Tengo la fortuna de ser una profesionista por vocación. Caí en el periodismo simplemente porque Los Torres lo traemos en la sangre, viene de familia.
No crean que ha sido fácil. Con justa razón, algunos colegas que sí se quemaron las pestañas estudiando más de cuatro años, han manifestado su desacuerdo a lo largo de estos 11 maravillosos años que sea yo una PERIODISTA bien hecha.
No puedo más que agradecerle a la vida porque el medio más importante del País fue quien me abrió la posibilidad de vivir ahora de escribir. Es decir, de vivir de lo que más me gusta hacer.
No ha sido fácil. A mí solo me gustaba el futbol y una vez entré a trabajar a DEPORTES, fue entonces cuando aprendí qué demonios es el “fuera de lugar”, y eso que había pasado las tardes de los sábados de los últimos ocho años (previos a convertirme en reportera) metida como aficionada en el Estadio Tecnológico.
Ya siendo miembro del staff de reporteros de ese medio, un niño de ocho años me explicó cómo es el juego del futbol americano. No conocía nada de triatlón ni de patinaje artístico sobre hielo. Pero eso sí, aprendí de charrería en una sola clase (charreada) por parte de una entrenadora de escaramuzas.
No ha sido fácil. En cinco años trabajando en ese periódico, como empleado de planta, solo me publicaron una nota en la 1A, que es la portada del periódico, justamente cuando festejaron los Rayados su campeonato en Junio de 2003, tres años después de mi entrada a este loco mundo del periodismo.
Luego llegó el dolor de decir adiós. Me dijeron adiós de ese periódico cuando más enamorada estaba de mi trabajo y cuando más lo necesitaba.
Fue un duelo de tres años que terminó solo cuando mi ahora jefe de uno de los periódicos hijos de ese gran medio, me dio la oportunidad de ser titular de una página de mecánica automotriz que tiene mucho éxito a nivel nacional. Amo escribir de fierros, aceite y herramientas. Lo combino con mi trabajo de planta de escribir de novias, glamour y vidas rosas.
Ahora, con mucho orgullo puedo decir que mi trabajo está inmortalizado no solo en tantas y tantas páginas que he escrito a lo largo de estos 11 años en periódicos y revistas.
Recién me acabo de enterar que muchas de mis crónicas de automovilismo deportivo están exhibidas en el Museo del Automóvil de Monterrey. Es un honor. ¡Tengo que ir a verlo con mi hijo!
Aquí sigo. Pidiéndole a Dios y a la vida que nunca seque mi cerebro, mis manos y mi creatividad porque de eso vivo y para eso vivo.
Y aquí estás tú ahora, leyéndome en otro medio para expresarme.
Gracias por seguirme y por leerme.
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