemos agregar la sarta de parásitos y estorbos@s hij@s, madre, tías, hermanos, cuñados y hasta el ex, que se entrometen en la vida de la señora, madre y mujer que es solicitada para noviazgo o amasiato o quizá para matrimonio.

¿En qué momento pararemos esta inmoralidad de meternos en lo que no nos importa?

Me sorprende que en está época de nuestro tiempo y en este mundo occidental, aún haya familiares y amigos idiotizados que impiden que una mujer y madre, soltera, viuda, divorciada, separada o sin ningún compromiso, busque calor para su cuerpo.

Ya no digamos para que se ponga de novia, sino para que simplemente vaya al cine con un amigovio, la visiten en su casa, salga a orearse con un tipo o que tenga un buen fornicio, bien puesto y acomodado, cuando se le pegue la gana.

Es ridículo, patético y sumamente vergonzoso que haya hij@s o cualquier otro familiar que critiquen a la mujer y/o la madre por intentar un nuevo romance.

Que haya criaturas que chantajeen a sus genitoras porque éstas desean mantener una vida sexual saludable con alguien que les quiere dar una atropellada.

Cuando una mujer ya pasó por una emparejada, la maternidad, la crianza y luego llega a la libertad por cualquiera que sea la razón, es tiempo de apoyarla, para que busque o deje entrar a su vida a alguien que sea para algo serio o para puro brinco lujurioso.

Eso también significa ser un buen hij@, una buena madre, hermana o cuñada.





martes, 31 de julio de 2012

Tres años y contando

Este será, si Dios quiere, el cuarto ciclo escolar de Juan Pablo en su colegio.

El primer año, pese a que tenía pésimos ingresos, me fue muy bien con los pagos de todo.  Creo yo que fui muy bien organizada.

En los últimos dos, no tanto, pero salí a flote.

A partir del segundo ciclo, no recuerdo por qué, me acerqué al "papá" antes de los pagos fuertes de inicio de ciclo escolar, pidiéndole apoyo para librar ese primer tirón, siempre aclarando que sería solo en ese momento y que de las mensualidades yo me haría cargo.

Esos dos últimos años de preescolar abiertamente me dijo que no me iba a apoyar ni sólo al inicio y que mejor lo llevara a una escuela pública.

Entonces le hice una contra propuesta, que me diera lo que piden a los papás de niños de escuelas públicas al año, que no es ni la mitad de una mensualidad del colegio porque definitivamente que en una de ese tipo no podrían darle la atención que necesita el niño por sus problemas de TDA y lenguaje.

Había evitado invitarlo a involucrarse en cosas del colegio por la misma situación, pero decidí invitarlo al cierre del ciclo escolar reciente porque era además el cierre de una etapa de la vida de JP.

A este hombre lo ví contento y admirado por el colegio, sus instalaciones, sus maestras, sus actividades y pensé que ahora sí tendría un motivo para unirse a los gastos de inicio de ciclo escolar.

Pensé que no me había equivocado hasta hace unos momentos.

Cuando volví a tocar el tema del apoyo para Primaria, que es la etapa a la que entrará mi hijo, él se vio más dispuesto.

Tiene como tres meses negándole paseos, juguetes, ropa a Juan Pablo -delante de mi mamá- bajo el argumento siguiente:

- "No podemos (salir, comprar, darte) porque estoy ahorrando para darle dinero a tu mamá para el colegio".

Luego, hace un mes le recordé que ya está el tirón fuerte encima y me habló de un bono que recibiría y del que la gente de RH de su empresa me daría el 20 por ciento del total que le corresponde al niño, pero que también me daría él el resto para el colegio.

Llegó esa quincena y no vino ningún bono y dijo que hoy llegaba.

Sin embargo, la gente de RH me informó que no viene ningún extra depositado a favor del niño.  Así que decidí ponerlo al tanto de esta última noticia y me sale con que el viernes le dará a mi madre el 20 por ciento de los 3 mil 900 pesos que le dieron de supuestas "utilidades".

780 pesos, para un desembolso total de una cifra de cuatro ceros.

Me encabroné.

Y no porque me siga sorprendiendo, de hecho, tengo prácticamente todo resuelto (aunque de última hora y eso provoca demasiado estrés), sino que me molesta que todos estos meses le haya negado a SU hijo tantas cosas -baratas- bajo el argumento de estar ahorrando para su escuela.

Ahora pienso y pienso de qué estará hecho este tipo, cuestiono su cariño por Juan Pablo, me cuestiono a qué demonios viene una "persona" así a este mundo.

En verdad ¡qué poca madre!

domingo, 17 de junio de 2012

Enrolándome

Ya llevo más de una semana en el periódico.
Al principio, no quería ni ir sola al baño, así que le pedía a una de mis mejores amigas, de hace 12 años, que me acompañara.
Hoy, ya me siento enrolada.
Aún me da pena preguntar, pues nunca había editado.  Me hago "pelotas" con los esquemas, pero ya llevo dos días consecutivos terminando temprano, prácticamente dependiendo de que las secciones grandes se vayan a la prensa para nosotros enviar nuestras páginas al mismo destino.
Me siento bien, contenta, aunque sí me ha parecido difícil el hecho de separarme de Juan Pablo tantas horas. 

Creo que en eso no nos hemos adaptado del todo los dos, pero ya vienen las vacaciones escolares y mis dos días de descanso entre semana serán completitos para él.
También me ha afectado en cuanto a la convivencia con Santiago, puesto que también tiene la problemática de sus horarios, además de los mios y mi dificultad de no sentir culpabilidad por robarle una hora a mi hijo para irme a convivir con mi pareja.
Hemos hablado mucho al respecto y los dos estamos dispuestos a seguir al pie del cañón, así que ya no queda en nosotros.
Estoy contenta, me siento plena, en mi elemento, así que sigo disfrutando de esta nueva etapa profesional de mi vida.

lunes, 23 de enero de 2012

Queriendo volver a mi negro pasado

Alguna vez les platiqué de lo frustrada que viví profesionalmente 10 años de mi vida, tiempo que ejercí lo que estudié: secretariado.

Papá, que en paz descanse, nos dio educación particular a los tres, pese a que no éramos ricos, más bien, en verdad, papá se partió el lomo toda su vida para darnos lo mejor.

Soy la menor de sus tres hijos y solo yo estuve en escuela pública en parte de mi vida: la Prepa.  Según él, matricularme en esa Prepa era aplicarme "un castigo", pues no obtuve mi pase directo en la Preparatoria del Colegio Mexicano en el que estuve de Preescolar a Secundaria.

La época que más recuerdo con felicidad es justamente la Prepa.

Cuando terminé esos dos años de estudio, honestamente, yo no sabía qué estudiar y mi papá no quiso que perdiera tiempo, así que él y mi mamá decidieron que estudiara para Asistente Ejecutiva Bilingüe, “porque no vas a aguantar una carrera de cuatro o más años”.

Es cierto, yo no sabía qué quería hacer de mi vida, pero definitivamente yo no quería ser la secretaria de nadie.  Pero “donde manda capitán no gobierna marinero”, tuve qué aceptar esa única opción que me dieron y aún recuerdo la amargura con la que fui a inscribirme y con la que me presenté el primer día de clases.

Me frustraba que, después de vivir dos hermosos años de libertad estudiantil, rodeada de hombres por primera vez en mi vida, otra vez estaba en un colegio 100 por ciento femenino y que, aunque no era manejado por religiosas, los directivos nos trataban como si lo fueran: nada de ropa provocativa, nada de maquillaje sobrecargado, nada de jeans, nada de palabrotas, etc.

Creo que no me costó mucho trabajo aplicarme a las materias, pues aunque quisiera no podía dormirme en mis laureles en ese sentido, pues el primer año de clases el pase era de 85 puntos y el segundo de 90, con materias en inglés y español (todas).

Pronto me enamoré de la taquigrafía, la mecanografía veloz, la ortografía y la redacción, las cuales aún domino al 100 por ciento y hasta las he ido perfeccionando al paso del tiempo.

De secretaria trabajé un total de 10 años en un total de cinco empresas y por cosas del destino todo esto en el sector financiero y jurídico.

Fui muy inquieta.  No duraba mucho en el puesto inicial y comenzaba a escalar peldaños rápidamente, tanto, que para antes de los tres años cumplidos en cada uno de estos lugares, ya no había para dónde subir y terminaba por buscar otro empleo, nuevos retos.

Además, me molestaba mucho que, además de las tareas profesionales que debía desempeñar, también tenía qué servir café y esto no sé por qué lo relacionaba con funciones típicas de la servidumbre y me re-molestaba hacerlo.

Siempre he dicho que Dios es muy grande y que al terminar esos 10 años era una de sus consentidas, pues prácticamente al mismo tiempo que me entró el gusanito de ser periodista se me dio la oportunidad de oro de serlo.

Sobra decir que este es mi mundo, mi habitat natural, para esto nací.  Estoy ciegamente enamorada de mi profesión por vocación.

Debo reconocer que las veces que me he quedado sin empleo en estos nuevos 11 años, jamás pensé en la posibilidad de volver a ser la secretaria de alguien.

Yo lo considero “un negro pasado”, pues volver a hacer esas funciones sería como retroceder y como no busqué nunca trabajo de ese tipo, no tenía le menor idea de cómo está la paga en ese ramo.

El viernes me llamaron de una empresa relativamente nueva en Fianzas.  No sé mucho al respecto, pero creo que existen firmas mucho más populares que ésa, pero acepté ir a la cita porque alguna vez fui a su edificio y me encantó (no sé porqué y no sé si a ustedes les pase, pero a mí me gusta trabajar en lugares agradables a la vista), porque me queda muy cerca de la casa y el colegio de mi hijo y porque donde estoy no me han dado planta y la paga no es nada buena.

Ya fui a la entrevista y efectivamente, es para cubrir una plaza de asistente de una Subdirección.

Por lo que pude ver, hay mucho trabajo.  Muchas secretarias.  Todas tenían rostro cansado.  Sus cabellos lo reflejaban porque los traían, todas, desaliñados, como cuando estás con una enorme carga de trabajo y te pasas constantemente la mano por el pelo y al final lo dejas de todas formas menos presentable.

El tipo que me entrevistó es la persona que requiere la asistente.  Creo que tengo mal hecho mi CV porque cuando lo tenía en orden de empleos sentía que confundiría a los reclutadores al tener  experiencia en distintos giros de forma intercalada, es decir, una época fui asistente, luego periodista, luego vendedora y otra vez periodista.  Así que opté por acomodar mi experiencia por giro, entonces lo primero que vio mi entrevistador fue mi experiencia como coordinador editorial y periodista.

Me escuchó con mediana atención, pues cuando no sonaba su Iphone, lo hacía la extensión interna de su oficina, entraba gente a dejarle expedientes o algún agente a saludarlo y nos interrumpían.

A final de cuentas me dijo que quería a alguien con experiencia en el ramo y yo le comenté que si bien es cierto yo no conocía nada de Fianzas, sí conocía a fondo la asistencia a más de 10 personas y también el sector financiero y de asesorías de negocios.  Sin embargo, me dejó en claro que entrevistaría a cuatro candidatas más y que checaría si ellas tienen esa experiencia en seguros que tanto necesita aunque yo sea buena para aprender rápido.

Hasta ese momento, yo todavía estaba convencida de que si no se daba ese trabajo para mí, era porque no me tocaba y porque estoy enamorada del periodismo.

Cuando habló de ingresos y prestaciones mi mentalidad cambió.

Es increíble cómo las asistentes ganan casi el doble de lo que gano en la revista de bodas (con razón tengo qué tener dos empleos más) y muchas prestaciones que desde hace siete años perdí al salirme del periódico.

Hoy tengo la intención de renunciar a esto del periodismo, al menos del de tiempo completo, y volver a buscar “de lo mío”.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

El huracán está cerca...

No sé por qué, pero siempre he vivido la situación de que me llegue información privilegiada sin yo buscarla.

Y esto aplica para todos los aspectos, desde el laboral, hasta el personal.  No sé si porque les parezca confiable o porque me aprecien.  El punto es que siempre ha sido así.

Hace unas semanas, una fuente fidedigna me informó que uno de los trabajos que desempeño actualmente no anda nada bien y que desaparecería de la faz de la tierra y con él, todos los que trabajamos para que existiera.

Al principio recibí la noticia con agrado, pues siento que desde hace un año mi ciclo terminó en ese lugar. Sin embargo, al no concretarse nada de inmediato, como que uno piensa mejor las cosas y llegué a la conclusión de que no era nada bueno, nunca, perder el empleo.

Ya está confirmado, aún off the record, que me voy a más tardar este lunes.  ¿Cómo me siento?  Pues sigo creyendo que ya no tengo nada qué hacer ahí, que no he sido valorada como me valoran en los otros dos lugares y que ya no hay oportunidad de crecimiento.

Sin embargo, mi mente ha comenzado a trabajar al 100 por hora pensando en cómo me voy a organizar económicamente para librarla lo mejor posible.

Lo que me aterra o me da flojera, más bien, es que sospecho que en cuanto al finiquito no me irá tan bien que digamos. Por supuesto, buscaré recibir lo justo por tres razones: una porque soy papá y mamá y ese dinero es de mi hijo, dos: porque tengo compromisos y tres: porque me estaré yendo en una temporada nada favorable para encontrar algo rápido.

Además, y por último, será la última molestia que causaré y, obviamente, porque es lo justo, lo que he ganado en estos años.

Así que me esperan unos días especiales.  Estaré esperando la notificación oficial en las próximas horas y luego a definir el último punto que comento.

Tengo la suerte de que las empresas en las que he trabajado han cerrado por malas rachas y en la bola me voy yo.  Solo en dos ocasiones renuncié yo por una mejoría  laboral y económica.

Siempre, siempre, ha sido para algo mejor.  Siempre encuentro algo que me favorece en lo personal y en lo laboral.  Quiero pensar que ahora será igual.

Aquí andaré en mi rincón, como siempre.

martes, 26 de julio de 2011

Dejándome querer

Apenas entro a la oficina y si me topo a Marce, mi jefe, inmediatamente toca mi abdomen plano y me dice "¡qué envidia!" o "solo porque tú estás así creo que yo podré estarlo".

Con ese tipo de comentarios parecería que debería sentirme orgullosa, pero realmente he estado preocupada por mi bajo peso.

Siempre he sido delgada, excepto, claro, cuando subí 17 kilos mientras esperaba a Juan Pablo.  Tardé dos años después de parir para volver a mi peso antes de embarazarme, que era de 53.

Paula, mi ginecóloga, durante la gestación, se la pasó hablándome de mi bajo peso entonces.  Mido 1.65 metros.

Sin embargo, los problemas existenciales, emocionales, amorosos, de todo tipo, afectan mi apetito.  Puedo morir de hambre, pero si algo me preocupa o tiene triste, simplemente el bocado no pasa de la boca hacia la garganta.  No puedo "tragar".

Así he estado desde mayo.  Pero ya ahora la cosa se ha tranquilizado un poco.

Hoy, peso 44 kilos :(

El sábado fueron a darme una plática a casa de Herbalife.  No creo mucho en productos milagrosos, pero me hablaron de unas malteadas ma-ra-vi-llo-sas que me harán aumentar mi masa muscular.

Esas comienzo a tomarlas la próxima semana, pero mientras, hoy que me tomé mi último día a cuenta de vacaciones disponible, me estoy dejando consentir.

Mis hermanos y yo recordamos con mucho cariño y buen apetito los famosos tacos que vendían en la tiendita de nuestra Alma Mater, el Colegio Mexicano.  Y de unos años para acá emulan la receta y los comemos en casa.  Hoy estoy en casa de Alma, mi hermana.

Y me comí cuatro.



¿Qué?, ¿no crees que yo comí todo eso?

Aquí está la prueba de que ¡sí lo hice!  De hecho, la mano de mi Manotas se ve tomándome de una de mis muñecas, echándome porras para que me acabara todo el plato.

Ahí la llevo, ahí la llevo...

miércoles, 29 de junio de 2011

Sin miedo... ¡a nada!

Tuvieron que pasar casi siete años para darme cuenta de que lo que había estado viviendo es justamente eso, “la mala suerte de los siete años”.

Hace siete años estaba ansiosa porque estaba por vivir mi primera y única Despedida de Soltera a fines de mes de Julio de 2004.  Faltaban entonces menos de tres meses para “El Gran Día”… la boda.

Entonces no imaginaba que mi historia de (des)amor duraría menos que el noviazgo.  Apenas tres meses por 10 años de noviazgo; tres meses de matrimonio nada más, por una década de “conocernos”.

Sin embargo, un (buen) día, justo el 30 de diciembre de 2004, se fue… tan solo 15 días después de enterarnos que Dios nos había confiado en mi vientre a un hijo.

Fue un golpe terrible, pero no más fuerte al que  viví hace unas semanas a causa del amor (verdadero).

¡Recuerdo tanto esos miedos a estar sola con un hijo!  Lloré, pero lloré de coraje, no porque me había dejado el hombre que amara (eso lo supe tiempo después, en terapia)…

Paradójicamente, con esa persona viví el milagro de dar vida a un ser hermoso, mi, MI hijo, pero también sufrir maltratos de todo tipo que no vale la pena ni mencionar porque hoy no son nada, hoy, y desde hace ya algunos muchos años, no me lastiman más.

No sé qué pasó, pero sé que alguien me está motivando a darle fin a esa historia, a cerrar ciclos.

Hoy inicia el camino para obtener mi libertad y lo justo para  mi hijo, pues él más que nadie merece una vida mejor, en lo monetario y en lo emocional.

Hoy... hoy no tengo miedo.