viernes, 25 de noviembre de 2011

De cómo te cambia la perspectiva

Parte 2


Hace rato me preguntaban que si era Rayada y futbolera de hueso colorado… y se me ocurrió contarles pasajes de mi vida algo cómicos.

Fui una aficionada enferma de los albiazules.  A finales de los 90’s mis paseos con J se limitaban a ir al Estadio Tecnológico a verlos jugar.  íbamos a Numerado, así que siempre estábamos rodeados de la misma gente.

Pero, antes debo irme más atrás.

Fue a principios de los 90 cuando el Monterrey se enfrentó en una Final ante el Atlante, y resultaron campeones los Potros.  En esos ayeres, humildemente veía los partidos, cuando los televisaban, o los escuchaba por la radio desde casa de mis papás.

Esa vez, se solidarizaron conmigo tres amigas y vieron el partido a mi lado.  Pese a la derrota, alentada por el hígado Roberto Hernández Jr., las convencí de irnos a la Macro a “festejar” el subcampeonato y ahí vamos, cuales viles borregos.

El tráfico, obviamente, estaba parado y eufóricas, Isabel y yo nos bajamos del auto de Sandra en Zaragoza. Todo el tiempo corríamos de lado a lado ondeando una bandera azul y blanco. Al paso de las horas y de la rodada lenta de los autos, justo cuando estábamos en un paso a desnivel (a la altura del Teatro de la Ciudad) el tráfico comenzó a moverse notoriamente.

El chavo del vehículo de atrás lo había dejado sólo con tres menores de edad, incluyendo su novia, mientras él fue al baño o no-sé-a-dónde.  Los conductores comenzaron a tocar el claxon con desesperación y la chica se presionó tanto que tomó el volante sin saber manejar, era estándar, así que se le fue sin control hacia adelante mientras yo iba cruzando entre ese carro y el de mi amiga para subirme e irnos.

Me atropelló.  Me desmayé. Desperté en un puesto de socorros en el que me dijeron que no tenía nada, pero luego luego comencé a alucinar temiendo que tuviera estallamiento de vísceras o algo así y pedí me trasladaran al Hospital Muguerza bajo la protesta del dueño del vehículo responsable. Yo pedí me trasladaran ahí porque trabajaba en un banco y tenía esa prestación.

Nancy, quien es enfermera, se fue conmigo en la ambulancia y yo iba haciendo planes de irnos a una disco no más saliendo del hospital, lo cual le causó gracia al paramédico que iba conmigo.

Cuando llegamos al hospital, todo el barrio estaba ahí presente en el área de urgencias, no sé quién demonios avisó si ni celulares existían.  Mi papá estaba riendo a carcajadas con el familiar de otro paciente de las decenas ahí ingresados a causa directa de la Final.  Le contaba esa persona que su hermano se había accidentado ¡viendo el partido en casa! Resulta que movió tanto los brazos que uno de ellos se zafó  y se lo estaban acomodando los médicos.

Me dieron de alta, salí caminando pues solo tenía golpes en piernas y costillas. No me dolía nada, pero al día siguiente parecía que me había pasado un tráiler encima. No podía moverme.

Para rematar, una foto de mi, recostada en una camilla y mi nombre en una nota de Seguridad Pública de EL NORTE provocó que miles de amigos y familiares comenzaran a llamar a casa y visitarme.  Esa vez fue la primera que el periodicote rezaba un hermoso: Elena Torres.  Mi amiga Nancy dio mis datos mientras yo estaba en pleno patatuz.

Esa quedó para la posteridad.

Total, iba todos los sábados al Estadio Tec con J.  Era un ritual.  Tenía prohibido dirigirse a mí durante los 90 minutos. Odiaba que interrumpieran mi atención mientras veía jugar a mis Rayados.

El día que me llamaron para entrevista para una posible relación laboral en el periódico con el subdirector de la desaparecida sección Deportes, estaba haciendo fila en las oficinas del club, entonces ubicadas en Gonzalitos y Madero.

Llegué a la una de la madrugada.  Eran las 10:15, cuando Mirthala me llamó y yo estaba literalmente tirada en la banqueta de Madero, llorando mi pena de haberme quedado a 10 personas de llegar a la taquilla, pero se terminaron los boletos.  Estaba llorando mi amargura de tener qué comprar boletos carísimos en la reventa.

Se lo platiqué a ella y me pidió que llegara temprano a la cita para que escribiera en primera persona lo que me había sucedido en la fila.

Fui, escribí (hasta ese momento pensé que era parte de las pruebas para poder aspirar a ser periodista deportivo) y me entrevistaron.  Luis me dijo que si resultaba elegida me llamarían después.  Yo todavía no confiaba en mi capacidad de poder con el reto, porque no se me quitaba de la cabeza la idea de no merecerlo sin haber estudiado Comunicación y que solo me había quedado con la carrera de Secretaria y tres tetramestres de Mercadotecnia.

La sorpresa llegó al día siguiente: mi crónica de la frustración de no encontrar boleto y tener qué desembolsar una enorme cantidad de dinero por una entrada se publicó, con mi nombre de autor, en EL NORTE, METRO y El Sol.

Días después, era un elemento más del staff de periodistas deportivos del grupo editorial más importante del País.

Muchas cosas me hicieron pensar mucho eso de aceptar la oferta laboral, primero era la falta de estudios profesionales; el horario, pues no tendría la misma vida social ni la facilidad de ver al novio cuando quisiera; mis fines de semana serían entre semana y… ¡no iría más al Estadio Tecnológico!

¡Ah, cómo recuerdo cuánto me dolió eso!  Los sábados del primer año fueron una tortura, casi lloraba no poder estar en las gradas como aficionada, mentando madres al árbitro o alentando al equipo.

Pero, por políticas de la empresa no puedes mostrar favoritismo, aficiones y cosas similares y debes aprender a ser objetiva.

Por fin entendí que el futbol es un juego.  Por supuesto que he estado feliz por los buenos resultados del equipo (con excepción de la última temporada), a veces veo los partidos, pero ya lo veo con otra madurez.

En verdad, es patético ver hasta dónde llega la gente que vuelca su vida en torno a un equipo y creo que así me vieron a mí varias personas.



4 comentarios:

  1. Es muuy patético ver como la gente se vuelca a vivir y respirar al "equipo de sus amores". Yo conozco un caso que el tipo vive y sueña a rayados se pelea con la gente si dicen algo de ellos como si los jugadores del equipo leyeran sus post en el facebook o algo por el estilo. MI opinión: "creo que esa gente necesita urgenteme una vida interesante"

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  2. Es patético ver a la gente que no tiene dinero para comprar ropa pero gasta en los boletos para ver el partido en vivo. Es horrible ver que de padres a hijos heredan amor excesivo por un equipo de futbol llamese como se llame.

    Por otro lado, Ele... siempre siempre hablas de tu amor por el periodico y lo mucho que te gusto trabajar ahi... creo que tienes una fijación obsesiva con ese periodico....

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  3. Ni idea, no sé que se siente ser fanático de un equipo de ninguna clase, por lo tanto no puedo opinar de algo que desconozco.
    Por mi que cada quien se revuelque en su propio mundo de ignorancia si así lo desea.

    Saludos mil Nena.

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  4. Jajaa, Spice ¿fijación? No, yo más bien creo que es amor a la camiseta, pasión por lo que hago y agradecimiento por haberme dado una oportunidad que no recibe cualquiera...
    ¡Y lo que falta por contar de ese lugar!
    Besos a todos.
    Gracias, Cuty!

    Ele y Juan Pa

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