miércoles, 29 de junio de 2011

La tecnología, el amor y yo

Hace algunos ayeres, criticaba el que un adulto mayor (muy cercano a mí) olvidara de un día para otro cómo acceder a un sistema que debía utilizar diario.
Pasaron los años y yo comencé a quedarme atrás mientras la tecnología avanzaba a pasos agigantados.  A eso agréguenle que donde he trabajado en la última década tenían y tienen como políticas no darnos acceso a correos personales y redes sociales.
Así que hasta hace un año decidí poner en movimiento mi feisbuc. Pero esa decisión no tenía nada qué ver con el simple interés de "ponerme a mano con la moda".  No.
Resulta, que un hombre que me gustaba mucho hace más de una década, me encontró por ahí luego de verme de lejos en una nevería.
Cuando recibí su invitación a aceptarlo, también acepté el reto de meterme al mundo de esa red social.
Uh.  Lo recuerdo bien. Me enamoré no solo de él, sino también del dichoso hijo del casi puberto e ingenioso Mark Zuckerberg.
Fue toda una aventura, apenas sabía "picarle" a tanta herramienta y al mismo tiempo comencé a conocer a fondo al hombre del que ahora puedo decir que estoy enamorada como una tonta.
Sin embargo, la factura me la cobraron unos siete meses después.
Sí.  Caí en el lado oscuro del feisbuc.  Comenzaron los malos entendidos que nos llevaron a los pleitos.
Simplemente hace unas semanas feisbuc y yo nos convertimos en los enemigos más enemigos del planeta.
Comencé a odiarlo. De amarlo, pasé a aborrecerlo (al feis)...
Salud mental.  He pensado y dicho que feisbuc no es de Dios.
Para mí ha sido difícil entender que mucha gente lo utiliza para jugar, para sonsear, para pendejear... mientras yo, yo siempre lo ví como una manera de estar cerca de ese hombre, de saber más de su vida, de sus inquietudes.  Pero nos hizo daño.  Me hizo daño.
Así que aquí sigo, pensando y analizando si será bueno dar de baja esa cuenta mía, pues además, él y yo, pese a estar juntos, hemos decidido eliminarnos de esa red social, justamente por ese daño que nos hizo en semanas recientes y yo lo extraño.  Extraño ver sus fotos, sus pensamientos y ahora me hace daño no saber eso de él... aunque dice que no me hace falta porque lo tengo a él.
¡La tecnología no es amiga mía ni de mi amor por él!

1 comentario: