martes, 25 de octubre de 2011

No existen los votos perpetuos


Cuando trabajaba en la sección deportiva del periódico, me tocó “especializarme” en varios deportes, como el fútbol americano.  Aunque, debo reconocer, no me considero absolutamente una experta en el tema, pero lo cubrí durante los cinco años que trabajé ahí.  Lo mismo escribía una nota de un entrenamiento que una crónica de un partido.

Pero hablo del fútbol americano local, es decir amateur.  Mi fuente era la desaparecida AFAIM, ahora MFL, en la que vi momentos patéticos en los que se involucraba el mal comportamiento de la gente adulta.

Pero hoy no vengo hablar de la MFL, sino que también apoyaba a un compañero, quien sí cubría juegos importantes de la ONEFA y de la NFL cuando se le empalmaban partidos o entrenamientos.

No puedo olvidar esta editorial publicada en el periódico EL NORTE, el pasado 13 de noviembre 2001 sobre la primera final que disputaron los Borregos Salvajes ante los Auténticos Tigres, partido que fue una locura y que me tocó cubrir a nivel de cancha en el Estadio Tecnológico.

Ahí también se vivió un momento patético que Rosaura Barahona abordó magistralmente.  Pondré en negritas la parte que me gusta y que creo que viene a colación en estos momentos de mi vida.

Como quien dice: “al que le quede el saco, que se lo ponga”.



Una mala lección

Por  Rosaura Barahona

 (13-Nov-2001).-

Quienes damos o hemos dado clases debemos ser muy cuidadosos con nuestra manera de ser, entre otras cosas, porque ante los ojos de los alumnos somos un ejemplo a seguir o a rechazar. Como los hijos, los alumnos distinguen, perfectamente, entre lo que decimos y hacemos.

Aprenden más de nuestra manera de ser y de hacer, que de nuestras palabras. Por eso la actitud del coach Frank González, al finalizar el juego entre Borregos Salvajes y Auténticos Tigres, me sorprendió.

El viernes pasado se jugó el campeonato de la ONEFA en el Tec. Era la primera vez que, en una final, se enfrentaban los clásicos rivales. Los Borregos llegaron invictos y los Tigres con las garras a todo lo que daban, de manera que la afición tenía mucho interés por verlos

Los boletos se vendieron en unas horas. Yo ni siquiera asomé la nariz a la taquilla porque estaba en Chihuahua, dando un taller y una conferencia y ansiosa por conocer el resultado. Por cierto, lo supe hasta la mañana del sábado; la tele dio marcadores finales de cuanto juego pueda usted imaginar, excepto ése.

Ya el sábado, en el avión, leí EL NORTE. Ahí me enteré de los detalles del juego y de que el coach de los Tigres, Edmundo Reyes, se quedó esperando a que, como se hace tradicionalmente, el coach del equipo contrincante fuera al centro del campo para darse la mano.

Desconozco las razones por las cuales Frank González, coach de los Borregos Salvajes, mostró una actitud tan poco deportiva. Lo cortés no quita ni lo valiente, ni lo educado.

¿Que el coach Reyes trabajó para Borregos y después se fue a los Tigres? ¿Y? Ni que contratarse con un equipo equivaliera a hacer votos perpetuos. Trabajar como coach profesional equivale a tener un empleo. Y ese empleo puede dejar de ser satisfactorio por diversas razones.

Cambiar de equipo, es decir, de empleo, no es ni una traición, ni una actitud desleal. Si alguien lo hace, no por eso merece ser menospreciado. ¿Que la conducta del coach Mundo, al cambiarse, no fue del todo correcta? Muy reprobable, pero ni eso justifica el desaire público.

Me extraña que siendo araña, el coach Frank no sepa comer mosquitos. Las razones básicas para fomentar el deporte en centros educativos son, precisamente, formativas: que los estudiantes crezcan más sanos física y mentalmente.

Para los adultos que comparten juegos de mesa con niños, una de las cosas más difíciles de lograr es que los chicos aprendan a disfrutar el juego, independientemente de que ganen o pierdan. No es sencillo porque, al perder, se sienten frustrados y desorientados; pero se logra.

Entre los libros más útiles que he leído en mi vida está uno de "Health" (Salud), de secundaria, del Colegio Panamericano. No conozco los actuales, pero aquél enseñaba, con claridad, cosas sensatas e importantes para la edad que teníamos.

Ahí venía una lección que jamás he olvidado. Se llamaba "How to be a good sport". Y aunque la palabra "sport" se traduce literalmente como deporte o, por extensión, deportista, "a good sport", es mucho más que eso; es alguien que sabe reconocer los méritos de los demás, que es generoso y limpio con el contrincante, que no lleva la rivalidad afuera del terreno deportivo, que acepta la propia derrota y/o la superioridad del otro sin dolor y que admite sus errores, carencias o equivocaciones, sin culpar a los demás por ellos.

A nadie le gusta ser derrotado, pero cuando aceptamos la derrota con el espíritu claro y la controlamos, sin dejar que ella nos controle a nosotros, el aprendizaje es enorme.

Nadie niega el talento, la capacidad de mando, los conocimientos, ni el rigor de Frank González. Me consta que sus pupilos y sus ex pupilos lo admiran, quieren y respetan. Por eso me provocó inquietud saber que (literalmente), dejó al coach Mundo con la mano extendida.

Los deportes son juegos que involucran el espíritu de los jugadores, por eso jamás se debe permitir ningún acto que denigre a los contrincantes, dentro o fuera de la cancha. Por eso, también, los jugadores deben saber que en el triunfo o en la derrota siempre debe conservarse la dignidad.

La tele nos mostró a un coach Frank, después de la oración final, dando un último discurso a sus pupilos. Entre otras cosas, dijo: "Sí, somos campeones, pero debemos ser campeones humildes; no debemos sentirnos engreídos. Debemos ser campeones con los pies bien puestos en la tierra". Excelente, pero eso resulta incongruente con su propia actitud.

Aunque el coach Frank tenga razones para estar molesto con su colega, debió mostrar más clase y saludarlo como si nada hubiera sucedido. Eso no es hipocresía; es respeto: al rival, al juego, a la UANL, al Tec, al público y a los propios jugadores.

Me parece que alguien debería decirle al coach triunfador: "C'mon, Frank, you've got to be a good sport". Si lo entiende, su figura crecerá y, el año próximo, será mucho mejor ejemplo a seguir que éste.

Mientras tanto, felicidades a los dos equipos, a ambos coaches, a la Uni, al Tec y al público.

5 comentarios:

  1. Y quien gano esa final? tal vez estaba ofendido porque perdio

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  2. Jajaja. Nooo, lo chistoso es que ganó Borregos, el equipo del coach Frank, que fue quien hizo el desaire al coach Mundo.

    ¿Qué tal?

    Ele y Juan Pa

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  3. La lealtad de cada trabajador la gana la empresa cuando cumple absolutamente con todo lo convenido con ese trabajador, y le proporciona absolutamente todo lo que éste necesita para realizar sus labores con calidad y en un ambiente laboral excelente.
    La lealtad es una virtud que está ligada a una conducta de honor, gratitud, y fidelidad; además, de que es indicativo de cumplimiento, cortesía y respeto, desinteresado y de buena voluntad.
    La lealtad es un valor que todos debemos poseer, ya seas empresario o trabajador. Pero la lealtad no debe ser una exigencia del patrón hacia su empleado si el no cumple con su parte, porque de ser así, el empleado también exigiría lealtad a su patrón, convirtiéndose la relación de trabajo en una serie de exigencias tontas que sólo generan tensión, antagonismos, y enojos continuos, lo que no es nada sano para el ambiente laboral.

    Un saludo y que bueno que estas a gusto en tu nuevo empleo.

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  4. Lo que más me gusto fue el mensaje en la botella.... (lo que escribió aclarooooo)

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  5. Me acuerdo muy bien de la foto de ese dia, el coach Frank haciendo como que saludaba al Coach Mundo, pero pajareando pa otro lado, ese día, literalmente, enseñó el cobre, aun asi, le tengo respeto y admiración.

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