Es... ¿sorpresa?
De febrero a este día mi vida ha dado un giro inesperado.
Cuando sufrí el golpe a mi patrimonio, me di cuenta que perder a
S era aún más duro que eso...
Hoy, cuando la mala fortuna, el turno, el descuido, o el designo de Dios, mi salud se ve fuertemente mermada, me doy cuenta que esto es mucho más importante que esos dos hechos que me rompieron mis esperanzas y mi futuro que entonces creía prometedor.
Ya en posts anteriores conté aquí lo difícil para mí que ha sido ser mujer, desde la
menarquía hasta la espera de
Juan Pablo por tratarse de un embarazo de alto riesgo y hoy, otra vez las
cuestiones anatómicas femeniles vuelven a darme un golpe bajo, pero que, ahora sí, me tienen con mucho pendiente.
Ha sido una semana difícil.
El lunes 8 de abril llegó mi periodo normal, con algo de dureza en cuanto al SPM, andaba muy sensible, los pechos me dolían de más, etc.
El jueves 11, en lugar de disminuir el flujo, aumentó considerablemente acompañado de grandes coágulos, pensé que pasaría pronto hasta que la intensidad y el malestar me hicieron acudir el domingo a urgencias del IMSS para ver qué pasaba. Había gastado del viernes al medio día de ese domingo 42 toallas femeninas.
Me atendieron bien, a secas, en el sentido de que me revisaron bien, pero no me dieron un diagnóstico. Me hicieron tacto, me auscultaron con un espejo y me retiraron manualmente gran cantidad de coágulos y luego me sometí a un eco vaginal.
Me dieron un medicamento para
"ayudarme a disminuir la hemorragia, pero que de todas formas consultara a mi ginecóloga particular".
Así que salí de ahí pegada al teléfono hablando con la doctora, quien me pidió no tomar el medicamento recetado por los médicos del seguro y que me presentara a primera hora en su consulta en un hospital particular.
Me hizo unas preguntas y me realizó exactamente el mismo procedimiento que en el IMSS, así que volví a lastimarme un poco.
No sé qué vería. La verdad, no quise preguntar, primero porque estaba sola en el hospital y con un miedo terrible a una mala noticia y luego porque asumí que al final de todo el proceso me daría un diagnóstico.
Después del tacto, la auscultación con espejo y el eco vaginal, me sugirió someterme a una
histerectomía, es decir, extirparme la matriz dejando solamente los ovarios para que estos ayuden a no sufrir una
menopausia prematura y sus achaques.
Luego de hacerle preguntas me dijo que lo pensara y lo considerara, pero que el siguiente paso, dado la emergencia de detener las intensas hemorragias, ella necesitaba hacer una biometría hemática para ver si no estaba anémica por la pérdida de sangre, así como un legrado para detenerla y una biopsia del endometrio para analizar tejidos.
Sentí que una descarga eléctrica me sacudía completa. Obviamente pensé
"cáncer"...
Subí a otro piso en donde me prepararon y la esperé una hora. Tenía muchas pacientes.
Inició el procedimiento.
Simplemente no puedo describir el dolor físico que me provocó. Es sumamente doloroso tanto la biopsia como el legrado sin anestesia.
Me dijo que si no me relajaba ella no podría terminar su trabajo, pero lo más importante, no podría detener las fugas de sangre considerables que estaban poniendo en riesgo mi vida (literal).
Sentí durante esos largos minutos, como si me estuvieran arañando las entrañas. Ni las amenazas de parto o de aborto mientras esperaba a
Juan Pablo, fueron tan dolorosas como éstas.
Ella observó a contra luz el tejido que extirpó de mi lastimado endometrio mientras el líquido que haría las veces de conservarlo rápidamente se teñía de rojo.
Ella salió y se quedaron conmigo una residente y una enfermera dado a que yo me presenté sola al hospital.
Comencé a llorar como una niña. Primero por el dolor y luego por el temor de que algo grave esté viviendo.
Me sentía inmensamente sola, descobijada.
Le envié un mensaje a
S diciéndole lo que estaba pasando y su respuesta fue el silencio. Más desprotegida me sentí. ¿El qué tenía qué ver en todo esto, verdad?
El dolor siguió por lo menos cinco minutos más después de que salió la doctora de ahí. Regresó en cuanto mis estudios de sangre estaban listos.
Increíblemente, no estaba anémica y me recetó hormonas.
Los resultados de la biopsia y un papanicolau que practicó aprovechando que ya me tenía en la plancha, me los dan en 20 días.
Me he sentido sumamente débil, nauseosa, inflamada, adolorida.
Hace rato la llamé y le dije que sigo desechando sangre, pero en mucho menor cantidad.
Dice que es normal y que continuara mi tratamiento por 21 días. A ella la veré el lunes.
Ya hasta he pensado a quién decirle que acompañe a mi
Juan Pablo y mamá a Cancún. Siento que no estoy bien para hacer ese viaje y me dolería en el alma que él se lo perdiera.
Me da miedo que esto vuelva a pasar porque ella dice que es muy probable que esto suceda. No podré soportar verme otra vez así y sufrir un procedimiento igual.
Me he estado informando sobre la
histerectomía, sobre todo lo que esto implica y sus consecuencias.
Me dicen que te incapacitan por 42 días y pasas al menos 5 hospitalizada, ¿Y
Juan Pablo y sus tareas y sus cosas?
Dicen que una de ellas es que la vida sexual cambia y me entristece. Bah! Como si yo tuviera con quién realizar esa parte de mi vida y como si se me antojara sentirme amada en ese sentido ahora que me está llevando la chingada.
Les pido sus buenas vibras y oraciones.
Realmente tengo mucho miedo de que sea algo malo. El semblante de la doctora no es muy animado, está más bien a la espera del diagnóstico.
Lo que hizo fue solo el plan emergente de detener el sangrado. Esperemos en Dios que no sea cáncer. Tengo muchas cosas qué hacer con mi hijo y siento que esta semana me ha envejecido literalmente. En verdad, no tengo ánimo de nada.