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lunes, 4 de agosto de 2014

Volver a empezar


Aquí de nuevo.

Anoche recibí un comentario en este blog y fue como una alarma para recordar lo olvidado que tengo este espacio.

A ponerme al día.

Huí en febrero de este año de aquel trabajo que les conté.  Fue despido y para mí fue como una bocanada de aire. 

La pasaba llorando, pues sabía que no me esperaba ningún tipo de crecimiento y, lo peor, mi trabajo no estaba siendo valorado y los malos tratos ya estaban tornándose en un tipo de violencia laboral (a ese grado).

El despido en esta ocasión fue diferente, pues la primera vez le lloré y guardé luto durante dos años a ese empresa y traje la camiseta muy bien puesta hasta el 17 de febrero de 2014, mi último día en ese lugar.

Tardé exactamente nueve días en volver a trabajar, sólo fui a seis entrevistas en un lapso de tres días.  Pude comprarme coche.

Ese nuevo trabajo estaba muy lejos, era uno de los dos principales inconvenientes, porque el otro era la inestabilidad.

En Junio, volví a quedarme sin fuente de ingresos, pero sólo estuve desempleada dos días.

Hoy estoy trabajando de nuevo en el automovilismo deportivo, bajo la batuta de un patrón al que conozco desde hace 14 años.

Lo padre es que es un tema muy conocido para mí, estoy a tres minutos de mi hogar y conozco perfectamente el talón de Aquiles de mi jefe, así que sé en qué terrenos moverme para evitarme conflictos laborales.

Tengo casi todos los fines de semana disponibles para mí, aunque, por la naturaleza del trabajo, tengo qué apoyar labores algunos fines de semana por el mismo sueldo.

Sin embargo, hoy estoy en un punto en que prefiero tener tiempo para mí, para Juan Pablo, para descansar, que tener algo de dinero disponible, pero sin tiempo para disfrutarlo.

La situación económica no es sencilla, pues el padre de mi hijo está desempleado desde mayo y yo, sinceramente, no le veo ganas ni mala intenciones de activarse pronto, así que cargar totalmente con la carretilla está bien cabrón.

En fin, no se puede tener todo en la vida.

¿No lo creen?

lunes, 6 de enero de 2014

Quiero salir corriendo...


Convencida estoy.

Ya no quiero trabajar en donde estoy.

No es que no me guste lo que hago.  La verdad es que adoro, estoy enamorada de lo que hago, pero simplemente el ambiente de trabajo es muy pesado.

Han sido 19 meses muy difíciles de sobrellevar con quien hace las veces de jefe.

No quiero entrar en detalles porque no acabaría, pero he aceptado desde hace un par de meses que estoy siendo objeto de una especie de bullying laboral y estoy muy decepcionada.

Lamento mucho haber abandonado mis tres trabajos que tenía, pues no sólo los perdí, sino que dejé de recibir lo que ellos me daban, pero sobre todo, la tranquilidad de trabajar en un buen ambiente.

Hace casi 9 años, cuando me despidieron en el 2005 de este mismo empleo, juré por todo y ante todo que volvería.  No sé qué estaba pensando.

Hoy ya tengo varias semanas buscando nuevos horizontes.

Dios quiera que se de.

No quiero que pase mucho tiempo antes de poder colocarme en un mejor lugar, con mejores personas.

Espero sea rápido porque el hecho de ser mamá y que todos los días mi hijo me despierta con una sonrisa es lo que ha evitado que caiga en una profunda depresión.

Me cuesta mucho venir al trabajo.

Me cuesta  mucho dirigirle la palabra y el verlo me provoca aversión.  Nunca había detestado tanto a una persona, pero el hecho de que sea tan miserable  y abusivo no puede provocarme otro sentimiento.

sábado, 23 de noviembre de 2013

¿Hay alguien ahí?


Está casi casi por terminar un año medio complicado. Y no me estoy quejando.

El cinturón hemos tenido qué apretarlo mucho en casa. Yo creo que esto es síntoma general.

La mayoría de la gente trabaja más y gana menos.

Este año perdí -literalmente- mi carro y he estado a pie casi 10 meses.

La ventaja es que me  ha servido mucho de ejercicio y mis piernas se están  poniendo re-bonitas. Lo malo es el invierno a patín.

No sé ve para cuándo comprar uno nuevo con la economía como está.

 

A principios de año también perdí la compañía de mi pareja.

Han sido meses difíciles de ires  y venires con él.

De repente me duele, pero al siguiente segundo, ¡nada!  Todo en orden.

Creo que por fin le estoy dando vuelta a esa página.

 

Debido al trabajo he tenido totalmente descuidada mi vida personal.

He salido muy poco, he hecho muy pocas cosas para mí y eso a veces me cansa.

 

El trabajo es abundante, pero no estoy exagerando, estoy haciendo la chamba de dos o tres personas.  Soy de la idea que "algún día" llegará la recompensa (espero).

 

A pesar de todo esto, este ciclo escolar, gracias a Dios, voy al corriente en mis pagos en el colegio de mi hijo. Eso es algo positivo como muchas otras cosas.

Al ya no tener pareja, he pasado momentos padrísimos con Juan Pablo. Y no es que antes no los hayamos pasado, pero no sé, como que nuestra relación es más estrecha y cuando descanso tenemos agenda llena y convivimos mucho.

 

Él ha vuelto a sus terapias en un nuevo centro especializado.

Finalmente me han confirmado su TDA y bueno, empezaremos con tratamiento con el neuropediatra.

Tiene muy buena maestra en el colegio, aunque le falta un poquitín de paciencia para niños como Juan Pablo.

Lo padre también es que el colegio ha decidido ponerle una maestra sombra y ya tenemos el mes trabajando así.

Espero en dos semanas, máximo, darme cuenta si están dando resultados los nuevos métodos y medidas.

 

En fin.

Leo estoy me doy cuenta que lo difícil que he vivido son más pérdidas materiales y esas se recuperan. Ya llegará el momento. Sólo se trata de tener paciencia.

 

En cuanto al amor. Pues ya entendí la lección.

No es eterno. Ayer lo tuve, hoy ya no más. Pero tampoco ando llorando en los rincones. El duelo me duró a lo mucho dos meses, al inicio y aunque aún hablamos y tenemos aún muchas diferencias, éstas duelen, pero al siguiente día yo como nueva.

 

Es alguien a quien quiero y aprecio y que lamento mucho no haya llegado a buen término, pero sé que vendrá algo mejor para mí en forma de otro hombre o en forma de tiempo para mí.

 

Así las cosas han estado en estos 11 meses transcurridos de este año y estos meses, muchos meses, que no había querido venir a asomarme por aquí.

 

A ver si retomo el camino.

 

Estas son las novedades que van dirigidas a Chihuahua, con uno de los pocos lectores que me han dicho extrañar este espacio.

 

Él lo dice porque me aprecia desde niños.

 

Te mando un abrazo.

martes, 31 de julio de 2012

Tres años y contando

Este será, si Dios quiere, el cuarto ciclo escolar de Juan Pablo en su colegio.

El primer año, pese a que tenía pésimos ingresos, me fue muy bien con los pagos de todo.  Creo yo que fui muy bien organizada.

En los últimos dos, no tanto, pero salí a flote.

A partir del segundo ciclo, no recuerdo por qué, me acerqué al "papá" antes de los pagos fuertes de inicio de ciclo escolar, pidiéndole apoyo para librar ese primer tirón, siempre aclarando que sería solo en ese momento y que de las mensualidades yo me haría cargo.

Esos dos últimos años de preescolar abiertamente me dijo que no me iba a apoyar ni sólo al inicio y que mejor lo llevara a una escuela pública.

Entonces le hice una contra propuesta, que me diera lo que piden a los papás de niños de escuelas públicas al año, que no es ni la mitad de una mensualidad del colegio porque definitivamente que en una de ese tipo no podrían darle la atención que necesita el niño por sus problemas de TDA y lenguaje.

Había evitado invitarlo a involucrarse en cosas del colegio por la misma situación, pero decidí invitarlo al cierre del ciclo escolar reciente porque era además el cierre de una etapa de la vida de JP.

A este hombre lo ví contento y admirado por el colegio, sus instalaciones, sus maestras, sus actividades y pensé que ahora sí tendría un motivo para unirse a los gastos de inicio de ciclo escolar.

Pensé que no me había equivocado hasta hace unos momentos.

Cuando volví a tocar el tema del apoyo para Primaria, que es la etapa a la que entrará mi hijo, él se vio más dispuesto.

Tiene como tres meses negándole paseos, juguetes, ropa a Juan Pablo -delante de mi mamá- bajo el argumento siguiente:

- "No podemos (salir, comprar, darte) porque estoy ahorrando para darle dinero a tu mamá para el colegio".

Luego, hace un mes le recordé que ya está el tirón fuerte encima y me habló de un bono que recibiría y del que la gente de RH de su empresa me daría el 20 por ciento del total que le corresponde al niño, pero que también me daría él el resto para el colegio.

Llegó esa quincena y no vino ningún bono y dijo que hoy llegaba.

Sin embargo, la gente de RH me informó que no viene ningún extra depositado a favor del niño.  Así que decidí ponerlo al tanto de esta última noticia y me sale con que el viernes le dará a mi madre el 20 por ciento de los 3 mil 900 pesos que le dieron de supuestas "utilidades".

780 pesos, para un desembolso total de una cifra de cuatro ceros.

Me encabroné.

Y no porque me siga sorprendiendo, de hecho, tengo prácticamente todo resuelto (aunque de última hora y eso provoca demasiado estrés), sino que me molesta que todos estos meses le haya negado a SU hijo tantas cosas -baratas- bajo el argumento de estar ahorrando para su escuela.

Ahora pienso y pienso de qué estará hecho este tipo, cuestiono su cariño por Juan Pablo, me cuestiono a qué demonios viene una "persona" así a este mundo.

En verdad ¡qué poca madre!

viernes, 11 de noviembre de 2011

Eliminado

Ahora sí que utilizaré mi espacio para desahogarme.

Hay una persona extraña que se había acercado a mi vida.  Fue un noviecillo de juventud, el primero que me regaló el dolor de sufrir por infidelidades, pero eso no es lo importante.

Con la tecnología actual no fue difícil que me encontrara y lo acepté.  Primero por MSN y luego por FB.

Poco a poco he ido descubriendo que es una persona sumamente negativa.  Afortunadamente, en un lapso de tres o cuatro años que más o menos nos ponemos en contacto (muy de vez en cuando), solo lo vi la noche de Año Nuevo pasado que cayó de improviso en mi casa.

Su visita no duró más de 10 minutos porque llegó a la hora que Manotas y yo estábamos cenando y le di avión rápido.

Ha sido ofensivo y muchas de las veces que platicamos termino sumamente estresada y molesta.

Por ejemplo, fue él quien criticó con ironía y burla el que mi hijo se integrara a un grupo de Boy Scout.  

Se que ahí debí dejar esa extraña amistad, pero, vuelvo a lo mismo, no es alguien a quien frecuente, es más, podemos estar conectados y ni siquiera nos saludamos en semanas.

Sin tener una conversación profunda en el que externe mis problemas con él (no tengo la confianza) de alguna u otra forma es agresivo.  Si no me dice que soy una amargada, me dice que soy una dejada.

Por cuestiones laborales reactivé mi cuenta de FB y ayer postee en mi muro algo sobre el programa favorito de TV que actualmente sigo y de inmediato me escribió ahí:  “Ay Elena, tú siempre con tus comentarios… bobos”

Tenía tiempo de no hablar con él. Y me causó algo de molestia, pero para no hacer la discusión larga y porque yo tenía mucho trabajo no le dije nada, simplemente borré su comentario.

Esta mañana lo vi conectado y textualmente le dije: “Te pido de favor que sea la última vez que diriges hacia mi un comentario ofensivo. Jamás he sido grosera contigo y tú siempre me estás atacando”.

Él solo me contestó que si no me gustaba lo eliminara de mi lista de contactos.  Le dije que ya que me daba carta abierta, en ese mismo momento haría lo que debí haber hecho hace tiempo y lo bloquee, no sin antes agregar que no entendía su amargura, que todo lo que piensa de mí es reflejo de lo que él es. 

Que si vivo con mi madre y él es independiente (cosa que siempre me presume y critica), pues tal vez es así porque él vive sólo por épocas porque regularmente mete a su vida y departamentos rentados a mujeres con las que fracasa y se vuelve a quedar solo.

Ya una vez lo había eliminado no solo de las vías de comunicación, sino de mis amistades, porque se atrevió a hacerme propuestas que no van conmigo y no me bajó de mojigata.  

Creí que eso había quedado claro, pero no, veo que se quedó con esa espina clavada y siento mucho no poder acceder a sus peticiones.

En fin, a partir de hoy, este tipo queda fuera de mi vida.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Dichas inmerecidas

No sé si se trate de mis días pre, y no puedo asegurarlo porque no tengo ganas ni malas intenciones de checar el calendario, pero últimamente me he sentido de muy mal humor.  A un grado de amargura que da miedo.

Hay varias cosas que suceden, buenas para algunos, que a mí me molestan.  Esos sentimientos extraños que a la larga hacen daño.  Llamémosle envidia.

Digamos que creo (¿quien soy yo para creerlo?) que hay gente que tiene cosas y sentimientos que honestamente no lo merecen.  Es un sentimiento como el que experimentan las mujeres que anhelan ser madres y no pueden y que al enterarse del embarazo de alguien cercano sienten algo extraño en las entrañas.

Así es…

He tratado de pensar en otras cosas para no recordar lo que creo que no-se-merecen y esperemos lograrlo pronto.  Ya he estado estacionada en este tipo de situaciones y me es difícil salir de ellas.  Esperemos que esta vez no.


miércoles, 19 de octubre de 2011

100

Hace casi cuatro meses comencé la aventura en este espacio.

Ya había tenido un blog anteriormente, pero no le agarré cariño y lo abandoné a las primeras tres entradas.

No sé si he estado inspirada o qué demonios, pero me apasiona este espacio.

Así que justamente estás leyendo el post número
100 a poquito más de una semana de cumplir cuatro meses al aire.

Gracias por leerlo, por visitarlo, criticarlo y hasta hacerlo garras.

Esto es un medio de escape para mí y me gusta platicarles por este medio lo aburrida que es mi vida.  Ja!

Besos y aquí nos leemos.



viernes, 14 de octubre de 2011

Lo tenía, era mío ¿y lo dejaré ir?

Varias veces me he enfrentado a la situación de tener qué tomar decisiones importantes y difíciles.

Apenas hace unas horas me quejaba amargamente de la falta de interés que han tenido varias empresas a las que he enviado mi currículo hacia su servilleta.

Hoy, conseguí empleo.

Digamos que la paga no es nada buena, en lo absoluto, pero manejan un horario de lujo, de ese tipo de jornada laboral que me permitiría disfrutar al máximo mi rol de madre y poder colaborar externamente como lo he estado haciendo con el periódico y las carreritas a mis anchas.

Todo iba bien hasta que la persona interesada en mí y que me ofreció la vacante, me comentó que también tiene otro trabajo en otro lugar que se contrapone totalmente a mi trabajo en una de las dos empresas para las que ya colaboro.

Lo consulté con mi patrón de esa empresa y definitivamente me dijo que “no combinaba” que ingresara a trabajar ahí.

Me siento… ¿cómo les diré?  No triste, pero sí me da miedo negarme a ese empleo a estas alturas del año porque si bien ese patrón que ya tengo me quiere de tiempo completo, no está en él dármelo de inmediato, pues no depende de él ese tipo de transacciones.

En verdad, me interesaba ese trabajo más que nada para ya tener una entrada de dinero segura, aunque fuera poco, pero sobretodo por el horario.  En eso, sí es el trabajo de los sueños.

En un rato más iré con mi jefe y volveré a tocar el tema, si vuelve a decirme que definitivamente no checa (siempre consulto con él antes de aceptar un nuevo empleo porque me interesa mucho mantener ese trabajo) tendré que hablar con toda la pena con la que sería mi jefe para darle las gracias y declinar la oferta, pues me querían ya a partir del domingo.

En fin, espero no equivocarme y que esto no me cierre puertas.

Deséenme suerte… la voy a necesitar.

jueves, 6 de octubre de 2011

Acariciando el final feliz


Estos días han sido muy tensionantes.

Entre la pérdida de empleo y la búsqueda de uno nuevo, en una Ciudad en la que la mayor parte de la población está desempleada, se agregó un estrés emocional desde el fin de semana anterior: la ausencia de Dalí Miguel, mi perro de 8 años de edad.

Salió de casa la tarde-noche del sábado, como todos los días, y nada más no regresó. Comencé a preocuparme a las primeras 24 horas de su ausencia.

El lunes me enteré que había pasado la perrera el sábado, cosa que me pareció improbable, pues ellos no trabajan en fin de semana, así que tenía mis dudas.  Y sí, luego me confirmaron que no trabajan ni sábados ni domingos.

Aún así me lancé de noche al Centro Antirrábico a buscarlo.  Obviamente, como era de noche, no pude cerciorarme que estuviese ahí, pero no sé por qué me vine a casa con la esperanza de que así era. 

Dejé un recado en la puerta de cristal del lugar con la ubicación de mi casa, el nombre de mi hijo mayor (Dalí Miguel) y mi súplica: ¡Por favor, no lo sacrifiquen!

El martes amanecí ahí.  Honestamente, iba muy contenta y armada con su correa y una sábana para regresarnos juntos en taxi, pues mi coche sigue en el taller (esa es otra historia).

Por ese recado, a mi llegada, ya tenían el antecedente las casi 10 personas que trabajan ahí y que estaban todas juntas en la recepción.  La mayor parte hombres.  Solo dos mujeres, una de ellas veterinaria.

Les expliqué a detalle de dónde creía que lo habían recogido y hasta ese día no habían pasado por ahí (ellos pasan por calles de donde reciben reportes). 

Así que ahí mis esperanzas y optimismo comenzaron a convertirse en todo lo contrario, pues significaba no tener la certeza de si Dalí seguía con vida, si lo habían metido a un taller donde probablemente pasaría el resto de su vida amarrado, si lo habían envenenado o atropellado.

Llegué a mala hora pues aunque era súper temprano, apenas la hora en que abrían, cuatro hombres estaban tras bambalinas sacrificando a los animales y por esa razón me negaron el acceso.

Supliqué mucho que me dejaran pasar y que si era necesario detuvieran los sacrificios para poder entrar y asegurarme que él no estaba ahí; la doctora me sugirió que esperara a que terminaran de “dormir” a los perritos (¿¡ya para qué!?) y yo me quedé impávida.

No sé si los conmoví (aún yo estaba controlada entonces) o los harté, el caso es que me hicieron caso o me dieron por mi lado.  Detuvieron los asesinatos de perritos para entrar a ver si estaba Miguel ahí.

Apenas crucé la puerta y miles de lágrimas comenzaron a rodar en mis mejillas y lloré y lloré con mucho sentimiento.  Primero, porque era casi un hecho que Dalí no estaba ahí según lo que platiqué con esas personas.  Estaba desilusionada.  Pero, también por lo que vi ahí dentro.

Me pasaron solamente al área donde estaban asesinando a esos inocentes… había excremento y orines por todos lados, pues los perros no controlan esfínteres por el miedo que tienen a ese sufrimiento.

Había perros sin vida, de todos tamaños, en bolsas de plástico y decenas de canes en dos jaulas comunes, que fueron las que me mostraron.  No puedo olvidar los ojitos de súplica de esos “niños”, estaban aterrados y esperanzados a que yo los rescatara a todos.

Miguel no estaba ahí y yo no podía parar de llorar.  Eran las 9:30 horas y salí de ahí casi corriendo.  Solo atiné a levantar la mano a modo de despedida de todos los que estaban en recepción… solo escuché a la veterinaria decirme en tono de regaño:

“¡Por eso no queríamos dejarla pasar, por eso mismo!”…

Me detuve en la esquina llorando amargamente, no podía respirar y así me regresé a casa, llorando en el Metro inconsolablemente.  La gente me veía y a mí me valía madres que se dieran cuenta… me dolía todo el interior.  No pude parar de llorar hasta las 13:00 horas que fui por Juan Pablo al colegio.

Ese día caminé muchísimo pegando pósters de Dalí Miguel en los que ofrecía una recompensa, tarea que continué el día de hoy.

Todas estas noches no he podido dormir, he estado esperando la llamada, la noticia… Nada.

Hoy, después de las 15:00 horas, volví a ir al Antirrábico, esta vez armada con pósters que continué pegando camino al Metro.  Esta vez me acompañaron Manotas y mamá.

Estaban dos personas, dos hombres mayores.  Los empleados administrativos y veterinarios ya se habían retirado.

De inmediato me dejaron pasar una vez les entregué el póster de la búsqueda.  Otra vez, me llevaron a las jaulas comunes.

Vi una perrita hermosa, de raza fina que desconozco el nombre.  Tenía una bola colgando por detrás, roja, en carne viva.  Me comentaron que era su matriz y que por esa jaula comenzarán los sacrificios mañana temprano (sacrifican martes y viernes –cultura general-).  Había perros lindísimos, que se veían que habían sido mascotas bien cuidadas y otros que nunca tuvieron la suerte de tener una familia y que por fin (desgraciadamente) habían llegado al final de su triste vida.

Mucha gente cree que en estos lugares sacrifican con inyecciones de las que los veterinarios particulares utilizan para practicar la eutanasia a las mascotas de sus clientes y que son dos.  Una para dormirlos y otra que les provoca el infarto fulminante.  Aplican la primera para que no sea dolorosa su muerte.

No.  La realidad es que los mojan y les ponen cables de corriente eléctrica.  Así es como mueren.  Con dolor, terror y miedo.

Iba de regreso a la recepción donde me esperaban mis dos acompañantes ansiosos, pues Juan Pablo no tiene acceso a las jaulas por su edad.... pero hice lo que el martes no hice: pedí oportunidad de ver los pasillos de jaulas individuales.  Solo estaban ocupadas las primeras 10 del primer pasillo.

Vi un perro, otro, otro más y al llegar a la última…

...

¡Ahí estaba Dalí Miguel!

¡No crean, tenía mis dudas, porque estaba sucio y delgadísimo!  Así que tuve qué pedirle a mamá que entrara ella a confirmar mis sospechas, pues aunque le hablé por su nombre y me respondió moviendo la cola de felicidad, aún lo dudaba.  Y en realidad no lo dudaba, ¡sino que no lo podía creer!

Mamá entró y sí.  Confirmado (aunque la vi dudosa). 

Pues ya me explicaron que ellos no pueden entregarme a mi mascota, sino que mañana a primera hora debo presentarme.  Me harán llenar una carta responsiva y ahí pueden esterilizarlo (castrarlo) y eso será lo que pediré.

Volví a entrar yo a cambiarlo de jaula para que los empleados supieran que ese perro ya fue reclamado.  Se dejó agarrar solo por mí (como siempre) y se quería venir conmigo.  El señor que amablemente estaba conmigo me dijo:  "No hay duda, es su perro".

Le dije a Miguel que no se preocupara, que mañana iré por él, que tuviera paciencia y que espero que haya aprendido la lección (como yo).

Estoy tan tan tan feliz.

Las últimas noches, con el silencio de la madrugada, cada ladrido por más lejano que se escuchara, me parecía que era Miguel y salía a buscarlo, pero nunca dí con esas voces.

Mañana amaneceré ahí.  Sé que debe estar preocupado y ansioso (como su madre).

¡Gracias a Dios!

lunes, 3 de octubre de 2011

¿Dónde estás?



El sábado, dejé salir a Dalí Miguel, como siempre, a la calle.

No habíamos estado en casa casi en todo el día, así que él salió a estirar las piernas a eso de las seis de la tarde.

Es hora que no llega.

Es hora que lo estamos esperando.

Me da miedo que no regrese. 

Hoy que llegué del Súper, la casa se sentía sola.  Extrañé sus brincos de felicidad tan solo verme.

Dos noches y sus días sin volver a su casa y yo sin poder dormir.  No sé dónde está.

¡Te extraño, Miguel, regresa a casa!

viernes, 30 de septiembre de 2011

Viernes patético

Todo comenzó muy bien hoy.  Temprano fui a cerrar definitivamente mi ciclo en la revista.  Finalmente recibí mi liquidación justa sin llegar a pleito.  Todo en santa paz.

Comí como siempre había querido los últimos años en compañía de mis amigas, las mamás del colegio de Juan Pablo, sin prisas, platicamos muy a gusto, aunque Manotas se quiso regresar temprano a casa, con el pretexto de que estaba cansado, cuando en realidad le urgía sentarse en la computadora.

Me gustó porque se hizo fiesta en grande.  Fueron muchos niños y mamás que no tenía el gusto de conocer.

Cuando antier propuse que celebráramos el cumpleaños de Carlo, hijo de Caro, una amiga mamá del cole, en el Wendy’s, nunca me acordé que era viernes, día que J (se supone) viene a ver a Juan Pablo.

Afortunadamente los viernes hay salida temprano y él viene a verlo o pasa por él alrededor de las 4. Nosotros salimos del lugar antes de las 3 de la tarde.

En la mañana, le recordé a Juan Pablo qué día era hoy y que seguramente su papá iría por él en la tarde.  Tajantemente me dijo que no quería ir con su papá.

Un acuerdo entre J y yo es que nunca se lo llevaría en contra de su voluntad y mucho menos llorando, de hecho, en el DIF le hicieron la misma advertencia cuando peleó a muerte verlo viernes y sábado, que, dicho sea de paso, fue un proceso innecesario, pues jamás se le ha negado que lo vea.

En esos ayeres, lo único que le pedía era un poco de paciencia cuando él exigía sus derechos de verlo y llevárselo fuera de casa, cuando recién comenzó a visitarlo después de dos años de desaparición de su parte (en todo sentido).  Nunca lo comprendió y me demandó.  Estuvimos seis largos meses con visitas supervisadas en Capullos.  Fue un proceso desgastante, innecesario.  Esto como contexto.

Las últimas tres semanas, J no había venido a verlo ningún día y solo el segundo viernes de esas semanas le llamó para pasar por él.  Fue la misma historia de hoy: Manotas se negó a salir y él lo aceptó y ni siquiera vino a verlo.

Cuando llegamos al Wendy’s le pedí a mi hijo que si le llamaba yo para acercarse a mí, lo hiciera de inmediato, pues en una de esas sería para comunicarle a su papá.  En dado caso que me llamara. Nunca me llamó.

Aproveché que el niño quiso regresarse de la reunión para estar en casa por si el hombre venía a buscarlo.  Y así fue.  A los minutos estaba aquí.

Juan Pablo de inmediato, al verlo en la cochera y nosotros dentro de la casa, comenzó a decir “ahí viene papá y no quiero ir”.

Ya le había dicho yo hoy que si no quería ir con él, debería decírselo él mismo, pero expresando el motivo por el cual no quiere ir.

El niño se puso muy nervioso cuando él entró (no me gusta que entre a casa de mi madre, pero siempre lo hace, sin saludar a los presentes, en este caso, mi mamá y yo) y le dijo que no quería ir.

Él comenzó a cuestionarle “¿por qué estás tan cambiado?, ¿ya van tres semanas que no te quieres ir conmigo?, ¿qué pasa?”

Comenzó a formarse una bola en mi estómago porque todo lo que dice lo dice en el sentido de acusarme de todo.  Yo guardé silencio.  Juan Pablo simplemente lloraba y decía: “no quiero ir contigo, ¡vete!”.

Llegó un momento en que J se salió de la casa, mientras mamá y yo tratábamos de convencerlo que se cambiara y al menos saliera a saludar a su abuelo, quien venía con J.  Él estaba negado.

Para no extenderme mucho, J comenzó a decirme abiertamente que qué raro que no quiera ir con él, que seguramente yo lo había aconsejado de que no se fuera con él, que por qué no le decía el niño la razón por la que no se iba.

Le expliqué que él ya me había dicho que no quería ir y que le pedí le explicara a él sus motivos, pero que tuviéramos conciencia ambos, que JP tiene un problema de lenguaje y le es difícil expresarse.  No quería yo discutir.

Pero llegó un punto en que me exasperó terriblemente y tuve que decirle de frente que qué esperaba si se desaparece tres semanas consecutivas, que no cultiva el cariño de su hijo.  Él en cambio me dio pretextos: que si no había tenido dinero, que si me da dinero “a mí”, que si el trabajo, que si su carro está en el taller. Pretextos, pretextos, pretextos.

Le dije frente a frente que no intentara responsabilizarme de los frutos que él está cosechando con su actuar.  Que de ninguna manera permitiría que se lo llevara en ese estado.  Él me dijo que yo tengo la obligación de hablar con el niño para aclarar la situación.

Patético.  No entiende razones.  Pasan los años… tiene 42, y sigue siendo un irresponsable, sigue con el corazón ardido.

En fin, fue un momento patético, que ahorita ya no me molesta, pero en esos instantes solo hice lo que creí conveniente. 

Le pedí que a partir de hoy tenía prohibido cruzar la puerta de la casa de mi mamá, pues hoy vi con mis propios ojos que todo el tiempo que yo trabajé y no estaba presente, él hombre se pasa hasta mi cuarto sin siquiera decir “con permiso”.

También le exigí que cuando lo regresara a casa no me lo dejara cual vil bulto en la banqueta o en la reja de la casa.  Que tocara y esperara a que alguna de nosotras lo recibiera, pues me molesta mucho que ha hecho esto últimamente.

A todo me respondía con agresiones y alzando la voz.

Al ver que la conversación no tenía sentido, le pedí que si no tenía nada más que agregar, se fuera. 
Y así lo hizo.  No sin antes decirme que me va a demandar porque yo aconsejo a Manotas no verlo ni salir con él.

Espero tenga las pruebas suficientes para fundamentar esa demanda.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Bullying

Alguna vez abordé aquí el tema de los compañeros de trabajo y hoy lo retomo.

Resulta que, contrario a lo que pudieran creer o imaginar, me cuesta mucho trabajo el inicio de las relaciones humanas, sobre todo (si es que no es en el único ámbito en el que me sucede) en el medio laboral.

Tardo muchísimas semanas en entablar una conversación una vez instalada en nuevo empleo, fuera del tema laboral.  Así me ha sucedido siempre, excepto en el periódico, ahí no sé por qué pude relacionarme súper bien desde el inicio.

Hoy tengo cierto temor, no miedo, a este punto.  Ya sé que, como siempre, me estoy adelantando a los acontecimientos porque trabajo no he conseguido, pero es una de las cosas que me da flojera cuando me quedo sin empleo.  Es como cuando tienes una relación amorosa que no está nada bien y que te niegas a abandonar justamente por la pesadez corporal (hueva) de iniciar una nueva relación con alguien más.  Así más o menos es lo que siento.

Tengo que decirlo: soy sumamente selectiva para abrirme con compañer@s de trabajo.  En este último que acabo de perder pude hacer buenas amistades, pero de las siete que éramos, al final solo quedábamos dos.  Sí, estoy dejando morir sola Vanah.  Ella ha sobrevivido porque actúa igual que yo:  llega, se pone los audífonos y no se los quita hasta la hora de la salida.  Es una inteligente forma de marcar límites y hablar solo lo indispensable.

Cuando éramos las siete, todo era felicidad, pero trataron por todos los medios de desunirnos, cosa que no pasó. 

Hace tiempo, una colega del periódico me dijo: “tú que eres mi fuente inagotable de fuentes, ¿conoces a alguna víctima del bullying laboral?”.  Y sí, le pasé el dato de una ex compañera de ese lugar que le dio la entrevista.

Sí, existen víctimas de acoso y abuso en el trabajo.  Yo, creo, no lo he sido porque tampoco me dejo, pero sí hubo intentos en algunos empleos.

En el periódico, por ejemplo, para algunos fue un pecado mortal que yo fuera llamada a colaborar en uno de los medios más importantes del país sin tener estudios profesionales concluidos.  Así que, desde el curso que tomé antes de entrar, fui víctima de F, una mujer que después fue mi compañera de trabajo ahí.  Después se aliaría con ella otro compañero.

Ella fue hiriente y es sumamente creída de si misma, pero en exceso.  De esas que piensa y cree que nadie la merece.  Abiertamente me dijo en el curso que “olvidaba que yo era una secretaria”, cuando me pidió mi opinión sobre una asignatura de la carrera de Ciencias de la Comunicación minutos después de informar en el curso que yo era simplemente una asistente ejecutiva.

Una vez trabajando, se encargó de bloquearme muchas veces y de poner en contra de mí a más gente.  No le resultó.  El resultado fue que yo duré en el periódico mucho más tiempo que ella y que yo tengo amistades entrañables en ese lugar.

En este último trabajo en el que estuve no existe la palabra compañerismo.  Debo decir que mi jefe es mujer y es sumamente considerada con las que somos mamás, eso se lo voy a agradecer eternamente y me llevo de ella un buen recuerdo.

Pero, hay otros especimenes ahí dentro que de plano se vuelan la barda.

Una, por ejemplo, tiene años ahí…. Sin temor a equivocarme, ha sido su único trabajo.  Es su vida y está soltera, aunque a punto de casarse.

Es una mujer sumamente amargada y amarra-navajas… Qué bueno que se va a casar porque pudiera ser que con una buena co… le cambie el carácter.  Le encanta el chisme y al quedarse sola la oficina por motivos de viajes de las cabezas de la empresa, ella se auto nombra a cargo del lugar.  Solo que no nos daba órdenes.  Se limitaba a observar y al llegar los jefes chismeaba, porque no se le puede llamar de otra forma, todos los movimientos que hacíamos o no hacíamos.

Es una tipa que tiene la posibilidad de observar desde su computadora todo lo que hacías en tu PC.  Si se daba cuenta que lograbas abrir una página prohibida, te la bloqueaba en seguida.  No sonríe, no platica, es amargada.

Sin duda, es la que se encarga de poner un ambiente espantoso en ese lugar.

En fin, no soy la única que ha estado en esa situación.  Todos, al llegar a un empleo, llegan solos.  Las bolitas ya están hechas.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Un día oficialmente desempleada

“Ni sobra el que se va ni hace falta el que se queda”

Como bien lo vaticiné, el viernes 23 de septiembre terminó mi ciclo en la revista.

Me hablaron a una de las oficinas del lugar poco antes de las 12:00 horas. Yo ya sabía la hora en que sería mi despido, así que para ese entonces, había descolgado mis recortes de periódico de la pared escritos por mis colegas Eugenio Guzmán y Marco Almaraz, pues son unos maestros para escribir y los tenía ahí para no olvidar la buena forma de redactar.

También había limpiado por completo mi computadora. Y ensobretado alguna papelería personal.  Mis adornitos hechos por las manitas de mi Manotas, ya estaban en casa, pues me las fui llevando en el transcurso de las tres semanas previas.

Debo reconocer que ese día me presenté a la defensiva, interiormente hablando.  No sé porqué en las últimas horas olvidé que la persona que le tocó bailar con la más fea, es decir, despedirme, siempre se portó como un caballero conmigo. Es un tipo bastante agradable (y guapo).

Pues ya me explicó el motivo del despido. Me dijo que no era nada personal, que estaban contentos con mi trabajo y me dio las razones reales por las cuales me iría de la empresa que hoy omitiré por una razón que más adelante les explicaré en esta misma entrada.

Yo me presenté a esa oficina con mis cálculos para el finiquito.  Hasta ese momento no fue necesario mostrarla pues quien me hablaría de cifras sería un enviado del outsourcing encargado de todo lo relativo al RH de la empresa.

Para no hacerles el cuento largo, me negué a firmar.  Hoy me avisaron que será hasta el jueves que se cierre definitivamente el capítulo (con lo afecta que soy a no cerrar ciclos).  Quiero pensar que me irá bien.  Mientras tanto haré unos movimientos para protegerme, pues así me lo han sugerido mis dos asesores.

Y aunque creo que a veces hacen falta unas vacaciones indefinidas sin la necesidad de regresar al mismo sitio, inquieta como soy, desde hace días comencé a buscar trabajo por distintos medios. Hoy tuve mi primera entrevista laboral.  Iba con muchos ánimos, pues está a no más de 10 minutos de mi casa y a una calle del colegio de Manotas.  Pero, “¡oh, sorpresa!”, la vacante es para el área de ventas.
("Cuando un reportero lo ha sido una vez, no deja de serlo nunca", José Alvarado)
Y sí, salí algo desanimada y comienzo a desesperarme, pues la OCC sigue siendo mala onda conmigo al no tener, como siempre, nada qué ofrecerme.

En fin, espero que esto pase pronto y me dejé escribir sobre temas más agradables en mi rincón… por ejemplo, la tercera parte de Amor de Otoño que tanto me gusta.

Hoy, mi hijo, después de comer me dijo:

JP.- Mamá. ¿vas a ir a trabajar?
Y.- No, Manotas.
Y él me abrazó emocionado
JP.- Gracias, mamá, por quedarte en la casa.

Deséenme suerte, creo que la voy a necesitar.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Búsquedas

Pensando en lo que está por suceder laboralmente hablando (no pasa de hoy o mañana), estuve recordando mis épocas de búsqueda de empleos y todas fueron distintas.

Empecé a trabajar a los 17 años como recepcionista de un laboratorio de análisis clínicos.  Ahí me ayudó a entrar mi mamá, pues trabajó en ese mismo lugar varios años… creo que me lo consiguió para que tuviera algo qué hacer, porque yo no recuerdo haber tenido la necesidad o deseo de trabajar, aunque nunca fui con flojera o me quejé.  Me gustó la experiencia.

Cuando salí del Kelly (graduada como Secretaria Ejecutiva Bilingüe) lo hice con la convicción de trabajar en el desaparecido banco Banpaís, pues fue una de las empresas que fueron a dar pláticas al colegio de secres y de la que más me llamaron la atención las prestaciones.

Ahí mismo, llenamos solicitud, así que apenas me gradué, convertí en mi víctima a una de las chicas de RH de ese banco.  Todos los días le llamaba para recordarle que quería trabajar.  Creo que al final me lo dio más que nada porque ya estaba harta de que le llamara tanto.

Me tocó trabajar en dos sucursales en igual número de años y me desempeñé en todos los puestos, excepto de cajera, y me gustó muchísimo.  El banco quebró y yo fui de las primeras en salir.  Eso fue en la época de la crisis de Carlos Salinas de Gortari, así que tardé mucho en encontrar otro empleo.

Recuerdo que me la pasaba llenando solicitudes, tomándome fotos, caminando, en camión, bajo el sol y la lluvia, y nada que encontraba algo.  Esa fue la época en la que más tiempo estuve desempleada, pero ahora no recuerdo cuánto tiempo fue.  Hasta que un día me llamó Diana, quien fuera gerente administrativo de la primera sucursal de ese desaparecido banco y me fui a trabajar a una unión de crédito.

Creo que, de todos los trabajos de asistente que tuve, ese fue el más satisfactorio, me desarrollé muchísimo y me codeaba con gente importante.  Estuve primero en la unión que quebró por la crisis, luego en la administradora de su cartera y al final en Nacional Financiera.

No sé por qué empecé a buscar trabajo y fue la primera vez que recurrí a una bolsa de empleos y así fue como caí en las garras de KPMG donde también me fue muy bien, pero no tuve un final feliz.

Luego, EL NORTE me llamó para dar el brinco a Periodista, luego de haber tomado dos cursos. Al primero me apunté y al segundo ellos me invitaron. Me llamaron justamente 15 días después de haberme quedado sin empleo y de haber concluido la segunda capacitación.  Fueron los 5 años más maravillosos de mi experiencia laboral hasta que mi ciclo terminó.

Como me liquidaron muy bien y Juan Pablo apenas tenía tres meses de nacido, yo me tomé tres meses sabáticos para disfrutar de mi enano, hasta que Sandra, una de mis mejores amigas, me ofreció un trabajo temporal en el Hotel Ancira, para cubrir a la asistente del área de Ventas pues esa chica la cubriría a ella en su incapacidad de maternidad.

Ahí estuve dos años, pues luego me convertí en Ejecutivo de Ventas, donde fui un fracaso.  Tras mi salida por malos resultados (el que no vende se va), no pasaron ni 15 días cuando me llamaron de dos hoteles y me decidí por el más pequeño y estuve ahí casi dos años, también hasta que cerró mi ciclo de nuevo.

Pasaron otros 15 días en los que busqué por internet (por primera vez en mi historia), fui a miles de entrevistas, pero ya cómodamente en mi coche.  Sin embargo, no me funcionó el internet, sino otro método antigüito, los avisos de ocasión del periodicote (como le dicen por ahí).

Ese día vi un anuncio súper chiquito donde buscaban a quien cubriera el puesto que hasta estos días ocupo desde hace tres años.  Me dio mucho gusto porque yo había sido usuaria asidua de sus foros de discusión durante cuatro años, era foro-adicta, y bueno, recurrí a la técnica que me ayudó a conseguir trabajo en el banco:  insistir por teléfono, hasta que me dieron la oportunidad.

He comenzado a buscarle, nuevamente en internet, y es frustrante no ver nada atractivo o de plano no ver nada de mi área disponible.  Anoche decidí buscar y encontrar lo-que-sea, pues el chiste es no dejar de recibir una remuneración y mientras buscar y encontrar lo que me gusta.

Y también decidí otra técnica de búsqueda… ya les contaré si me resulta.